jueves, 9 de julio de 2015

Filósofos Presocraticos


El Amante

TENGO QUE DECIRTE ADIÓS
EN SILENCIO Y SIN NOMBRARTE
PUES YO NO PUEDO ARRASTRARTE
A PAGAR TAN DURO PRECIO

SABEMOS QUE FUIMOS NECIOS
QUE TODO FUE UNA LOCURA
QUE NO POCAS AMARGURAS
YA LLEVAMOS COMPARTIDAS

QUE SI LO DICTO LA VIDA
QUE SI FUE NUESTRO DESTINO
SOLAMENTE ES EL CAMINO DE AQUEL
DE AQUEL QUE SIEMPRE CAMINA

SE QUE TU AMOR HE QUITADO
A UN HOMBRE QUE ES TU MARIDO
Y HASTA HOY HE COMPARTIDO
LO QUE TÚ
ME HAS REGALADO

MAS TODO CUANTO HE LLORADO
EN TU AUSENCIAS EN MUCHAS NOCHES
NO SON CAUSAS DE REPROCHES
POR QUE SABES
QUE TE QUIERO

QUE LO ABANDONES
NO QUIERO
PORQUE ESTO ES CAUSA PERDIDA
NO CAUSEMOS MAS HERIDAS QUE YA
QUE YA BASTANTES TENEMOS

PUES SI DE HOY EN ADELANTE
TE LLEVO A VIVIR CONMIGO
SERA PEOR EL CASTIGO
QUE LA GENTE NOS DEPARE

PUES MUJER QUE SE SEPARE
DEL LEGITIMO MARIDO
POR OTRO QUE HAYA ELEGIDO
PARA DARLE SUS AMORES

ES CAUSA DE MIL RUMORES
DE CALUMNIAS HUMILLANTES
AUNQUE SIEMPRE POR DELANTE
LA TRATARAN DE SEÑORA
TE RECIBIRÁN SONRIENTES
TE PREGUNTARAN TUS COSAS

PERO SUS LENGUAS CURIOSAS
NO PREGUNTARAN POR MI
PUES CUANDO HABLEN DE MI
AQUELLOS QUE TE CONOCEN

HABRÁN DE BAJAR LAS VOCES
PARA QUE TU NO TE ENTERES
SOBRE TODO LAS MUJERES
DANDO A SU VOZ FORMA OSCURA
Y ENVIDIANDO TU LOCURA
LO GRITARAN EN SILENCIO

DIRÁN QUE SOMOS DOS NECIOS
ABSURDOS, CRUELES, MALVADOS
QUE TU ESTE PASO LO HAS DADO BUENO
PORQUE TE TENGO HECHIZADA

Y VERAS
ESO NO NADA
POR QUE DELANTE DE TI
NUNCA TE HABLARAN DE MI
PORQUE NO PODRÁN NOMBRARME

TAN SOLO PODRÁN LLAMARME
POR UN NOMBRE QUE TE DAÑA
PALABRA QUE LLEVA SAÑA
Y SE DICE POR LO BAJO

Y QUE SERA COMÚN SIN TAJO
TE CAUSARAN AL OÍRLA
Y QUE DE TANTO REPETIRLA
LO DIRÁN FAMILIARMENTE

NUNCA VERAS QUE LA GENTE
DIRÁ QUE YO SOY TU ESPOSO
Y ESO PARA MI ES HERMOSO
PERO NUNCA LO DIRÁN

ES MAS NO ME NOMBRARAN
MI NOMBRE SE HABRÁ PERDIDO
NO DIRÁN ES SU MARIDO
DIRAN POR MI: ¡EL AMANTE!

POR ESO VOY A DEJARTE
MANCHAR TU VIDA NO QUIERO
SIN TI
YA SE QUE ME MUERO
PERO ESO ES COSA MÍA

TAL VEZ
QUIZÁS
ALGÚN DÍA
Y EN FORMA MUY CONFIDENTE
A ALGUNA AMIGA LE CUENTES
QUE TUVISTE UN AMANTE

MAS ESTO AQUÍ FINALIZA
LA CULPA
FUE SOLO NUESTRA
UN BOTÓN BASTA DE MUESTRA...

LOS DEMÁS A LA CAMISA!

El Maniquí

Tan solo quedó al fin, el viejo maniquí
donde probabas tú la seda y el chifón
que llamo la atención de todo aquel que vió
tu cuerpo de princesa,y ahora verlo ahí,
tirado en un rincón de aquel viejo desván,
guardando la emoción de cosas que no están
y vuelvo a recordar las horas de tibieza
y creo revivir el loco ir y venir
buscando por doquier el viejo maniquí
para poder lograr decorar tu belleza
y yo desde un rincón contemplo tu actuación
tratando conseguir con gran preocupación
algún nuevo color que luego te pondrás
y lucirás coqueta,
las lagrimas empañan la visión
y veo en el rincón del viejo maniquí
a aquella…  que yo quise.

Dime tu por que me abandonaste,
o acaso no lograste
las cosas que soñabas,
no viste con que ganas que yo
trabajaba luchando sin descanso
para darte mi abrigo
o acaso, o acaso no entendiste que te amaba,
como te ama un amante, como quiere un amigo,
mas tu creiste que eras reina,
que yo tu esclavo debía darte todo y así
y así te di mi amor y me anulaste,
y te regalé todo, te di mi sangre
mis sentidos mis caricias y tu todo lo tomaste
y me anulaste mas, mas cuando te pedí un poco de amor
tu sin mirar hacia atrás te marchaste ,
devuélveme el amor, dame la vida,
dame la vida que te di dame los sueños
devuelve el corazón aquí a mi pecho
que ya vacío y ya desecho de llorar

se acuerda hoy de ti dame el amor, dame la vida

Guerras Médicas


La Batalla de las Termópilas
Grandes batallas de la historia, la Batalla de las Termópilas. Una inmensa fuerza nunca vista hasta ahora se aproxima a tierras griegas. El Imperio Persa con su líder el gran Jerjes al frente avanza dispuesto a conquistar toda Grecia. En su mente no cabe la opción de la derrota ya que nadie en esas tierras podía hacer frente a un ejercito de cerca de 300.000 hombres.
Una coalición formada por la mayor parte de las polis griegas pretende frenar el avance de semejante mastodonte militar en el Paso de las Termopilas mediante un ejercito aliado de apenas 7.000 hombres, comandados por la élite del ejercito espartano que se componía de 300 hombres, como cabeza visible y jefe del ejército aliado, el rey Leónidas I de Esparta.
Batalla: Batalla de las Termopilas
Guerra: II Guerra Medica
Fecha: 7 de Agosto o 8-10 de Septiembre de 480 a.C (según la fuente).
Lugar: Termopilas Grecia.
Resultado: Victoria persa
Clave: Traición de Efialtes a los griegos.
Beligerantes: Ciudades-Estado (Polis) griegas & Imperio Persa
Bajas:
- Persas: Entorno a 20.000
- Griegas: Entorno a 2.000
Antes de comentar nada acerca de esta batalla es preciso comentar que ocurrió hace 2.500 años por lo que las fuentes de las que disponemos no coinciden en todo lo contado y es muy difícil encontrar información útil que ayude en la investigación de la batalla, la fuente que hasta ahora parece mas fiable es la de Herodoto, historiador de la antigua Grecia, ya que su versión de la Batalla de las Termópilas coincide en muchos aspectos con los descubrimientos que se han hecho con las excavaciones arqueológicas.
Tras 5 días de indecisión persa, los cuales estaban acampados a escasa distancia del paso de las Termópilas, Jerjes envía a un gran ejercito de hombres que pretendían hacer valer su superioridad numérica para acabar con la resistencia griega, la estrategia era clara, si esto fracasaba mandaría a sus "inmortales" la élite de su ejercito, que comprendía a 10.000 hombres, solo ellos ya eran más hombres que todo el ejército griego.
La primera oleada que daría comienzo a la Batalla de las Termópilas consistía en un ataque masivo de infantería ligera. Eran muchos pero muy mal equipados en comparación con los griegos. Sus escudos eran más pequeños, sus espadas mas cortas que las lanzas griegas, y su armadura era casi inexistente al contrario que las de los griegos.
En una zona estrecha los griegos formaron en falange, falange que en ningún momento se fracturó, la vanguardia iba rotando, cada polis ocupaba la primera linea y enseguida era relevada, la fatiga así no hacia mella, los cadáveres persas se iban amontonando, hasta que la primera oleada se hizo añicos, mientras que los griegos no habían sufrido más de 3 bajas.
Ese mismo día, temeroso, Jerjes envió a los Inmortales al combate sin embargo la falange continuó inquebrantable. Para acabar definitivamente con esta segunda oleada, los espartanos fingieron una retirada, y de la que los inmortales corrían desorganizados detrás de ellos, los espartanos con el rey Leónidas I  al frente se dieron la vuelta con un exitoso resultado. El primer día concluía con un inmejorable bagaje para los espartanos.
El segundo día comienza como el primero, Jerges manda cantidades ingentes de soldados, intentando causar el mayor desgaste a los griegos, y con la esperanza de que estos estén ya exhaustos, pero ocurre lo mismo que al día anterior, una vez tras otra lo griegos rechazan las cargas persas, que ya comienzan a temer al enemigo.
Pero lo realmente importante de ese día es la visita de un griego llamado Efialtes al campamento Persa, este ciego por el dinero, informa a Jerges acerca de un paso que conduce a la retaguardia del ejercito griego. Esa misma noche un ejercito compuesto por los inmortales supervivientes y completados con infatería hasta alcanzar los 20.000 hombres son enviados al secreto paso. A pesar de que lo griegos fueron advertidos de la maniobra envolvente del ejercito persa, esa misma noche se cree que sucede un ataque griego al campamento persa que causa innumerables bajas y que de estar en su tienda habría acabado con la vida del mismísimo Jerges.
Al tercer día de madrugada la maniobra envolvente estaba en marcha, los griegos apostados en la retaguardia no pudieron detener el avance persa que simplemente pasaron de largo a estos hombres, una vez los lideres griegos fueron avisados de este suceso, se convoca un consejo de guerra según el cual algunos lideres acordaron retirarse mientras otros mantenían el paso con el fin de caer con honor y retrasar a las hordas persas para evitar un baño de sangre mayor. Se quedaron los 700 tespios, los 300 espartanos y 400 tebanos. Los griegos lucharon ya rodeados en la zona mas ancha del paso para causar más bajas, hasta que se rompieron todas sus lanzas y algunos continuaron la lucha con espada o con sus propias manos. Los tebanos fueron los primeros en rendirse, aunque algunos causaron más bajas una vez se les acerco el enemigo, los demás continuaban batallando, en esta lucha murieron Leónidas I y dos hermanos de Jerges. Finalmente los griegos retrocedieron a una zona mas estrecha donde una gran descarga de flechas acabó con ellos. El cadáver de Leónidas fue decapitado y crucificado, pero él ya había pasado a la historia
Como curiosidad comentar la gran valentía del pueblo tespios que llegó a sacrificarse en tres distintas ocasiones en la historia de la misma manera que ocurrió en la Batalla de las Termópilas


La Batalla de Maratón
Grandes Batallas de la historia, la Batallas de Maratón. El Gran Imperio Persa ansia dominar todo rastro de vida, dirigidos por su rey Darío I, están librando una encarnizada guerra en Grecia que seria llamada la I Guerra Médica,librada principalmente contra las polis griegas insumisas como Atenas o Esparta. ElImperio Persa con unos recursos humanos muy superiores a los griegos envía una gran flota hacia Atenas tras atacar las poblaciones de Naxos y Eretria compuesta por 400 barcos de transporte, 200 tirremes (un tipo de nave de guerra de la época), 1.000 caballos y mas de 25.000 hombres de los que unos 15.000 participarían en la batalla. El ejército persa decidió desembarcar en la playa de Maratón a unos 40 Km. de Atenas. Eligieron esa playa porque era perfecta para desplegar fácil y rápidamente sus tropas ya que la playa contaba con 4 Km. de extensión. A su encuentro en cuanto desembarcasen saldrían  tropas atenienses muy inferiores en número apoyadas por unos pocos soldados de Platea, en total unos 9.000 atenienses y cerca de 1.000 plateos. Para conseguir más refuerzos, Fidípides partió hacia Esparta para solicitar ayuda, pero la celebración de una fiesta sagrada les impedía partir antes de 10 días. Una vez los persas desembarcaron, ambos ejércitos permanecieron inmóviles durante al menos 5 días, para Atenas era buena noticia, no obstante los refuerzos espartanos aun tardarían en llegar.
Guerra: I Guerra Médica.
Batalla: La Batalla de Maratón.
Fecha: Septiembre de 490 A.c.
Lugar: Playa de Maratón, Grecia.
Resultado: Victoria griega.
Clave: Superioridad de la infantería griega debido a sus mejores artes militares.
Beligerantes: Atenas Platea & Imperio Persa
Bajas:
- Polis griegas: 192 atenienses y 11 plateos muertos.
- Imperio Persa: 6.400 muertos y 7 barcos.
El ejército de cerca de 10.000 soldados griegos capitaneados por Milcíades, oficial de gran experiencia, estaba compuesto por soldados regulares y por un gran número de esclavos atenienses liberados para la ocasión. Por su parte el ejercito persa estaba compuesto por hombres de todos los rincones del Imperio, muchos soldados ni siquiera hablaban el mismo idioma. No esta claro el hecho que desencadenó la batalla, fuentes apuntan a que un reembarco de la caballería persa para atacar Atenas dio la oportunidad a los griegos de luchar a solas con la infantería que si bien era mucho mas numerosa, su organización era nefasta comparado con la griega. Otras fuentes apuntan a que los persas se cansaron de esperar o bien sen enteraron de que el rumor de la llegada de refuerzos espartanos era cada vez más inminente. En cualquier caso, la Batalla de Maratón, una de las grandes batallas de la antigüedad, comenzó con un avance griego. Este avance fue respondido con una lluvia de miles de flechas persas, tan abundante que tapaba el sol. No obstante los grandes escudos de los hoplitas griegos y sus pesadas armaduras consiguieron que las bajas por flechas fuesen insignificantes. Debido a las pesadas armaduras de 20 Kg. que portaban los griegos la verdadera carga comenzó a tan solo 100 metros de su enemigo. La disposición de las tropas griegas era de tipo falange.
Era la primera vez que un ejército griego corría hacia su enemigo, posiblemente porque hasta entonces los ejércitos griegos no se habían enfrentado con una masa importante de arqueros. El secreto de la falange griega residía en sus lanzas, sus grandes escudos que protegían al soldado que se situaba a la izquierda, y la disciplina de sus soldados. El choque de la falange griega con los soldados persas aportó de primeras una gran ventaja a atenienses y plateos. El choque entre ambas fuerzas fue devastador para los persas que no solo soportaron malamente la fuerza de la carrera griega, sino que además una vez estabilizados ambos ejércitos eran muy superiores los griegos a la infantería regular persa que desprovistos de casi toda armadura apenas llegaban siquiera a alcanzar los escudos helenos. Sin mucha dificultad y tras una masacre, los flancos persas compuestos por las unidades más débiles, se batieron en retirada huyendo masivamente hacia sus barcos. Sin embargo, en el centro persa donde se encontraban las unidades de elite de su ejército, las cosas marchaban de diferente manera, ya que aguantaba las embestidas griegas e incluso lograban superarlas.
No obstante todo estaba previsto para los griegos, las tropas de elite persas comenzaron a avanzar sobre el centro enemigo, haciendo retroceder a los hoplitas situados allí. Los persas comenzaban a ver la luz al final del túnel ya que les estaba resultando bastante sencillo aquella labor, pero de pronto el centro griego detuvo su retroceso en seco, y como estaba planeado los flancos griegos envolvieron mediante un movimiento de tenaza a los persas rodeándoles en el centro renunciando a seguir a los flancos persas que continuaban su escapada hacia los barcos. En este punto el centro persa también inició una retirada aprovechando que esta aun no había sido cortada por los griegos. La Batalla de Maratón se convirtió en una huida persa a los barcos, y esta a su vez en una cacería para los hoplitas que ajusticiaban a todo persa al que alcanzaban, no obstante durante esta retirada en la que masacraron a los persas sufrieron mas bajas que durante el resto de batalla ya que en desorden los griegos no eran tan eficientes.
Las tropas persas que lograron reembarcar se dirigieron hacia Atenas para atacarla, apenas tardarían 10 horas en llegar por lo que los soldados griegos debían reorganizarse para volver a toda prisa a la capital griega. 42 Km. con una batalla a su espalda y con aquellas armaduras tan pesadas, no seria fácil, pero finalmente llegaron justo a tiempo. Los persas al ver el comité de bienvenida griego que les esperaba en Atenas decidieron no desembarcar dándose por finalizada la Batalla de Maratón. Especialmente rápido en llegar a Atenas fue Eucles quien fue corriendo de Maratón a Atenas para avisar de la victoria griega muriendo de agotamiento al poco tiempo de llegar y dar la noticia. Este hecho dio lugar a la a día de hoy prueba de atletismo olímpica, el maratón que recorre en Km. la distancia que separaba Maratón de Atenas.
La Batalla de Maratón no fue la victoria mas decisiva en la guerra pero posiblemente desde el punto de vista psicológico si fue la mas importante para los griegos que fueron capaces de vencer por primera vez a los persas en campo abierto. Esta batalla se convirtió durante siglos junto a la La Batalla de las Termopilas en un símbolo de resistencia y de valor y fue la protagonista de incontables relatos e historias.
Por ultimo decir que los refuerzos espartanos llegaron 2 días después de la batalla e hicieron lo único que ya podían hacer, felicitar a sus aliados atenienses y plateos por la victoria.

La Batalla de Gaugamela
Grandes Batallas de la historia, la Batalla de Gaugamela. Macedonia, una tierra unificada por el Rey Filipo II, se había convertido en un territorio de gran importancia y peso en el mundo antiguo. Su eficacia militar, y su rompedora riqueza basada en el oro y el comercio, pronto llevó a esta tierra a mirar a cotas más elevadas, a ampliar su territorio, y a buscar un salida al mar desde la que dominar el Mediterráneo. Tras la muerte de Filipo en el año 336 a.C. su hijo, Alejandro asumió el trono. Alejandro, de 20 años de edad y ya siendo un afamado y respetado líder militar pronto siguió con la tendencia expansionista de su padre. Esto le llevó a entrar en guerra con el Imperio Persa, amparado en una unión de los pueblos griegos denominada la Liga de Corinto en la que tan solo se echaba de menos la presencia de Esparta, puesto que todas las demás polis griegas estaban representadas. Alejandro, acabaría siendo conocido como Alejandro Magno siendo uno de los personajes históricos más reconocidos de la historia. Esta guerra, permitía a Macedonia poder expandirse hacia el este y a las demás polis griegas a vengarse por las anteriores invasiones persas. La campaña comenzó con victorias importantes para el lado aliado. Los persas con Dario III al mando, reclutaron un nuevo gran ejército y se desplazaron a Gaugamela donde aprovecharon una gran llanura en la que incluso eliminaron cualquier posible obstáculo que impidiese una gran batalla campal. El campo de batalla estaba decidido, solo faltaba que Alejandro Magno acudiese con sus tropas para que diera comienzo la decisiva Batalla de Gaugamela que a buen seguro decantaría la iniciativa de la guerra.
Batalla: La Batalla de Gaugamela.
Fecha: 1 de Octubre del 331 a. C.
Lugar: Gaugamela
Resultado: Victoria griega-macedonia.
Clave: Superioridad técnica de la infantería pesada griega-macedonia.
Beligerantes: Reino de Macedonia y polis griegas & Imperio Persa
Bajas:
Macedonia y aliados: 5.000 muertos.
Imperio Persa: 40.000 muertos.
Alejandro Magno acudió sabiendo que la Batalla de Gaugamela muy probablemente se iba a convertir en la batalla más importante de su vida. El ejército macedonio estaba formado por 7.000 soldados de caballería, 29.000 de infantería pesada y cerca de 9.000 de infantería ligera. En el ala derecha se situaba como era habitual Alejandro Magno con la caballería a la cual comandaría durante la batalla. A su lado, se encontraba la infantería ligera, mientras que la infantería pesada, la más numerosa, se ocuparía del centro formando una falange con formación en primera y última línea, muy útil en caso de que la falange fuera rodeada y su retaguardia fuese obligada a combatir. En cuanto al ala izquierda, la más débil pero con poca importancia estratégica se situó a caballería aliada (de Fersalia y Tracia) y a mercenarios griegos. El ala izquierda estaba comandada por Parmenio, uno de los generales macedonios más leales a Alejandro.
Por su parte, el ejército persa era mucho más numeroso. A pesar de que el ejército al completo incluía cerca de 200.000 hombres, tan solo 91.000 eran soldados y ejecutaban dicha labor. De estos 92.000 hombres, 35.000 eran caballería y 53.000 infatería ligera, siendo la presencia de la infantería pesada ínfima ya que tan solo la componían 4.000 "Inmortales" que eso sí, representaban la élite del ejército persa. Además también contaban con cerca de 50 carros con guadañas en las ruedas (especialmente efectivos en batallas a campo abierto) y alrededor de 15 elefantes de guerra que atemorizaban a los griegos y macedonios.
En cuanto a la formación del ejército, Darío se coloca en el centro de su ejército como manda la tradición persa, dispone a su caballería en ambos flancos y a la infantería pesada en el centro y retaguardia de la formación como columna vertebral de su ejército y último recurso, dejando a la infantería ligera ocupar la vanguardia del centro.
El primero en mover ficha y por tanto en iniciar la Batalla de Gaugamela, fue Alejandro Magno, quien envió a su infantería en un ataque diagonal hacia el flanco derecho persa, Dario para contrarrestar este ataque apoyado en su superioridad numérica, ordena un ataque envolvente contra la ofensiva macedonia. Al suponer esta envolvente un gran peligro para las tropas aliadas, Alejandro junto a su caballería ordenó una serie de cargas contra la contraofensiva persa con el fin de debilitar sus filas y conseguir que los persas no cerrasen la bolsa y que la infantería macedonia no quedara rodeada. Dario, tras ver esto, ordena a sus carros de combate atacar a la infantería macedonia para desorganizarla, pero cuando estos se aproximaban a la vanguardia de las filas macedonias, los carros fueron sorprendidos con una lluvia de flechas y jabalinas que mató a muchos de los conductores de los carros. Para acabar con los restantes, la falange macedonia perfectamente ordenada se abrió dejando pasillos por el que pasaban los carros que fueron a parar a una segunda fila de infantería pesada macedonia que dio buena cuenta de ellos. Tras quedarse sin carros y temeroso de una posible derrota Dario comete un error fatal, ordena una carga general de su caballería contra las tropas de Parmenio situadas en la izquierda con el mismo fin que el ataque de los carros, desorganizar a las tropas macedonias y abrir brecha para aprovechar su ventaja numérica.
El problema de dicho ataque de caballería es que se abrió un hueco en la formación persa, fruto de los miles de soldados de caballería que partieron al ataque. Alejandro vio el hueco y se lanzó con toda su caballería en formación de cuña directamente hacia allí, iniciando una carga brutal en la que las tropas persas no podían hacer nada por evitar el avance pletórico de Alejandro y sus hombres. Su objetivo era claro, acabar con Dario. Dario por su parte, atrapado y sin poder hacer nada para evitar la carga macedonia decide huir del campo de batalla provocando la desbandada general entre sus tropas, momento que la caballería macedonia aprovechó para masacrar a la débil infantería ligera persa.

No obstante la batalla no había terminado, al igual que la caballería persa dejó un hueco en sus filas, la macedonia hizo lo propio, permitiendo que la caballería persa penetrase por las filas macedonias rodeando a su infantería. Alejandro que se encontraba junto a su caballería en persecución de Dario, recibió la noticia y dio media vuelta para auxiliar a la rodeada falange. Alejandro Magno y su caballería pronto acabaron con la amenaza persa, dando por concluida la batalla. La Batalla de Gaugamela había sido ganada, en cambio, Dario había conseguido escapar. En cualquier caso Alejandro Magno conseguía con esta victoria la supremacía militar en Mesopotamia.

Guerras púnicas

Los cartagineses liderados por Aníbal han cruzado los Alpes con un gran ejercito y Roma no ha sabido encontrar la manera de plantar cara en batalla de forma eficiente a estos. Tan solo es capaz de desgastar poco a poco al ejercito cartaginés mediante emboscadas, y atacando sus vías de suministro. Pero la llegada de Cayo Terencio Varron y Lucio Emilio Paulo al mando del ejercito romano, unido a la voluntad de un pueblo, harto de que los cartagineses arrasen toda la Península Itálica, ha conseguido que Roma reúna a un gran ejercito, el mas grande hasta la fecha. Este contaba con 16 legiones entre soldados romanos y aliados, y una caballería de 4.000 unidades. En total, 87.000 hombres dispuestos a acabar con el ejercito de Aníbal, recuperar la gloria de Roma y convencer a los aliados de que se encuentran en el bando correcto. Cartago por su parte cuenta con un ejército compuesto por 52.000 hombres, 8.000 de ellos, tropas de caballería.

Guerra: 2ª Guerra Punica.
Batalla: Batalla Cannas (Batalla de Canae).
Fecha: 2 de Agosto de 210 A.c.
Lugar: Llanura situada entre el río Ofanto y la ciudad de Cannosa, en Italia.
Resultado: Victoria Cartaginesa.
Clave: Estrategia envolvente cartaginesa.
Beligerantes: República Romana y República Cartaginesa
Bajas:
- Roma: 70.000 muertos según Polibio; 50.000 según Tito Livio; alrededor de 11.000 prisioneros.
- Cartago: 6.000 muertos y 10.000 heridos.

La mecha que encendería esta gran batalla tiene lugar en la primavera del 216 A.c. el ejercito cartaginés realiza un ataque estratégico sobre un deposito de suministros cerca de la localidad de Cannas. Los cónsules romanos con el ejército  ya formado, se deciden definitivamente a plantar cara de una vez por todas a las tropas de Aníbal. El mando del ejército romano se alternaba entre los dos cónsules y a menudo uno pisaba las órdenes del otro lo que en ocasiones se convertía en una desventaja estratégica importante. Aun así dadas las fuerzas concentradas, la moral de los soldados romanos estaba por las nubes. No obstante la ventaja numérica que tenía el ejército romano en infantería, contrastaba con la superioridad de la caballería cartaginesa. Por otra parte la disciplina romana permitía una mayor facilidad a la hora de ejecutar las estrategias en comparación con el ejercito cartaginés el cual era un ejercito muy heterogéneo, con unidades africanas (libias principalmente), hispanas, galas… etc. Su equipamiento también era distinto y muchos soldados cartagineses luchaban con armamento tomado de los romanos derrotados en otras refriegas.
El día 2 de Agosto sucedió la gran batalla en una llanura delimitada por el Río Ofanto. Ambos ejércitos estaban al completo reunidos. Los romanos desplegaron una formación clásica, mas profunda de lo normal debido a la gran cantidad de fuerzas desplegadas en la zona con la infantería ligera delante y la pesada detrás. A su derecha, junto al río, la caballería romana y en el flanco izquierdo la caballería compuesta por aliados de Roma.
Aníbal por su parte, colocó a los íberos, celtíberos, y galos en el centro. Estando los íberos en primera línea y los galos, menos disciplinados detrás. En el extremo de su línea de infantería esta se situaban los soldados punicos. En los flancos situó a la caballería, principalmente compuesta por unidades hispanas.

Los primeros en mover ficha fueron los cartagineses, Aníbal envió su caballería contra la caballería romana, a sabiendas de que acabar con esta supondría una gran cantidad de bajas. Pero si querían tener alguna posibilidad, Cartago debería hacer ese sacrificio. No obstante la caballería cartaginesa era superior a la romana tanto en número como en calidad. Así, esta fue capaz de derrotar a la caballería romana, atravesar sus lineas de infanteria y acabar también con la caballería aliada.
Sabedores de su superioridad numérica Roma contraataco enviando a su infantería contra el centro de la formación cartaginesa mucho mas débil. Pronto la infantería romana comenzó a imponerse a la de Aníbal, pero esto formaba parte de plan, todo le estaba saliendo a la perfección a Cartago. La infantería romana continuaba avanzando de forma firme, causando grandes bajas en las filas cartaginesas hasta que finalmente el centro de estos se vio superado y roto.

Al ver esto y creyéndose ya vencedores Roma envió todas sus reservas para finiquitar la contienda, cuando todo el ejercito romano estaba ya agrupado y la desbandada cartaginesa con una forma semicircular iba rodeando al ejercito romano sin que este se diese cuenta, apareció por el flanco un gran numero de reservas cartaginesas ocultas. Los romanos no pudieron ver aproximarse a estas fuerzas ya que el polvo levantado por los ejércitos al desplazarse unidos al viento en contra imposibilitaban la visión de estos. Las tropas que escapaban se dieron la vuelta y comenzaron acosar a los romanos y a luchar con mucha más decisión. La única vía de escape que tenían los romanos era su retaguardia, y cuando estos comenzaron a retroceder, apareció la caballería cartaginesa, que había acabado con toda la caballería, tanto romana como aliada, envolviendo al ejército romano totalmente. A partir de ese momento la batalla de Cannas se convertirá en una carnicería en la que morían unos 600 legionarios romanos por minuto. El temor se extendió por un ejército que no podía ni si quiera levantar sus escudos o desenvainar sus espadas. Esta acción acabaría con la casi totalidad del ejercito romano. 

La estrategia había sido brillante. La batalla se convirtió en un ejemplo para multitud de  ejércitos de diferentes épocas. Cannas fue la batalla acontecida en un día más sangrienta de la historia.

La papisa Juana

Juana, nacida en el 822 era hija de un monje y su padre formaba parte de los predicadores llegados del país de los anglos para difundir el Evangelio entre los sajones. La pequeña Juana creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición, y con el apoyo de su madre y a escondidas de su padre, tuvo la oportunidad de poder estudiar, lo cual estaba vedado a las mujeres de la época. Juana pudo aprender griego, lo cual le permitia leer la Biblia, que por aquella época estaba traducida a muy pocos idiomas.
Puesto que sólo la carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en la religión como copista bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus (Juan el Inglés). Según Martín el Polaco, la suplantación de sexo se debió al deseo de la muchacha de seguir a un amante estudiante.
En su nueva situación, Juana pudo viajar con frecuencia de monasterio en monasterio y relacionarse con grandes personajes de la época. En primer lugar, visitó Constantinopla, en donde conoció a la anciana emperatriz Teodora. Pasó también por Atenas, para obtener algunas precisiones sobre la medicina del rabino Isaac. De regreso en Germania, se trasladó al Regnum Francorum (reino de los francos), la corte del rey Carlos el Calvo.
Juana se trasladó a Roma en 848, y allí obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando hábilmente su identidad, fue bien recibida en los medios eclesiásticos, en particular en la Curia. A causa de su reputación de erudita, fue presentada al papa León IV y enseguida se convirtió en su secretaria para los asuntos internacionales. En julio de 855, tras la muerte del papa, Juana se hizo elegir su sucesora con el nombre de Benedicto III o Juan VIII. Dos años después, la papisa, que disimulaba un embarazo fruto de su unión carnal con el embajador Lamberto de Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión y dio a luz en público. Según Jean de Mailly, Juana fue lapidada por el gentío enfurecido. Según Martín el Polaco, murió a consecuencia del parto.
La suplantación de Juana obligó a la Iglesia a proceder a una verificación ritual de la virilidad de los papas electos. Un eclesiástico estaba encargado de examinar manualmente los atributos sexuales del nuevo pontífice a través de una silla perforada. Acabada la inspección, si todo era correcto, debía exclamar: «Duos habet et bene pendentes» (tiene dos y cuelgan bien). Además, las procesiones, para alejar los recuerdos dolorosos, evitaron en lo sucesivo pasar por la iglesia de San Clemente, lugar del parto, en el trayecto del Vaticano a Letrán.
Utilizada por los detractores, esas versiones se sostuvieron por muchos años hasta que en 1562 el agustino Onofrio Panvinio redactó la primera refutación seria de aquella leyenda, mientras que los protestantes luteranos se unieron a sus argumentos en el siglo XVII.
La versión de Martín de Opava es la siguiente:
Juan el Inglés nació en Maguncia, fue papa durante dos años, siete meses y cuatro días y murió en Roma, después de lo cual el papado estuvo vacante durante un mes. Se ha afirmado que este Juan era una mujer, que en su juventud, disfrazada de hombre, fue conducida por un amante a Atenas. Allí se hizo erudita en diversas ramas del conocimiento, hasta que nadie pudo superarla, y después, en Roma, profundizó en las siete artes liberales (trivium y quadrivium) y ejerció el magisterio con gran prestigio. La alta opinión que tenían de ella los romanos hizo que la eligieran papa. Ocupando este cargo, se quedó embarazada de su cómplice. A causa de su desconocimiento del tiempo que faltaba para el parto, parió a su hijo mientras participaba en una procesión desde la basílica de San Pedro a Letrán, en una calleja estrecha entre el Coliseo y la iglesia de San Clemente. Después de su muerte, se dijo que había sido enterrada en ese lugar. El Santo Padre siempre evita esa calle, y se cree que ello es debido al aborrecimiento que le causa este hecho. No está incluido este papa en la lista de los sagrados pontífices, por su sexo femenino y por lo irreverente del asunto.
Martín de Opava, Chronicon Pontificum et Imperatum.
•        Jean de Mailly, por su parte, dice:
Se trata de cierto papa o mejor dicho papisa que no figura en la lista de papas u obispos de Roma, porque era una mujer que se disfrazó como un hombre y se convirtió, por su carácter y sus talentos, en secretario de la curia, después en cardenal y finalmente en papa. Un día, mientras montaba a caballo, dio a luz a un niño. Inmediatamente, por la justicia de Roma, fue encadenada por el pie a la cola de un caballo, arrastrada y lapidada por el pueblo durante media legua. En donde murió fue enterrada, y en el lugar se escribió: Petre, Pater Patrum, Papisse Prodito Partum (Pedro, padre de padres, propició el parto de la papisa). También se estableció un ayuno de cuatro días llamado «ayuno de la papisa».

Jean de Mailly, Chronica Universalis Mettensis.

Primera Tarea Virtual Ing de Telecomunicaciones - grupo sábados

Buenas noches, aquí les publico su primera tarea virtual correspondiente al grupo que recibe clases los días sábado. Esta debe ser respondida por los mismos grupos de exposiciones a más tardar el día sábado 25 de julio antes de las 12 de la noche. 


esta tarea fue cerrada el día 26 de julio de 2015 a las 18:48 Hrs

miércoles, 8 de julio de 2015

Primera Tarea Virtual Ing Mecánica - gruou sábados

Buenas noches, aquí les publico su primera tarea virtual correspondiente al grupo que recibe clases los días sábado. Esta debe ser respondida por los mismos grupos de exposiciones a más tardar el día sábado 25 de julio antes de las 12 de la noche.

Esta tarea fue cerrada el 26jul15 a las 19:05 Hrs

Primera Tarea Virtual Ing Mecanica-Grupo viernes

Buenas noches, aqui les publico su primera tarea virtual correspondiente al grupo que recibe clases los días viernes. Esta debe ser respondida por los mismos grupos de exposiciones a más tardar el día viernes 24 de julio antes de las 12 de la noche.


Esra Tarea fue cerrada el 26jul15 a las 19:06 Hrs

viernes, 26 de junio de 2015

Genealogía de los Dios


Generación Bachaco

El actual gobierno de Nicolás Maduro debe sentirse muy orgulloso, en apenas dos años, su gobierno ha logrado crear una nueva generación de venezolanos. No es la generación del “hombre nuevo”, con la que soñaba Chávez. Tampoco es una generación socialista, mucho menos comunista, como la que proponían los hermanos Castro. Se trata de algo verdaderamente nunca antes visto en el mundo: la Generación Bachaco.
En tan sólo 24 meses de gestión, Maduro y sus 40 ladrones engendraron y dieron a luz a una nueva generación de venezolanos, los cuales se dedican por completo, al muy rentable mundo del bachaqueo, el cual consiste en hacer largas colas para comprar productos a precios regulados y posteriormente venderlos a precios de dólar libre, con lo cual se obtienen ganancias fabulosas, que podrían llegar hasta los 36 mil bolívares mensuales.
La Generación Bachaco es madrugadora: se levanta a las 3 de la mañana todos los días. Es trabajadora: labora hasta 15 horas diarias, de cola en cola, de abasto en abasto, de farmacia en farmacia, buscando productos a precios regulados que luego son vendidos a mayoristas del bachaqueo a un precio cinco veces por encima de su valor. Los mayoristas luego revenden esos mismos productos a bodegueros y buhoneros, quienes los venden a desesperados consumidores finales, enemigos de las colas, a precios que a veces superan en un 1000 por ciento el valor real.
La generación Atta laevigata, nombre científico del Bachaco, es una especie en crecimiento en Venezuela. Las kilométricas colas para comprar comida ya forman parte del paisaje. Ello ocurre, entre otras cosas porque aquí no hay empleo, y las pocas vacantes que se consiguen, apenas pagan el salario mínimo, que como se sabe es de apenas 7.421,66 bolívares (24,73 dólares) con lo cual no se puede vivir. Como me dijo un señora de 60 años frente a un supermercado en Barcelona: “el mejor trabajo que hay ahorita en este país, duélale a quien le duela, es ser bachaquero”.
Hay que dar gracias a Dios por el hecho de que aquí en Venezuela, una cosa es ser hormiga y otra cosa es ser bachaco. En Colombia, hay zonas donde bachaco y hormiga son la misma vaina. Los neogranadinos le dicen al bachaco hormiga culona o mayera. En Centroamérica, tampoco le dicen bachaco, allá los llaman zompopo de mayo. Pero aquí en Venezuela, en la región de Guayana y en Amazonas, hay bachacos grandísimos, que se utilizan para hacer picante, a los que les dicen bachaco culón. De manera que si a ver manos, ser bachaco no suena tan mal ni se ve feo.
En la Venezuela anterior al régimen de Maduro, tuvimos la Generación del 28, integrada por estudiantes universitarios que protagonizaron un movimiento de carácter académico y estudiantil que derivó en un enfrentamiento con el régimen de Juan Vicente Gómez.
Luego tuvimos la Generación del 58, integrada por las juventudes políticas y universitarias que se enfrentaron a la Dictadura de Marcos Pérez Jiménez, autora del Pacto de Unidad Estudiantil del 21 de noviembre de 1958, donde escribieron textualmente: “…pondremos en acción todo el peso de nuestra voluntad joven, ajena por naturaleza al sectarismo para que la división no anide en ningún campo de la vida política venezolana.”
Más recientemente se recuerda a la llamada Generación 2007, integrada por jóvenes universitarios, surgida a raíz del cierre de Radio Caracas Televisión, la cual consiguió, entre otras cosas, movilizar a la sociedad civil venezolana para propinar al gobierno de Hugo Chávez su primera gran derrota electoral en el referendo consultivo que se celebró en diciembre de ese mismo año.
En el orden mundial se habla mucho de la “Generación Facebook” a la cual se le atribuye los levantamientos llevados a cabo por jóvenes y adolescentes en Túnez, El Cairo, Madrid, Santiago de Chile, Tel Aviv y Londres.
También se habla de la Generación Google para hacer referencia a los jóvenes nacidos después 1993 en un mundo dominado por el Internet. Y ya se habla muchísimo de la Generación Twitter, la Generación Instagram y de cómo las redes sociales empiezan a dominar el planeta. Leí un artículo donde se hablaba de la Generación Apple y es cuestión de horas para que se empiece a hablar de la Generación S.
Maduro, como todo buen revolucionario, ha creado su propia generación. La Generación Bachaco pica y se extiende en los 23 estados y en cada uno de los 335 municipios del país. La integran jóvenes, adultos y hasta ancianos. Su origen se remonta al estado Zulia, donde los colegas de la prensa los bautizaron como los “bachaqueros”. Ahora no hay un solo rincón de Venezuela donde no se hable de los bachacos. Hay hasta un verbo nuevo, que con toda seguridad, tendrá que ser aceptado por la Real Academia de la Lengua: bachaquear, su conjugación: Yo bachaqueo, tú bachaqueas, él bachaquea, nosotros bachaqueamos, vosotros bachaqueais y ellos bachaquean. En algunas ciudades de Venezuela, la gente no dice que va a trabajar. La gente dice “voy a bachaquear”.
Alí Primera, el cantor del pueblo, cuyas canciones y letras han sido manoseadas y manipuladas hasta el cansancio por la revolución (con el visto bueno de la ex esposa y de sus hijos) compuso una canción llamada El bachaco Fundillúo cuyas letras se aplican para la actual situación venezolana: “Las hormiguitas viven trabajando, pero el que está gozando es el bachaco fundillúo”.
Según Alí Primera: “Las hormiguitas no reciben nada con respecto al hormiguero. Cada cinco años llevan su hojita para que la silla se ponga suavecita y se siente el bachaco fundillúo (…) Las hormiguitas se formaron en grupos para cambiar el sistema que reina en el hormiguero. Pero lo malo es que esos grupos nunca se ponen de acuerdo”.

Moraleja: Si hormiguitas y bachacos se dan cuenta que por el camino que van el hormiguero va a desaparecer, es probable que un día de estos se pongan de acuerdo para acabar con el pésimo y terrible gobierno del Bachaco Fundillúo.

viernes, 16 de enero de 2015

ISABEL LA CATÓLICA

Isabel I de Castilla (Madrigal de las Altas Torres, 22 de abril de 1451-Medina del Campo, 26 de noviembre de 1504) fue reina de Castilla desde 1474 hasta 1504, reina consorte de Sicilia desde 1469 y de Aragón desde 1479, por su matrimonio con Fernando de Aragón. Es llamada «la Católica», título que les fue otorgado a ella y a su marido por el papa Alejandro VI mediante la bula Si convenit, el 19 de diciembre de 1496. Es por lo que se conoce a la pareja real con el nombre de Reyes Católicos, título que usarían en adelante prácticamente todos los reyes de España.
Se casó en 1469 con el príncipe Fernando de Aragón. Por el hecho de ser primos segundos necesitaban una bula papal de dispensa que solo consiguieron de Sixto IV a través de su enviado el cardenal Rodrigo Borgiaen 1472. Ella y su esposo Fernando conquistaron el reino nazarí de Granada y participaron en una red de alianzas matrimoniales que hicieron que su nieto, Carlos, heredase las coronas de Castilla y de Aragón, otros territorios europeos y se convirtiese en emperador del Sacro Imperio Romano.
Isabel y Fernando se hicieron con el trono tras una larga lucha, primero contra el rey Enrique IV y de 1475 a 1479 en la Guerra de Sucesión Castellana contra los partidarios de la otra pretendiente al trono, Juana. Isabel reorganizó el sistema de gobierno y la administración, centralizando competencias que antes ostentaban los nobles; reformó el sistema de seguridad ciudadana y llevó a cabo una reforma económica para reducir la deuda que el reino había heredado de su hermanastro, y predecesor en el trono, Enrique IV. Tras ganar la guerra de Granada los Reyes Católicos expulsaron a los judíos de sus reinos y, años más tarde, también a los musulmanes.
Isabel concedió apoyo a Cristóbal Colón en la búsqueda de las Indias occidentales, lo que llevó al descubrimiento de América. Dicho acontecimiento provocaría en el futuro la conquista de las tierras descubiertas y la creación del Imperio español.
Isabel vivió 53 años, de los cuales gobernó 30 años como reina de Castilla y 26 como reina consorte de Aragón al lado de Fernando II.
Primeros años
Isabel de Castilla, hija de Juan II de Castilla y de su segunda mujer, Isabel de Portugal(1428-1496), nació en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) el 22 de abril, Jueves Santo, de 1451 en el palacio que hoy ocupa el Monasterio de Nuestra Señora de Gracia. El lugar y la fecha de nacimiento han sido históricamente discutidos, toda vez que cuando nace, nadie es consciente de la importancia que esa niña iba a tener en el futuro. Madrigal era entonces una pequeña villa de realengo donde circunstancialmente residía su madre, Isabel de Aviz, y de ella recibe el nombre que entonces no era frecuente en España.
Dos años después, en Tordesillas, nació su hermano Alfonso. Con anterioridad, fruto del matrimonio entre Juan II de Castilla y María de Aragón, y por lo tanto hermano de Isabel por parte de padre, había nacido Enrique, que accedería al trono en 1454 como Enrique IV.
A la muerte de su padre en 1454, Isabel fue enviada con su madre y su hermano Alfonso a la villa de Arévalo, donde vería los ataques de locura de su madre. Esta es una época de dificultades, incluso económicas. En esta época Isabel se dedicó a leer libros religiosos. También trabó amistad con Beatriz de Silva (1424-1491), a la que luego ayudaría en la fundación de la Orden de la Inmaculada Concepción y a la que donó los palacios de Galiana en la ciudad de Toledo. Otros personajes importantes en este momento y en general en su vida fueron en el ámbito toledano Gutierre de Cárdenas, su esposa Teresa Enríquez y Gonzalo Chacón.
En 1461, Isabel y su hermano Alfonso son trasladados a Segovia, lugar donde se emplazaba la Corte, por estar cercano el nacimiento de la hija de los reyes, doña Juana de Castilla. Pronto los enemigos del rey la apodaron Juana "la Beltraneja", propagando el rumor de que el padre era Beltrán de la Cueva.
Una parte de los nobles se enfrentó al rey Enrique, formó un bando alrededor de su hermanastro Alfonso, de solo 12 años, y llegó a deponer a Enrique en la «farsa de Ávila». Isabel permaneció al lado de Alfonso durante este tiempo. Sin embargo, en 1468, Alfonso murió en Cardeñosa, quizás envenenado.
A pesar de las presiones de los nobles, Isabel rechazó proclamarse reina mientras Enrique IV estuviera vivo. Por el contrario, consiguió que su hermanastro le otorgase el título de Princesa de Asturias, en una discutida ceremonia que tuvo lugar en los Toros de Guisando, el 19 de septiembre de 1468, conocida como la Concordia de Guisando. Isabel se constituyó así como heredera a la corona, por delante de Juana, su sobrina y ahijada de bautismo, a quien parte de la nobleza no consideraba legitimada para ocupar el trono por las dudas que había sobre su paternidad. A partir de este momento, Isabel pasa a residir en Ocaña, villa perteneciente a don Juan Pacheco, marqués de Villena. El rey inicia contactos diplomáticos con otras casas reales para lograr un acuerdo matrimonial que le reporte beneficios.
Acuerdos matrimoniales
Ya desde los tres años, Isabel había estado comprometida con Fernando, hijo de Juan II de Aragón.
Sin embargo, Enrique IV rompió este acuerdo, seis años más tarde, para comprometerla con Carlos, príncipe de Viana. El matrimonio no llegó a consolidarse, por la férrea oposición de Juan II de Aragón. También fueron infructuosos los intentos de Enrique IV por desposarla con el rey Alfonso V de Portugal, primo en segundo grado de Isabel y casi 20 años mayor que ella. En 1464, logró reunirlos en el Monasterio de Guadalupe, pero ella le rechazó, alegando la diferencia de edad entre ambos.
Más tarde, cuando contaba 16 años, Isabel fue comprometida con don Pedro Girón, de 43 años, Maestre de Calatrava y hermano de don Juan Pacheco; pero Girón murió por causas desconocidas mientras realizaba el trayecto para encontrarse con su prometida.
El 18 de septiembre de 1468, Isabel fue proclamada Princesa de Asturias por medio de la Concordia de los Toros de Guisando, revocando Enrique IV de este modo el anterior nombramiento de su hija Juana. Tras la ceremonia, Isabel pasó a vivir en Ocaña, en contacto estrecho con la Corte. Enrique IV convino de nuevo el enlace entre Isabel y el rey Alfonso V de Portugal, ya que en el Tratado de los Toros de Guisando se había acordado que el matrimonio de Isabel debía celebrarse con la aprobación del monarca castellano. La propuesta entrañaba también el proyecto de casar a su hija Juana con el príncipe heredero Juan, hijo de Alfonso V de Portugal. De esta manera, Isabel sería trasladada al reino vecino y, a la muerte de su esposo, los tronos de Portugal y de Castilla pasarían a Juan II de Portugal y su esposa, Juana. Isabel se negó.
Tras esto, el rey trató de que se desposara con el duque de Guyena, hermano de Luis XI de Francia; de nuevo Isabel se negó. El monarca francés pidió entonces la mano de Juana para su hermano, el duque de Guyena; Luis XI quería alejar al duque de su entorno por suponer una amenaza para él. Los esponsales se realizaron en Medina del Campo (1470), pero el duque murió en 1472 de tuberculosis, antes de conocer a la novia.
Mientras tanto, Juan II de Aragón trató de negociar en secreto con Isabel la boda con su hijo Fernando. Isabel y sus consejeros consideraron que era el mejor candidato para esposo, pero había un impedimento legal, ya que eran primos segundos (sus abuelos, Fernando de Antequera y Enrique III, eran hermanos). Necesitaban, por tanto, una bula papal que les exonerara de la consanguinidad. El Papa, sin embargo, no llegó a firmar este documento, temeroso de las posibles consecuencias negativas que ese acto podría traerle al atraerse la enemistad de los reinos de Castilla, Portugal y Francia, todos ellos involucrados en negociaciones para desposar a la princesa Isabel con otro pretendiente.
Personas del entorno de Isabel falsificaron una supuesta bula emitida en junio de 1464 por el anterior Papa, Pío II, a favor de Fernando, en la que se le permitía contraer matrimonio con cualquier princesa con la que le uniera un lazo de consanguinidad de hasta tercer grado. Isabel aceptó y se firmaron las capitulaciones matrimoniales de Cervera, el 5 de marzo de 1469. Para los esponsales y ante el temor de que Enrique IV abortara sus planes, en mayo de 1469 y con la excusa de visitar la tumba de su hermano Alfonso, que reposaba en Ávila, Isabel escapó de Ocaña, donde era custodiada estrechamente por don Juan Pacheco. Por su parte, Fernando atravesó Castilla en secreto, disfrazado de mozo de mula de unos comerciantes. Finalmente el 19 de octubre de 1469 contrajeron matrimonio en el Palacio de los Vivero de Valladolid.
El matrimonio costó a Isabel el enfrentamiento con su hermanastro el rey. En 1471 el papa Sixto IV envió al cardenal Rodrigo de Borja a España como legado papal para arreglar diversos asuntos políticos en la península, entre ellos este enlace. Con él trajo la Bula de Simancas, que dispensaba de consanguinidad a los príncipes Isabel y Fernando. Borja negoció con ellos: les daría la bula a cambio de que ellos le concedieran la ciudad de Gandía a su hijo Pedro Luis. Isabel y Fernando cumplirían su parte del trato en 1485.
Reinado
Al morir Enrique IV, Isabel se proclamó Reina de Castilla el 13 de diciembre de 1474 en Segovia, basando su legitimidad en el Tratado de los Toros de Guisando. Estalló entonces la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479) entre los partidarios de Isabel y los de su sobrina Juana. El Tratado de Alcaçovas puso fin a la contienda, reconociendo a Isabel y Fernando como reyes de Castilla a cambio de ciertas concesiones a Portugal. Tras la guerra Isabel mandó construir el Monasterio de San Juan de los Reyes.
Instruyó a sus hijos en que tenían unas obligaciones por su rango de hijos de reyes, y que debían sacrificarse mucho por ese motivo. Los llevó consigo durante las campañas militares, pero también veló siempre por su bienestar, como lo prueba su valor ante el motín que tuvo lugar en el alcázar de Segovia en 1476. Allí tenían instalada los reyes la corte y allí vivía, en el alcázar su primogénita Isabel bajo la protección y cuidado de su amiga Beatriz de Bobadilla y de su esposo, el alcalde Andrés Cabrera. Éste era de origen judío, lo que en aquella época era fuente de tensiones raciales, y se le acusaba de querer aprovecharse de la confianza que los reyes le tenían, además de acusarle de malversación de fondos y de tiranía. El tumulto se convirtió en motín cuando unos provocadores, disfrazados de campesinos y con armas ocultas, arengaron a la población para destituir al alcaide. Hacia el Alcázar se dirigió una masa de gente furiosa, armada con herramientas de campesinos, palos y piedras. La reina se encontraba con el cardenal Mendoza cuando se enteró de lo ocurrido, pero ni uno ni otro tenían tropas suficientes para defender la plaza. Temerosa del riesgo que podía correr su hija, la reina subió a su caballo y, acompañada por tres guardias, cabalgó 60 kilómetros hasta Segovia. A la entrada, el obispo intentó detenerla por el gran peligro que corría, pero Isabel desoyó el consejo y avanzó hasta el Alcázar. Entró y dejó las puertas abiertas para que entraran todos los amotinados para exponerle sus quejas. Tras estudiar las quejas, mantiene en el puesto a Andrés Cabrera. El pueblo de Segovia le guardó fidelidad a partir de ese momento.
Durante las campañas militares de Fernando, la reina estuvo siempre en la retaguardia, acompañada de sus hijos y pendiente de proveer lo necesario. Su ayuda fue decisiva para la victoria castellano-aragonesa en la Guerra de Granada, como lo demuestran los hechos de la rendición de Baza (Granada). Sucedió que la ciudad llevaba cercada bastante tiempo pero la población no quería rendirse y los soldados cristianos comenzaban a desmoralizarse por el largo asedio. El rey Fernando pide a su mujer que se presente en el campo de batalla para levantar la moral de las tropas. Así lo hace Isabel, haciéndose acompañar de varias damas y de su primogénita Isabel. El impacto de su presencia fue inmediato, no sólo para las tropas cristianas, sino para la población asediada que inició su rendición, pero no ante el rey guerrero, sino ante la valerosa reina. Además, Isabel fue la precursora del Hospital de campaña, al hacerse acompañar de personal médico y ayudantes para atender a los heridos en el campo de batalla.
Creyó en los proyectos de Cristóbal Colón, a pesar de las muchas críticas y reacciones políticas adversas de la Corte y los científicos. Es sin embargo falsa la leyenda que dice que financió con sus joyas el viaje que llevaría al descubrimiento de América. Durante el reinado común con Fernando se produjeron hechos de gran trascendencia para el futuro del reino, como el establecimiento de la Santa Inquisición (1480), la creación de la Santa Hermandad, la incorporación del Reino nazarí de Granada, así como la unificación religiosa de la Corona Hispánica, basada en la conversión obligada de los judíos, so pena de muerte o expulsión (Edicto de Granada, 1492) y más tarde de los musulmanes.
Tras el descubrimiento de América en 1492 comenzó el proceso de evangelización de los indígenas nativos confiándole esta tarea a los monjes paulinos húngaros que se marcharon a las nuevas tierras en los próximos viajes de Colón. Los reyes se preocuparon por la conversión y el trato justo de los amerindios. Limitaron la esclavización de los indígenas iniciada por Colón a los casos previstos en las leyes castellanas de la época y prohibieron, con poco éxito, el repartimiento de indios entre los españoles asentados en el Caribe. Tras el fallecimiento el gobernador Ovando aprovechó el vacío de poder para instaurar la institución de la encomienda en la isla Española. Isabel y Fernando firmaron con Portugal el Tratado de Tordesillas (1494) que delimitó sus esferas de influencia en el océano Atlántico. Por deseo de los comerciantes urbanos creó la Santa Hermandad, cuerpo de policía para la represión del bandidaje, creando unas condiciones mucho más seguras para el comercio y la economía.
Para sus campañas militares contó con el servicio de Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán), que intervino en la conquista de Granada (1492), en las dos primeras Guerras de Italia y en la toma de Cefalonia (1500).
Dada la histórica implicación de la Corona de Aragón en Italia y por otra serie de razones (sus virtudes cristianas, la conquista de Granada, la expulsión de los judíos y la cruzada contra los musulmanes), Fernando e Isabel recibieron el título de Reyes Católicos otorgado por el Papa Alejandro VI, mediante la bula Si convenit, de 19 de diciembre de 1496. Dicho título fue heredado por los descendientes en el trono (tanto austrias como borbones), poseyéndolo actualmente el rey Felipe VI de España. El papa Alejandro VI le concedió la distinción honorífica de Rosa de Oro de la Cristiandad en 1500.
Al final de sus días, las desgracias familiares se cebaron con ella. La muerte de su único hijo varón y el aborto de la esposa de éste, la muerte de su primogénita y de su nieto Miguel (que iba a unificar los Reinos de los Reyes Católicos con el de Portugal), la presunta "locura" de su hija Juana (que desafió abiertamente a su madre en Medina del Campo) y los desaires de Felipe el Hermoso, y la incertidumbre de su hija Catalina tras la muerte de su esposo inglés, la sumieron en una profunda depresión que hizo que vistiera de luto íntegro.
Muerte
Estaba la corte en Medina del Campo (Valladolid), cuando se declaró la grave enfermedad, una hidropesía, dijo como testigo Pedro Mártir. Consciente del desenlace, mandó que las misas por su salud se tornaran por su alma, pidió la extremaunción y el Santísimo Sacramento. Habiendo otorgado testamento a 12 de octubre, falleció poco antes del mediodía del 26 de noviembre de 1504, en el Palacio Real:
Mi cuerpo sea sepultado en el momasterio de S. Francisco que es en el Alhambra de la ciudad de Granada (...) en una sepultura baja que no tenga bulto alguno, salvo una losa baja en el suelo, llana, con sus letras en ella. Pero quiero e mando, que si el Rei eligiere sepultura en otra cualquier iglesia o monasterio de cualquier otra parte o lugar destos mis reinos, que mi cuerpo sea allí trasladado e sepultado junto (...). Diego Clemencín, 1821.
Primeramente fue inhumada en el monasterio de San Francisco de la Alhambra, el 18 de diciembre de 1504, en una sencilla sepultura, según su deseo. Poco después, sus restos mortales, junto con los de su esposo Fernando el Católico, fueron trasladados a la Capilla Real de Granada. Su hija Juana I y el marido de ésta, Felipe el Hermoso, también reposan allí. Asimismo se enterró en este lugar a su nieto Miguel de la Paz, hijo del rey Manuel I de Portugal y la infanta Isabel de Aragón, quien falleció poco antes de cumplir los 2 años de edad.
En el museo de la Capilla Real se encuentran la corona y el cetro de la reina, quien además dotó a la Capilla de un importante grupo de cuadros (aún in situ), de Botticelli, Dirk Bouts, Rogier van der Weyden y Hans Memling, entre otros, y muchas de sus pertenencias personales.
Testamento y sucesión
En su testamento la reina estipuló que, si bien la heredera del trono era su hija Juana, el rey Fernando administraría y gobernaría Castilla en su nombre al menos hasta que el infante Carlos, primogénito de Juana, cumpliera veinte años. Después de los hijos de Juana la línea sucesoria pasaría a María, la hija menor de Isabel, y solo después a Catalina.
Sin embargo la nobleza castellana no apoyó a Fernando y este optó por retirarse a Aragón. El gobierno de Castilla quedó entonces para el rey Felipe I, esposo de Juana, pero a los pocos meses murió repentinamente y ello llevó a que Fernando fuese nombrado de nuevo regente. Juana fue encerrada en Tordesillas por su padre, que gobernó Castilla hasta su muerte en 1516. Le sucedió Carlos, hijo de Juana y nieto de Isabel y Fernando.
Por otra parte en su testamento Isabel les pidió a sus sucesores que se esforzasen en conquistar para el cristianismo el Norte de África continuando la reconquista peninsular y que se convirtiese al cristianismo a los habitantes de América ("las yslas y Tierra Firme del Mar Oçéano") y se les tratase justamente.
El testamento original de la reina se conserva en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Una copia se envió al monasterio de Santa Isabel de la Alhambra de Granada. Y otra, a la catedral de Toledo, aunque desde 1575 pasó al Archivo General de Simancas.
Posteridad
Durante los siglos XVI y XVII la figura de Isabel fue relativamente eclipsada en la memoria histórica por la de su marido, el rey Fernando, al que los cronistas de aquellos tiempos pintaban de magnánimo, afable, templado y dispuesto a negociar, en contraste con el rigor e inflexibilidad que se proyectaba en los retratos de Isabel. A principios del siglo XIX Diego Clemencín escribió un Elogio de la Reina Católica que por primera vez se centró en la figura de la reina, a la que colmó de virtudes, relegando a su marido a un segundo plano. Esta obra influyó en todos los historiadores siguientes hasta al menos mediados del siglo XX. En 1815 el rey Fernando VII, tras regresar a España y restaurar el absolutismo, creó la orden de Isabel la Católica, alta condecoración que sigue otorgando en la actualidad el gobierno español. Más tarde, los liberales y románticos españoles del siglo XIX tendieron a tener una imagen positiva de los Reyes Católicos, a los que consideraban los últimos monarcas nacionales. A partir de 1938, la dictadura de Francisco Franco utilizó profusamente en su propaganda la figura y los símbolos de Isabel "la Católica".
En 1952 fue publicado por vez primera el texto de la bula Si convenit que otorgaba a Isabel y Fernando el título de "católicos".
En 1958 José García y Goldaraz, arzobispo de Valladolid, inició el proceso para la beatificación de Isabel. Creó un equipo de historiadores españoles a los que encargó escribir sobre los puntos más conflictivos de la biografía de la reina. Luis Suárez Fernández se encargó de la expulsión de los judíos y como resultado de su trabajo publicó varios libros. Otros miembros del equipo fueron Antonio Rumeu de Armas y Miguel Ángel Ladero Quesada. El historiador István Szászdi ha denunciado que los partidarios de la beatificación o algunos nacionalistas españoles han hecho desaparecer documentos históricos de los archivos que podían comprometer la legitimidad de Isabel como reina.
El proceso de beatificación sigue su curso en la actualidad, sostenido por el apoyo económico de los herederos del empresario mexicano Pablo Díaz. Los partidarios de Isabel achacan que el Vaticano no la haya beatificado a la oposición de un "lobby judío".
Descendencia
              Isabel (1 o 2 de octubre de 1470 – 1498), Princesa de Asturias (1476–1480; 1498), contrajo matrimonio con el Infante Alfonso de Portugal, pero a su muerte se casó en 1495 con el primo del fallecido, Manuel, que fue rey de Portugal con el nombre de Manuel I, el Afortunado. Fue reina de Portugal entre 1495 y 1498, muriendo en el parto de su primer hijo Miguel de Paz.
              Juan (30 de junio de 1478 – 1497), Príncipe de Asturias (1480–1497). En 1497, contrajo matrimonio con Margarita de Austria (hija del emperador germánico Maximiliano I de Habsburgo); murió de tuberculosis poco después. Tuvo una hija póstuma que nació muerta. Margarita se fue de España y se encargó por un tiempo de su sobrino Carlos, futuro emperador Carlos V.
              Juana I de Castilla (6 de noviembre de 1479 – 1555), Princesa de Asturias (1502–1504), Reina de Castilla(1504–1555) con el nombre de Juana I. En 1496, contrajo matrimonio con Felipe el Hermoso de Habsburgo (también hijo del emperador Maximiliano I). Con él entró una nueva dinastía en España, la de los Habsburgo, que formaban la Casa de Austria. Su primogénita fue Leonor de Austria (1498-1558). En 1500 Juana fue por segunda vez madre, esta vez de su primer hijo varón, el futuro Carlos I, quien la sucedería y sería también Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V. En 1503, dio a luz a Fernando, sucesor de Carlos en el Sacro Imperio como Fernando I, y restauró la rama austríaca imperial de la Casa de los Austrias. Mentalmente afectada por la muerte de su marido, fue recluida por su padre Fernando en Tordesillas, donde murió.
              María (29 de junio de 1482 – 1517), contrajo matrimonio en 1500 con el viudo de su hermana Isabel, Manuel I de Portugal, el Afortunado. Fue madre de diez hijos, entre ellos: Juan III, Enrique I de Portugal y la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V.

              Catalina (15 de diciembre de 1485 – 1536), contrajo matrimonio con el príncipe Arturo de Gales en 1502, que murió pocos meses después de la boda. En 1509 se desposó con el hermano de su difunto marido, que sería Enrique VIII. Por lo tanto se convirtió en reina de Inglaterra; fue madre de la reina María I de Inglaterra, María Tudor.

JUANA LA LOCA

Juana I de Castilla, llamada «la Loca» (Toledo, 6 de noviembre de 1479-Tordesillas, 12 de abril de 1555), fue reina de Castilla de 1504 a 1555, y de Aragón y Navarra, desde 1516 hasta 1555, si bien desde 1506 no ejerció ningún poder efectivo y a partir de 1509 vivió encerrada en Tordesillas, primero por orden de su padre Fernando el Católico y después por orden de su hijo el Rey Carlos I. Por nacimiento, fue infanta de Castilla y Aragón, desde joven mostró signos de indiferencia religiosa que su madre trató de mantener en secreto. En 1496 contrajo matrimonio con Felipe el Hermoso, archiduque de Austria, duque de Borgoña y Brabante y Conde de Flandes con quien tuvo seis hijos. Se convierte en heredera de las Coronas de Castiila y Aragon a consecuencia de la muerte de sus hermanos Juan e Isabel y de su sobrino Miguel de la Paz. A la muerte de su madre, Isabel la Católica, en 1504 fue proclamada reina de Castilla junto a su esposo; y cuando su padre, Fernando el Católico, fallece en 1516 pasó a ser nominalmente reina de Navarra y soberana de la corona de Aragón. Por lo tanto, el 25 de enero de 1516, se convirtió teóricamente en la primera reina de las coronas que conformaron la actual España; sin embargo, desde 1506 su poder sólo fue nominal, siendo su hijo Carlos el rey efectivo de Castilla y de Aragón. El levantamiento comunero de 1520 la sacó de su cárcel y le pidió encabezar la revuelta, pero ella se negó y cuando su hijo Carlos derrotó a los comuneros volvió a encerrarla, pidiendo incluso que la torturasen. Fue apodada «la Loca» por una supuesta enfermedad mental ocasionada por los celos hacia su marido y el dolor que sintió tras su muerte, que fue el argumento utilizado por su padre y por su hijo para mantenerla encerrada en Tordesillas de por vida.
Infancia y juventud
La reina Juana fue la tercera de los hijos de Fernando II de Aragón y de Isabel I de Castilla. El 6 de noviembre de 1479 nació en Toledo y fue bautizada con el nombre del santo patrón de su familia, al igual que su hermano mayor, Juan.
Desde pequeña, recibió la educación propia de una infanta e improbable heredera al trono, basada en la obediencia más que en el gobierno, a diferencia de la exposición pública y las enseñanzas del gobierno requeridos en la instrucción de un príncipe heredero. En el estricto e itinerante ambiente de la corte castellano-aragonesa de su época, Juana estudió comportamiento religioso, urbanidad, buenas maneras propias de la corte, sin desestimar artes como la danza y la música, el entrenamiento como amazona y el conocimiento de lenguas romances propias de la península Ibérica, además del francés y del latín. Entre sus principales preceptores se encontraban el sacerdote dominico Andrés de Miranda, Beatriz Galindo y su madre, la reina, que trató de moldearla a su hechura devocional. El manejo de la casa de la infanta y, por ende, de su ambiente inmediato estaba totalmente dominado por sus padres. La casa incluía personal religioso, oficiales administrativos, personal encargado de la alimentación y criadas y esclavas, Todos seleccionados por sus padres sin intervención de ella misma. A diferencia de Juana, su hermano Juan, Príncipe de Asturias y de Gerona, comenzó a hacerse cargo de su casa y de posesiones territoriales como entrenamiento en el dominio de sus futuros reinos.
Ya en 1495 Juana daba muestras de escepticismo religioso y poca devoción por el culto y los ritos cristianos. Este hecho alarmaba a su madre, que ordenó que se mantuviese en secreto.
Matrimonio y la Armada de Flandes
Como era costumbre en la Europa de esos siglos, Isabel y Fernando negociaron los matrimonios de todos sus hijos con el fin de asegurar objetivos diplomáticos y estratégicos. A fin de reforzar los lazos con el Sacro Emperador Romano Germánico, Maximiliano I de Habsburgo, contra los monarcas franceses de la dinastía Valois, ofrecieron a Juana en matrimonio a su hijo, Felipe, archiduque de Austria. A cambio de este enlace, los Reyes Católicos pedían la mano de la hija de Maximiliano, Margarita de Austria, como esposa para el príncipe Juan. Con anterioridad, Juana había sido considerada para el delfín Carlos, heredero del trono francés, y en 1489 pedida en matrimonio por el rey Jacobo IV de Escocia, de la dinastía Estuardo.
En agosto de 1496, la futura archiduquesa partió de Laredo (actual Cantabria) en una de las carracas genovesas al mando del capitán Juan Pérez. La flota también incluía, para demostrar el esplendor de la corona castellano-aragonesa a las tierras del norte y su poderío al hostil rey francés, otros 19 buques, desde naos a carabelas, con una tripulación de 3.500 hombres, al mando del almirante Fadrique, y pilotada por Sancho de Bazán. Se le unieron asimismo unos 60 navíos mercantes que transportaban la lana exportada cada año desde Castilla. Era la mayor flota en misión de paz montada hasta entonces en Castilla. Juana fue despedida por su madre y hermanos, e inició su rumbo hacia Flandes, hogar de su futuro esposo. La travesía tuvo algunos contratiempos que, en primer lugar, la obligaron a tomar refugio en Portland, Inglaterra, el 31 de agosto. Cuando finalmente la flota pudo acercarse a Middelburg, Zelanda, una carraca genovesa que transportaba a 700 hombres, las vestimentas de Juana y muchos de sus efectos personales, encalló en un banco de piedras y arena y tuvo que ser abandonada. Juana, por fin en las tierras del norte, no fue recibida por su prometido. Ello se debía a la oposición de los consejeros francófilos de Felipe a las alianzas de matrimonio pactadas por su padre el Emperador. Aún en 1496, los consejeros albergaban la posibilidad de convencer a Maximiliano de la inconveniencia de una alianza con los Reyes Católicos y las virtudes de una alianza con Francia. La boda se celebró por fin el 20 de octubre de 1496. El ambiente de la corte con el que se encontró Juana era radicalmente opuesto al que ella vivió en su España natal. Por un lado, la sobria, religiosa y familiar corte de Fernando e Isabel contrastaba con la desinhibida y muy individualista corte borgoñona-flamenca, muy festiva y opulenta gracias al comercio de tejidos que sus mercados dominaban desde hacía un siglo y medio. En efecto, a la muerte de María de Borgoña, la casa de Felipe, de cuatro años, había sido rápidamente dominada por los grandes nobles borgoñones, principalmente a través de consejeros adeptos y fieles a sus intereses.
Aunque los futuros esposos no se conocían, se enamoraron locamente al verse. No obstante, Felipe pronto perdió el interés en la relación, lo cual hizo nacer en Juana unos celos patológicos. Al poco tiempo llegaron los hijos, que agudizaron los celos de Juana. El 24 de noviembre de 1498, en la ciudad de Lovaina (cerca de Bruselas) nació su primogénita, Leonor, llamada así en honor de la abuela paterna de Felipe, Leonor de Portugal. Juana vigilaba a su esposo todo el tiempo y, pese al avanzado estado de gestación de su segundo embarazo, del que nacería Carlos (llamado así en honor al abuelo materno de Felipe, Carlos el Temerario), el 24 de febrero de 1500, asistió a una fiesta en el palacio de Gante. Aquel mismo día tuvo a su hijo, según se dice, en los lavabos del palacio. Al año siguiente, el 18 de julio de 1501, en Bruselas, nació la tercera hija del matrimonio, llamada Isabel en honor de la madre de Juana.
Varios sacerdotes enviados a Flandes por los Reyes Católicos informaron en este tiempo de que Juana seguía resistiéndose a confesarse y a asistir a misa.
Reina de Castilla
Muertos sus hermanos Juan (1497) e Isabel (1498), así como el hijo de ésta, el infante portugués Miguel (1500), Juana se convirtió en heredera de Castilla y Aragón. En noviembre de 1501 Felipe y Juana emprendieron camino por tierra desde Bruselas, tardando seis meses en llegar a Toledo. Prestaron juramento como herederos ante las cortes castellanas en la catedral de Toledo el 22 de mayo de 1502. En 1503 su marido, Felipe, regresó a Flandes a resolver unos asuntos, mientras que Juana quedó en España a petición de sus padres para que conociera a sus futuros súbditos y porque estaba en plena gestación. Ello la sumió en una gran tristeza. El 10 de marzo de 1503, en la ciudad de Alcalá de Henares, dio a luz un hijo, al que se llamó Fernando en honor a su abuelo materno, Fernando el Católico. En Bruselas estaban sus tres hijos mayores. Tras el parto Juana volvió a pedir ir a Flandes pero su madre le dio largas y además la guerra con Francia convertía el camino por tierra en inviable. Como Juana insistía su madre ordenó al obispo Fonseca que la mantuviese recluida en el castillo de la Mota. Madre e hija terminaron chocando y al final Isabel tuvo que resignarse y darle permiso para que Juana regresase a Flandes, lo cual al final consiguió en junio de 1504.
La reina Isabel murió el 26 de noviembre de 1504, planteándose el problema de la sucesión en Castilla. Según el historiador Gustav Bergenroth, su madre desheredó a Juana en su testamento porque no iba a misa ni quería confesarse. Sin embargo su padre Fernando la proclamó reina de Castilla y siguió él mismo gobernando el reino.
Pero el marido de Juana, el archiduque Felipe no estaba por la labor de renunciar al poder y en la concordia de Salamanca (1505) se acordó el gobierno conjunto de Felipe, Fernando el Católico y la propia Juana. Entre tanto Felipe y Juana permanecieron en la corte de Bruselas, donde el 15 de septiembre de 1505 ella dio a luz a su quinto hijo, una niña llamada María. Mientras tanto se preparó una gran flota para transportar a la nueva familia real castellana a su reino.
A finales de 1505 Felipe estaba impaciente por ir a Castilla y por ello ordenó que zarpase la flota cuanto antes, a pesar del riesgo que suponía navegar en invierno. Partieron el 10 de enero de 1506, con 40 barcos. En el canal de la Mancha una fuerte tormenta hundió varios navíos y dispersó al resto. Se temió por la vida de los reyes, que al final recalaron en Portland. La armada tuvo que permanecer durante tres meses en Inglaterra. En Londres Juana pudo visitar durante un día a su hermana Catalina, a la que no veía desde hacía 10 años. Zarparon de nuevo en abril de 1506 y en vez de dirigirse a Laredo, donde se les esperaba, pusieron rumbo a La Coruña, probablemente para ganar tiempo y poder reunirse con nobles castellanos antes de presentarse ante Fernando. Felipe consiguió el apoyo de la mayoría de la nobleza castellana, por lo que Fernando tuvo que firmar la concordia de Villafáfila (27 de junio de 1506) y retirarse a Aragón con una serie de compensaciones económicas. Felipe fue proclamado rey de Castilla en las Cortes de Valladolid con el nombre de Felipe I.
El 25 de septiembre de ese año muere Felipe I el Hermoso en el Palacio de los Condestables de Castilla, según algunos envenenado, y entonces circulan rumores sobre una supuesta locura de Juana. En ese momento Juana decide trasladar el cuerpo de su esposo desde Burgos, donde había muerto y en el que ya había recibido sepultura, hasta Granada, tal como él mismo había dispuesto viéndose morir (excepto su corazón, que deseaba que se mandase a Bruselas, como así se hizo), viajando siempre de noche. Pero su padre se mostró reacio a permitir que su yerno estuviera enterrado en Granada antes que él mismo, y los desplazamientos se limitaron en un espacio reducido en Castilla. La reina Juana no se separaría ni un momento del féretro y este traslado se prolongará durante ocho fríos meses por tierras castellanas. Acompañaron al féretro gran número de personas entre las que se contaban religiosos, nobles, damas de compañía, soldados y sirvientes diversos. Ello hizo que las murmuraciones sobre la locura de la reina aumentasen cada día entre los habitantes de los pueblos que atravesaban. Después de unos meses, los nobles «obligados» por su posición a seguir a la reina se quejaron de estar perdiendo el tiempo en esa «locura» en lugar de ocuparse como deberían de sus tierras. En la ciudad de Torquemada (Palencia), el 14 de enero de 1507, Juana daba a luz a su sexto hijo y póstumo de su marido, una niña bautizada con el nombre de Catalina.
En cuanto al gobierno del reino, el 24 de septiembre, un día antes de la muerte de Felipe I, los nobles acordaron formar un Consejo de Regencia interina para gobernar provisionalmente el reino presidido por Cisneros y formado por el Almirante de Castilla, el Condestable de Castilla, Pedro Manrique de Lara y Sandoval duque de Nájera, Diego Hurtado de Mendoza y Luna, duque del Infantado, Andrés del Burgo, embajador del Emperador, y Filiberto de Vere, mayordomo mayor del rey Felipe. La nobleza y las ciudades contendieron acerca de quién debía desempeñar la Regencia, pues por un lado estaban lo que querían al emperador Maximiliano durante la minoría del príncipe Carlos, como los Manrique, Pacheco y Pimentel; y por otro lado, los que querían la regencia Fernando el Católico tal y como quedó establecida en el testamento de Isabel la Católica y las cortes de Toro de 1505, como los Velasco, Enríquez, Mendoza y Álvare de Toledo. Sin embargo, la reina Juana trató de gobernar por sí misma, revocó e invalidó las mercedes otorgadas por su marido, para lo cual intentó restaurar el Consejo Real de la época de su madre.
Sin consultar a Juana, Cisneros acudió a Fernando el Católico para que regresara a Castilla. Pero a pesar de los intentos de Cisneros, nobles y prelados, la reina no reclamó a su padre para gobernar y de hecho llegó a prohibir la entrada del arzobispo a palacio. Para dar legalidad al nombramiento de regente a Fernando el Católico, el Consejo Real y Cisneros buscaron encauzar el vacío de poder con la convocatoria de Cortes, pero la reina se negó a convocarlas, y los procuradores abandonaron Burgos sin haberse constituido como tales.
Tras regresar de tomar posesión del Reino de Nápoles, Fernando el Católico se entrevistó con su hija el 28 de agosto de 1507, y volvió a asumir el gobierno de Castilla. En febrero de 1509 Fernando ordenó encerrar a Juana en Tordesillas para evitar que se formase un partido nobiliario en torno de su hija, encierro que mantendría su hijo Carlos I más adelante. El encierro de Juana también estuvo motivado para impedir las apetencias del rey de Inglaterra y el emperador sobre el gobierno de Castilla. El rey Enrique VII de Inglaterra manifestó su interés en casarse con Juana, y Fernando tuvo que salvar diplomáticamente el asunto presentando a su nieto Carlos, príncipe de Asturias, como su hijo y sucesor, y planteando el matrimonio del príncipe con María Tudor hija del rey inglés; Enrique VII murió en 1509 y su sucesor Enrique VIII casó con la hija de Fernando, Catalina de Aragón, zanjando la oposición inglesa a la regencia de Fernando. Solo quedaba la oposición del emperador Maximiliano I, que amenazó con traer a su nieto el príncipe de Asturias a Castilla y gobernar en su nombre, al temer que el segundo matrimonio de Fernando podría engendrar un hijo varón que podría poner en peligro la sucesión de su nieto el príncipe Carlos. Fernando aprovechó la debilidad del emperador en Italia frente a Venecia para asegurarse un acuerdo favorable en Blois en diciembre de 1509, que respetaba la voluntad de Isabel la Católica a cambio de unas no excesivas compensaciones económicas, por lo que el emperador renunciaba a sus pretensiones de regencia en Castilla, y en las Cortes de 1510 ratificaron a Fernando como regente.
En 1515 Fernando incorporó a la Corona de Castilla el Reino de Navarra, que había conquistado tres años antes. En 1516 murió el rey y, por su testamento, Juana se convirtió en reina nominal también de Aragón. Sin embargo, varias instituciones de la Corona aragonesa no la reconocieron como tal en virtud de la complejidad institucional de los fueros. Ejercieron la regencia de Aragón el arzobispo de Zaragoza, Alonso de Aragón, hijo natural de Fernando el Católico, y la de Castilla el Cardenal Cisneros hasta la llegada del príncipe Carlos desde Flandes.
Carlos se benefició de la coyuntura de la incapacidad de Juana para proclamarse rey, de forma que se apropió de los títulos reales que le correspondían a su madre. Así, oficialmente, ambos, Juana y Carlos, correinaron en Castilla y Aragón. De hecho, Juana nunca fue declarada incapaz por las Cortes de Castilla ni se le retiró el título de reina. Mientras vivió, en los documentos oficiales debía figurar en primer lugar el nombre de la reina Juana. Pero en la práctica Juana no tuvo ningún poder real porque Carlos mantuvo a su madre encerrada. De hecho ordenó que la obligasen a escuchar misa y confesarse empleando tortura si fuere necesario.
Encierro en Tordesillas
Desde que su padre la recluyera en 1509, la reina Juana permaneció en una casona-palacio-cárcel de Tordesillas hasta que murió, el 12 de abril de 1555, después de 46 años de reclusión forzosa y siempre vestida de negro, con la única compañía de su última hija, Catalina, hasta que esta salió en 1525 para casarse con Juan III de Portugal. Juana y su hija fueron ninguneadas y maltratadas física y psicológicamente por sus carceleros. Especialmente duros fueron los largos años de servicio de los marqueses de Denia, Bernardo de Sandoval y Rojas y su esposa. El marqués cumplió su función con gran celo, como parecía jactarse en una carta dirigida al emperador en la que aseguraba que, aunque doña Juana se lamentaba constantemente diciendo que la tenía encerrada «como presa» y que quería ver a los grandes, «porque se quiere quejar de cómo la tienen», el rey debía estar tranquilo, porque él controlaba la situación y sabía dar largas a esas peticiones. El confinamiento de doña Juana, por su presunta incapacidad mental, era esencial para la legitimidad en el trono castellano primero de su padre Fernando y después de su hijo Carlos I. Si se empezaba a rumorear que la reina estaba cuerda, los adversarios del nuevo rey podrían derrocarlo por usurpador. De ahí que la figura de doña Juana se convirtiera en una pieza clave para legitimar el movimiento de las Comunidades.
Los reyes Fernando y Carlos trataron de borrar cualquier vestigio documental del encierro de la reina Juana. No hay rastro de la correspondencia intercambiada entre Fernando y Luis Ferrer, y Carlos V parece haber tenido el mismo cuidado. Incluso Felipe II ordenó quemar ciertos papeles relativos a su abuela.
Movimiento comunero
El levantamiento comunero (1520) la reconoció como soberana en su lucha contra Carlos I. Después del incendio de Medina del Campo, el gobierno del cardenal Adriano de Utrech se tambaleó. Muchas ciudades y villas se sumaron a la causa comunera, y los vecinos de Tordesillas asaltaron el palacio de la reina obligando al marqués de Denia a aceptar que una comisión de los asaltantes hablara con doña Juana. Entonces se enteró la reina de la muerte de su padre y de los acontecimientos que se habían producido en Castilla desde ese momento. Días más tarde Juan de Padilla se entrevistó con ella, explicándole que la Junta de Ávila se proponía acabar con los abusos cometidos por los flamencos y proteger a la reina de Castilla, devolviéndole el poder que le había sido arrebatado, si es que ella lo deseaba. A lo cual doña Juana respondió: «Sí, sí, estad aquí a mi servicio y avisadme de todo y castigad a los malos». El entusiasmo comunero, después de esas palabras, fue enorme. Su causa parecía legitimada por el apoyo de la reina.
A partir de ahí el objetivo de los comuneros sería, en primer lugar demostrar que doña Juana no estaba loca y que todo había sido un complot, iniciado en 1506, para apartarla del poder; y después, que la reina, además de con sus palabras, avalara con su firma los acuerdos que se fueran tomando. Para ello, la Junta de Ávila se trasladó a Tordesillas, que se convertiría por algún tiempo en centro de actuación de los comuneros. Después de estos cambios, todos, incluso el cardenal, afirmaban que doña Juana «parece otra» porque se interesaba por las cosas, salía, conversaba, cuidaba de su personal y, por si fuera poco, pronunciaba unas atinadas y elocuentes palabras ante los procuradores de la Junta; palabras que recogieron notarios y se comenzaron a difundir. Pero la Junta necesitaba algo más que palabras de la reina, necesitaba documentos, necesitaba la firma real para validar sus actuaciones. Una firma que podía suponer el final del reinado de Carlos, como recuerda a éste el cardenal Adriano: «si firmase su alteza, que sin duda alguna todo el Reino se perderá». Pero en esto los comuneros, como antes los partidarios del rey, tropezaron con la férrea negativa de doña Juana, a la que ni ruegos ni amenazas hicieron firmar papel alguno.
A finales de 1520, el ejército imperial entró en Tordesillas, restableciendo en su cargo al marqués de Denia. Juana volvió a ser una reina cautiva, como aseguraba su hija Catalina, cuando comunicaba al emperador que a su madre no la dejaban siquiera pasear por el corredor que daba al río: «y la encierran en su cámara que no tiene luz ninguna».
Últimos años
La vida de doña Juana se deterioró progresivamente, como testimoniaron los pocos que consiguieron visitarla. Sobre todo cuando su hija menor, que procuró protegerla frente al despótico trato del marqués de Denia, tuvo que abandonarla para contraer matrimonio con el rey de Portugal. Desde ese momento los episodios depresivos se sucedieron cada vez con más intensidad.
En los últimos años, a la presunta enfermedad mental se unía la física, completamente cierta. Tenía grandes dificultades en las piernas, las cuales finalmente se le paralizaron. Entonces volvió a ser objeto de discusión su indiferencia religiosa, sugiriendo algunos religiosos que podía estar endemoniada. Por ello, su nieto Felipe pidió a un jesuita, el futuro san Francisco de Borja, que la visitara y averiguara qué había de cierto en todo ello. Después de hablar con ella, el jesuita aseguró que las acusaciones carecían de fundamento y que, dado su estado mental, quizá la reina no había sido tratada adecuadamente. Sin embargo en su lecho de muerte se negó a confesarse al serle administrada la extremaunción.
Controversia sobre su salud mental
La versión oficial en el siglo XVI fue que la reina Juana había sido retirada del trono por su incapacidad debida a una enfermedad mental. Se ha escrito que pudo padecer de melancolía, trastorno depresivo severo, psicosis, o esquizofrenia heredada. Hay debate sobre el diagnóstico de su enfermedad mental, considerando que sus síntomas se agravaron por un confinamiento forzoso y el sometimiento a otras personas. También se ha especulado que pudo heredar alguna enfermedad mental de la familia de su madre, ya que su abuela materna, Isabel de Portugal, reina de Castilla, padeció por lo mismo durante su viudez después de que su hijastro la exiliara al Castillo de Arévalo, en Ávila.
Gustav Bergenroth fue el primero, en los años 1860, que halló documentos en Simancas y en otros archivos que mostraban que la hasta entonces llamada Juana la Loca en realidad había sido víctima de una confabulación tramada por su padre, Fernando, y luego confirmada por su hijo Carlos.
Ascendencia

Descendencia
              Leonor (1498–1558), reina consorte de Portugal siendo la tercera esposa de Manuel I de Portugal y a la muerte de este contrajo matrimonio con Francisco I de Francia;
              Carlos (1500–1558), rey de España (1516-1556), con el nombre de Carlos I, y Emperador del Sacro Imperio (1519-1558) con el nombre de Carlos V;
              Isabel (1501–1526), reina consorte de Dinamarca y la Unión de Kalmar, esposa de Cristián II.
              Fernando (1503–1564), Emperador del Sacro Imperio, con el nombre de Fernando I, al suceder a su hermano Carlos. Así se crearon la línea austriaca y española de los Habsburgo;
              María (1505–1558), reina consorte de Hungría y Bohemia, esposa de Luis II y a la muerte de este fue Gobernadora de los Países Bajos;

              Catalina (1507–1578), fue reina consorte de Portugal, casada con Juan III, fue abuela del rey Sebastián I de Portugal.