martes, 10 de noviembre de 2015
jueves, 9 de julio de 2015
El Amante
TENGO QUE DECIRTE ADIÓS
EN SILENCIO Y SIN NOMBRARTE
PUES YO NO PUEDO ARRASTRARTE
A PAGAR TAN DURO PRECIO
SABEMOS QUE FUIMOS NECIOS
QUE TODO FUE UNA LOCURA
QUE NO POCAS AMARGURAS
YA LLEVAMOS COMPARTIDAS
QUE SI LO DICTO LA VIDA
QUE SI FUE NUESTRO DESTINO
SOLAMENTE ES EL CAMINO DE AQUEL
DE AQUEL QUE SIEMPRE CAMINA
SE QUE TU AMOR HE QUITADO
A UN HOMBRE QUE ES TU MARIDO
Y HASTA HOY HE COMPARTIDO
LO QUE TÚ
ME HAS REGALADO
MAS TODO CUANTO HE LLORADO
EN TU AUSENCIAS EN MUCHAS NOCHES
NO SON CAUSAS DE REPROCHES
POR QUE SABES
QUE TE QUIERO
QUE LO ABANDONES
NO QUIERO
PORQUE ESTO ES CAUSA PERDIDA
NO CAUSEMOS MAS HERIDAS QUE YA
QUE YA BASTANTES TENEMOS
PUES SI DE HOY EN ADELANTE
TE LLEVO A VIVIR CONMIGO
SERA PEOR EL CASTIGO
QUE LA GENTE NOS DEPARE
PUES MUJER QUE SE SEPARE
DEL LEGITIMO MARIDO
POR OTRO QUE HAYA ELEGIDO
PARA DARLE SUS AMORES
ES CAUSA DE MIL RUMORES
DE CALUMNIAS HUMILLANTES
AUNQUE SIEMPRE POR DELANTE
LA TRATARAN DE SEÑORA
TE RECIBIRÁN SONRIENTES
TE PREGUNTARAN TUS COSAS
PERO SUS LENGUAS CURIOSAS
NO PREGUNTARAN POR MI
PUES CUANDO HABLEN DE MI
AQUELLOS QUE TE CONOCEN
HABRÁN DE BAJAR LAS VOCES
PARA QUE TU NO TE ENTERES
SOBRE TODO LAS MUJERES
DANDO A SU VOZ FORMA OSCURA
Y ENVIDIANDO TU LOCURA
LO GRITARAN EN SILENCIO
DIRÁN QUE SOMOS DOS NECIOS
ABSURDOS, CRUELES, MALVADOS
QUE TU ESTE PASO LO HAS DADO BUENO
PORQUE TE TENGO HECHIZADA
Y VERAS
ESO NO NADA
POR QUE DELANTE DE TI
NUNCA TE HABLARAN DE MI
PORQUE NO PODRÁN NOMBRARME
TAN SOLO PODRÁN LLAMARME
POR UN NOMBRE QUE TE DAÑA
PALABRA QUE LLEVA SAÑA
Y SE DICE POR LO BAJO
Y QUE SERA COMÚN SIN TAJO
TE CAUSARAN AL OÍRLA
Y QUE DE TANTO REPETIRLA
LO DIRÁN FAMILIARMENTE
NUNCA VERAS QUE LA GENTE
DIRÁ QUE YO SOY TU ESPOSO
Y ESO PARA MI ES HERMOSO
PERO NUNCA LO DIRÁN
ES MAS NO ME NOMBRARAN
MI NOMBRE SE HABRÁ PERDIDO
NO DIRÁN ES SU MARIDO
DIRAN POR MI: ¡EL AMANTE!
POR ESO VOY A DEJARTE
MANCHAR TU VIDA NO QUIERO
SIN TI
YA SE QUE ME MUERO
PERO ESO ES COSA MÍA
TAL VEZ
QUIZÁS
ALGÚN DÍA
Y EN FORMA MUY CONFIDENTE
A ALGUNA AMIGA LE CUENTES
QUE TUVISTE UN AMANTE
MAS ESTO AQUÍ FINALIZA
LA CULPA
FUE SOLO NUESTRA
UN BOTÓN BASTA DE MUESTRA...
LOS DEMÁS A LA CAMISA!
El Maniquí
Tan solo quedó al fin, el viejo maniquí
donde probabas tú la seda y el chifón
que llamo la atención de todo aquel que vió
tu cuerpo de princesa,y ahora verlo ahí,
tirado en un rincón de aquel viejo desván,
guardando la emoción de cosas que no están
y vuelvo a recordar las horas de tibieza
y creo revivir el loco ir y venir
buscando por doquier el viejo maniquí
para poder lograr decorar tu belleza
y yo desde un rincón contemplo tu actuación
tratando conseguir con gran preocupación
algún nuevo color que luego te pondrás
y lucirás coqueta,
las lagrimas empañan la visión
y veo en el rincón del viejo maniquí
a aquella… que yo quise.
Dime tu por que me abandonaste,
o acaso no lograste
las cosas que soñabas,
no viste con que ganas que yo
trabajaba luchando sin descanso
para darte mi abrigo
o acaso, o acaso no entendiste que te
amaba,
como te ama un amante, como quiere un
amigo,
mas tu creiste que eras reina,
que yo tu esclavo debía darte todo y así
y así te di mi amor y me anulaste,
y te regalé todo, te di mi sangre
mis sentidos mis caricias y tu todo lo
tomaste
y me anulaste mas, mas cuando te pedí un
poco de amor
tu sin mirar hacia atrás te marchaste ,
devuélveme el amor, dame la vida,
dame la vida que te di dame los sueños
devuelve el corazón aquí a mi pecho
que ya vacío y ya desecho de llorar
se acuerda hoy de ti dame el amor, dame la
vida
Guerras Médicas
La Batalla de las Termópilas
Grandes batallas de la historia, la Batalla
de las Termópilas. Una inmensa fuerza nunca vista hasta ahora se aproxima a
tierras griegas. El Imperio Persa con su líder el gran Jerjes al frente avanza
dispuesto a conquistar toda Grecia. En su mente no cabe la opción de la derrota
ya que nadie en esas tierras podía hacer frente a un ejercito de cerca de
300.000 hombres.
Una coalición formada por la mayor parte de
las polis griegas pretende frenar el avance de semejante mastodonte militar en
el Paso de las Termopilas mediante un ejercito aliado de apenas 7.000 hombres,
comandados por la élite del ejercito espartano que se componía de 300 hombres,
como cabeza visible y jefe del ejército aliado, el rey Leónidas I de Esparta.
Batalla: Batalla de las Termopilas
Guerra: II Guerra Medica
Fecha: 7 de Agosto o 8-10 de Septiembre de
480 a.C (según la fuente).
Lugar: Termopilas Grecia.
Resultado: Victoria persa
Clave: Traición de Efialtes a los griegos.
Beligerantes: Ciudades-Estado (Polis)
griegas & Imperio Persa
Bajas:
- Persas: Entorno a 20.000
- Griegas: Entorno a 2.000
Antes de comentar nada acerca de esta
batalla es preciso comentar que ocurrió hace 2.500 años por lo que las fuentes
de las que disponemos no coinciden en todo lo contado y es muy difícil
encontrar información útil que ayude en la investigación de la batalla, la
fuente que hasta ahora parece mas fiable es la de Herodoto, historiador de la
antigua Grecia, ya que su versión de la Batalla de las Termópilas coincide en
muchos aspectos con los descubrimientos que se han hecho con las excavaciones
arqueológicas.
Tras 5 días de indecisión persa, los cuales
estaban acampados a escasa distancia del paso de las Termópilas, Jerjes envía a
un gran ejercito de hombres que pretendían hacer valer su superioridad numérica
para acabar con la resistencia griega, la estrategia era clara, si esto
fracasaba mandaría a sus "inmortales" la élite de su ejercito, que
comprendía a 10.000 hombres, solo ellos ya eran más hombres que todo el
ejército griego.
La primera oleada que daría comienzo a la
Batalla de las Termópilas consistía en un ataque masivo de infantería ligera.
Eran muchos pero muy mal equipados en comparación con los griegos. Sus escudos
eran más pequeños, sus espadas mas cortas que las lanzas griegas, y su armadura
era casi inexistente al contrario que las de los griegos.
En una zona estrecha los griegos formaron
en falange, falange que en ningún momento se fracturó, la vanguardia iba
rotando, cada polis ocupaba la primera linea y enseguida era relevada, la
fatiga así no hacia mella, los cadáveres persas se iban amontonando, hasta que
la primera oleada se hizo añicos, mientras que los griegos no habían sufrido
más de 3 bajas.
Ese mismo día, temeroso, Jerjes envió a los
Inmortales al combate sin embargo la falange continuó inquebrantable. Para
acabar definitivamente con esta segunda oleada, los espartanos fingieron una
retirada, y de la que los inmortales corrían desorganizados detrás de ellos,
los espartanos con el rey Leónidas I al
frente se dieron la vuelta con un exitoso resultado. El primer día concluía con
un inmejorable bagaje para los espartanos.
El segundo día comienza como el primero,
Jerges manda cantidades ingentes de soldados, intentando causar el mayor
desgaste a los griegos, y con la esperanza de que estos estén ya exhaustos,
pero ocurre lo mismo que al día anterior, una vez tras otra lo griegos rechazan
las cargas persas, que ya comienzan a temer al enemigo.
Pero lo realmente importante de ese día es
la visita de un griego llamado Efialtes al campamento Persa, este ciego por el
dinero, informa a Jerges acerca de un paso que conduce a la retaguardia del
ejercito griego. Esa misma noche un ejercito compuesto por los inmortales
supervivientes y completados con infatería hasta alcanzar los 20.000 hombres son
enviados al secreto paso. A pesar de que lo griegos fueron advertidos de la
maniobra envolvente del ejercito persa, esa misma noche se cree que sucede un
ataque griego al campamento persa que causa innumerables bajas y que de estar
en su tienda habría acabado con la vida del mismísimo Jerges.
Al tercer día de madrugada la maniobra
envolvente estaba en marcha, los griegos apostados en la retaguardia no
pudieron detener el avance persa que simplemente pasaron de largo a estos
hombres, una vez los lideres griegos fueron avisados de este suceso, se convoca
un consejo de guerra según el cual algunos lideres acordaron retirarse mientras
otros mantenían el paso con el fin de caer con honor y retrasar a las hordas
persas para evitar un baño de sangre mayor. Se quedaron los 700 tespios, los
300 espartanos y 400 tebanos. Los griegos lucharon ya rodeados en la zona mas
ancha del paso para causar más bajas, hasta que se rompieron todas sus lanzas y
algunos continuaron la lucha con espada o con sus propias manos. Los tebanos
fueron los primeros en rendirse, aunque algunos causaron más bajas una vez se
les acerco el enemigo, los demás continuaban batallando, en esta lucha murieron
Leónidas I y dos hermanos de Jerges. Finalmente los griegos retrocedieron a una
zona mas estrecha donde una gran descarga de flechas acabó con ellos. El
cadáver de Leónidas fue decapitado y crucificado, pero él ya había pasado a la
historia
Como curiosidad comentar la gran valentía
del pueblo tespios que llegó a sacrificarse en tres distintas ocasiones en la
historia de la misma manera que ocurrió en la Batalla de las Termópilas
La Batalla de Maratón
Grandes Batallas de la historia, la
Batallas de Maratón. El Gran Imperio Persa ansia dominar todo rastro de vida,
dirigidos por su rey Darío I, están librando una encarnizada guerra en Grecia
que seria llamada la I Guerra Médica,librada principalmente contra las polis
griegas insumisas como Atenas o Esparta. ElImperio Persa con unos recursos
humanos muy superiores a los griegos envía una gran flota hacia Atenas tras
atacar las poblaciones de Naxos y Eretria compuesta por 400 barcos de
transporte, 200 tirremes (un tipo de nave de guerra de la época), 1.000
caballos y mas de 25.000 hombres de los que unos 15.000 participarían en la
batalla. El ejército persa decidió desembarcar en la playa de Maratón a unos 40
Km. de Atenas. Eligieron esa playa porque era perfecta para desplegar fácil y
rápidamente sus tropas ya que la playa contaba con 4 Km. de extensión. A su
encuentro en cuanto desembarcasen saldrían
tropas atenienses muy inferiores en número apoyadas por unos pocos soldados
de Platea, en total unos 9.000 atenienses y cerca de 1.000 plateos. Para
conseguir más refuerzos, Fidípides partió hacia Esparta para solicitar ayuda,
pero la celebración de una fiesta sagrada les impedía partir antes de 10 días.
Una vez los persas desembarcaron, ambos ejércitos permanecieron inmóviles
durante al menos 5 días, para Atenas era buena noticia, no obstante los
refuerzos espartanos aun tardarían en llegar.
Guerra: I Guerra Médica.
Batalla: La Batalla de Maratón.
Fecha: Septiembre de 490 A.c.
Lugar: Playa de Maratón, Grecia.
Resultado: Victoria griega.
Clave: Superioridad de la infantería griega
debido a sus mejores artes militares.
Beligerantes: Atenas Platea & Imperio
Persa
Bajas:
- Polis griegas: 192 atenienses y 11
plateos muertos.
- Imperio Persa: 6.400 muertos y 7 barcos.
El ejército de cerca de 10.000 soldados
griegos capitaneados por Milcíades, oficial de gran experiencia, estaba
compuesto por soldados regulares y por un gran número de esclavos atenienses
liberados para la ocasión. Por su parte el ejercito persa estaba compuesto por
hombres de todos los rincones del Imperio, muchos soldados ni siquiera hablaban
el mismo idioma. No esta claro el hecho que desencadenó la batalla, fuentes
apuntan a que un reembarco de la caballería persa para atacar Atenas dio la
oportunidad a los griegos de luchar a solas con la infantería que si bien era
mucho mas numerosa, su organización era nefasta comparado con la griega. Otras
fuentes apuntan a que los persas se cansaron de esperar o bien sen enteraron de
que el rumor de la llegada de refuerzos espartanos era cada vez más inminente.
En cualquier caso, la Batalla de Maratón, una de las grandes batallas de la
antigüedad, comenzó con un avance griego. Este avance fue respondido con una
lluvia de miles de flechas persas, tan abundante que tapaba el sol. No obstante
los grandes escudos de los hoplitas griegos y sus pesadas armaduras
consiguieron que las bajas por flechas fuesen insignificantes. Debido a las
pesadas armaduras de 20 Kg. que portaban los griegos la verdadera carga comenzó
a tan solo 100 metros de su enemigo. La disposición de las tropas griegas era
de tipo falange.
Era la primera vez que un ejército griego
corría hacia su enemigo, posiblemente porque hasta entonces los ejércitos griegos
no se habían enfrentado con una masa importante de arqueros. El secreto de la
falange griega residía en sus lanzas, sus grandes escudos que protegían al
soldado que se situaba a la izquierda, y la disciplina de sus soldados. El
choque de la falange griega con los soldados persas aportó de primeras una gran
ventaja a atenienses y plateos. El choque entre ambas fuerzas fue devastador
para los persas que no solo soportaron malamente la fuerza de la carrera
griega, sino que además una vez estabilizados ambos ejércitos eran muy
superiores los griegos a la infantería regular persa que desprovistos de casi
toda armadura apenas llegaban siquiera a alcanzar los escudos helenos. Sin
mucha dificultad y tras una masacre, los flancos persas compuestos por las unidades
más débiles, se batieron en retirada huyendo masivamente hacia sus barcos. Sin
embargo, en el centro persa donde se encontraban las unidades de elite de su
ejército, las cosas marchaban de diferente manera, ya que aguantaba las
embestidas griegas e incluso lograban superarlas.
No obstante todo estaba previsto para los
griegos, las tropas de elite persas comenzaron a avanzar sobre el centro
enemigo, haciendo retroceder a los hoplitas situados allí. Los persas
comenzaban a ver la luz al final del túnel ya que les estaba resultando
bastante sencillo aquella labor, pero de pronto el centro griego detuvo su
retroceso en seco, y como estaba planeado los flancos griegos envolvieron
mediante un movimiento de tenaza a los persas rodeándoles en el centro renunciando
a seguir a los flancos persas que continuaban su escapada hacia los barcos. En
este punto el centro persa también inició una retirada aprovechando que esta
aun no había sido cortada por los griegos. La Batalla de Maratón se convirtió
en una huida persa a los barcos, y esta a su vez en una cacería para los
hoplitas que ajusticiaban a todo persa al que alcanzaban, no obstante durante
esta retirada en la que masacraron a los persas sufrieron mas bajas que durante
el resto de batalla ya que en desorden los griegos no eran tan eficientes.
Las tropas persas que lograron reembarcar
se dirigieron hacia Atenas para atacarla, apenas tardarían 10 horas en llegar
por lo que los soldados griegos debían reorganizarse para volver a toda prisa a
la capital griega. 42 Km. con una batalla a su espalda y con aquellas armaduras
tan pesadas, no seria fácil, pero finalmente llegaron justo a tiempo. Los
persas al ver el comité de bienvenida griego que les esperaba en Atenas
decidieron no desembarcar dándose por finalizada la Batalla de Maratón.
Especialmente rápido en llegar a Atenas fue Eucles quien fue corriendo de
Maratón a Atenas para avisar de la victoria griega muriendo de agotamiento al
poco tiempo de llegar y dar la noticia. Este hecho dio lugar a la a día de hoy
prueba de atletismo olímpica, el maratón que recorre en Km. la distancia que
separaba Maratón de Atenas.
La Batalla de Maratón no fue la victoria
mas decisiva en la guerra pero posiblemente desde el punto de vista psicológico
si fue la mas importante para los griegos que fueron capaces de vencer por
primera vez a los persas en campo abierto. Esta batalla se convirtió durante
siglos junto a la La Batalla de las Termopilas en un símbolo de resistencia y
de valor y fue la protagonista de incontables relatos e historias.
Por ultimo decir que los refuerzos
espartanos llegaron 2 días después de la batalla e hicieron lo único que ya
podían hacer, felicitar a sus aliados atenienses y plateos por la victoria.
La Batalla de Gaugamela
Grandes Batallas de la historia, la Batalla
de Gaugamela. Macedonia, una tierra unificada por el Rey Filipo II, se había
convertido en un territorio de gran importancia y peso en el mundo antiguo. Su
eficacia militar, y su rompedora riqueza basada en el oro y el comercio, pronto
llevó a esta tierra a mirar a cotas más elevadas, a ampliar su territorio, y a
buscar un salida al mar desde la que dominar el Mediterráneo. Tras la muerte de
Filipo en el año 336 a.C. su hijo, Alejandro asumió el trono. Alejandro, de 20
años de edad y ya siendo un afamado y respetado líder militar pronto siguió con
la tendencia expansionista de su padre. Esto le llevó a entrar en guerra con el
Imperio Persa, amparado en una unión de los pueblos griegos denominada la Liga
de Corinto en la que tan solo se echaba de menos la presencia de Esparta,
puesto que todas las demás polis griegas estaban representadas. Alejandro,
acabaría siendo conocido como Alejandro Magno siendo uno de los personajes
históricos más reconocidos de la historia. Esta guerra, permitía a Macedonia
poder expandirse hacia el este y a las demás polis griegas a vengarse por las
anteriores invasiones persas. La campaña comenzó con victorias importantes para
el lado aliado. Los persas con Dario III al mando, reclutaron un nuevo gran
ejército y se desplazaron a Gaugamela donde aprovecharon una gran llanura en la
que incluso eliminaron cualquier posible obstáculo que impidiese una gran
batalla campal. El campo de batalla estaba decidido, solo faltaba que Alejandro
Magno acudiese con sus tropas para que diera comienzo la decisiva Batalla de
Gaugamela que a buen seguro decantaría la iniciativa de la guerra.
Batalla: La Batalla de Gaugamela.
Fecha: 1 de Octubre del 331 a. C.
Lugar: Gaugamela
Resultado: Victoria griega-macedonia.
Clave: Superioridad técnica de la
infantería pesada griega-macedonia.
Beligerantes: Reino de Macedonia y polis
griegas & Imperio Persa
Bajas:
Macedonia y aliados: 5.000 muertos.
Imperio Persa: 40.000 muertos.
Alejandro Magno acudió sabiendo que la Batalla
de Gaugamela muy probablemente se iba a convertir en la batalla más importante
de su vida. El ejército macedonio estaba formado por 7.000 soldados de
caballería, 29.000 de infantería pesada y cerca de 9.000 de infantería ligera.
En el ala derecha se situaba como era habitual Alejandro Magno con la
caballería a la cual comandaría durante la batalla. A su lado, se encontraba la
infantería ligera, mientras que la infantería pesada, la más numerosa, se
ocuparía del centro formando una falange con formación en primera y última
línea, muy útil en caso de que la falange fuera rodeada y su retaguardia fuese
obligada a combatir. En cuanto al ala izquierda, la más débil pero con poca
importancia estratégica se situó a caballería aliada (de Fersalia y Tracia) y a
mercenarios griegos. El ala izquierda estaba comandada por Parmenio, uno de los
generales macedonios más leales a Alejandro.
Por su parte, el ejército persa era mucho
más numeroso. A pesar de que el ejército al completo incluía cerca de 200.000
hombres, tan solo 91.000 eran soldados y ejecutaban dicha labor. De estos
92.000 hombres, 35.000 eran caballería y 53.000 infatería ligera, siendo la
presencia de la infantería pesada ínfima ya que tan solo la componían 4.000
"Inmortales" que eso sí, representaban la élite del ejército persa.
Además también contaban con cerca de 50 carros con guadañas en las ruedas
(especialmente efectivos en batallas a campo abierto) y alrededor de 15
elefantes de guerra que atemorizaban a los griegos y macedonios.
En cuanto a la formación del ejército,
Darío se coloca en el centro de su ejército como manda la tradición persa,
dispone a su caballería en ambos flancos y a la infantería pesada en el centro
y retaguardia de la formación como columna vertebral de su ejército y último recurso,
dejando a la infantería ligera ocupar la vanguardia del centro.
El primero en mover ficha y por tanto en
iniciar la Batalla de Gaugamela, fue Alejandro Magno, quien envió a su
infantería en un ataque diagonal hacia el flanco derecho persa, Dario para
contrarrestar este ataque apoyado en su superioridad numérica, ordena un ataque
envolvente contra la ofensiva macedonia. Al suponer esta envolvente un gran
peligro para las tropas aliadas, Alejandro junto a su caballería ordenó una
serie de cargas contra la contraofensiva persa con el fin de debilitar sus
filas y conseguir que los persas no cerrasen la bolsa y que la infantería
macedonia no quedara rodeada. Dario, tras ver esto, ordena a sus carros de
combate atacar a la infantería macedonia para desorganizarla, pero cuando estos
se aproximaban a la vanguardia de las filas macedonias, los carros fueron
sorprendidos con una lluvia de flechas y jabalinas que mató a muchos de los
conductores de los carros. Para acabar con los restantes, la falange macedonia
perfectamente ordenada se abrió dejando pasillos por el que pasaban los carros
que fueron a parar a una segunda fila de infantería pesada macedonia que dio
buena cuenta de ellos. Tras quedarse sin carros y temeroso de una posible
derrota Dario comete un error fatal, ordena una carga general de su caballería
contra las tropas de Parmenio situadas en la izquierda con el mismo fin que el
ataque de los carros, desorganizar a las tropas macedonias y abrir brecha para
aprovechar su ventaja numérica.
El problema de dicho ataque de caballería
es que se abrió un hueco en la formación persa, fruto de los miles de soldados
de caballería que partieron al ataque. Alejandro vio el hueco y se lanzó con
toda su caballería en formación de cuña directamente hacia allí, iniciando una
carga brutal en la que las tropas persas no podían hacer nada por evitar el
avance pletórico de Alejandro y sus hombres. Su objetivo era claro, acabar con
Dario. Dario por su parte, atrapado y sin poder hacer nada para evitar la carga
macedonia decide huir del campo de batalla provocando la desbandada general
entre sus tropas, momento que la caballería macedonia aprovechó para masacrar a
la débil infantería ligera persa.
No obstante la batalla no había terminado,
al igual que la caballería persa dejó un hueco en sus filas, la macedonia hizo
lo propio, permitiendo que la caballería persa penetrase por las filas
macedonias rodeando a su infantería. Alejandro que se encontraba junto a su
caballería en persecución de Dario, recibió la noticia y dio media vuelta para
auxiliar a la rodeada falange. Alejandro Magno y su caballería pronto acabaron
con la amenaza persa, dando por concluida la batalla. La Batalla de Gaugamela
había sido ganada, en cambio, Dario había conseguido escapar. En cualquier caso
Alejandro Magno conseguía con esta victoria la supremacía militar en
Mesopotamia.
Guerras púnicas
Los cartagineses liderados por Aníbal han cruzado los
Alpes con un gran ejercito y Roma no ha sabido encontrar la manera de plantar
cara en batalla de forma eficiente a estos. Tan solo es capaz de desgastar poco
a poco al ejercito cartaginés mediante emboscadas, y atacando sus vías de
suministro. Pero la llegada de Cayo Terencio Varron y Lucio Emilio Paulo al
mando del ejercito romano, unido a la voluntad de un pueblo, harto de que los
cartagineses arrasen toda la Península Itálica, ha conseguido que Roma reúna a
un gran ejercito, el mas grande hasta la fecha. Este contaba con 16 legiones
entre soldados romanos y aliados, y una caballería de 4.000 unidades. En total,
87.000 hombres dispuestos a acabar con el ejercito de Aníbal, recuperar la
gloria de Roma y convencer a los aliados de que se encuentran en el bando
correcto. Cartago por su parte cuenta con un ejército compuesto por 52.000
hombres, 8.000 de ellos, tropas de caballería.
Guerra: 2ª Guerra Punica.
Batalla: Batalla Cannas (Batalla de Canae).
Fecha: 2 de Agosto de 210 A.c.
Lugar: Llanura situada entre el río Ofanto y
la ciudad de Cannosa, en Italia.
Resultado: Victoria Cartaginesa.
Clave: Estrategia envolvente cartaginesa.
Beligerantes: República Romana y República
Cartaginesa
Bajas:
- Roma: 70.000 muertos según Polibio; 50.000
según Tito Livio; alrededor de 11.000 prisioneros.
- Cartago: 6.000 muertos y 10.000 heridos.
La mecha que encendería esta gran batalla tiene lugar
en la primavera del 216 A.c. el ejercito cartaginés realiza un ataque
estratégico sobre un deposito de suministros cerca de la localidad de Cannas.
Los cónsules romanos con el ejército ya formado, se deciden
definitivamente a plantar cara de una vez por todas a las tropas de Aníbal. El
mando del ejército romano se alternaba entre los dos cónsules y a menudo uno
pisaba las órdenes del otro lo que en ocasiones se convertía en una desventaja
estratégica importante. Aun así dadas las fuerzas concentradas, la moral de los
soldados romanos estaba por las nubes. No obstante la ventaja numérica que
tenía el ejército romano en infantería, contrastaba con la superioridad de la
caballería cartaginesa. Por otra parte la disciplina romana permitía una mayor
facilidad a la hora de ejecutar las estrategias en comparación con
el ejercito cartaginés el cual era un ejercito muy heterogéneo, con
unidades africanas (libias principalmente), hispanas, galas… etc. Su equipamiento
también era distinto y muchos soldados cartagineses luchaban con armamento
tomado de los romanos derrotados en otras refriegas.
El día 2 de Agosto sucedió la gran batalla en una
llanura delimitada por el Río Ofanto. Ambos ejércitos estaban al completo
reunidos. Los romanos desplegaron una formación clásica, mas profunda de lo
normal debido a la gran cantidad de fuerzas desplegadas en la zona con la
infantería ligera delante y la pesada detrás. A su derecha, junto al río,
la caballería romana y en el flanco izquierdo la caballería compuesta por
aliados de Roma.
Los primeros en mover ficha fueron los cartagineses,
Aníbal envió su caballería contra la caballería romana, a sabiendas de que
acabar con esta supondría una gran cantidad de bajas. Pero si querían tener
alguna posibilidad, Cartago debería hacer ese sacrificio. No obstante la
caballería cartaginesa era superior a la romana tanto en número como en
calidad. Así, esta fue capaz de derrotar a la caballería romana, atravesar sus
lineas de infanteria y acabar también con la caballería aliada.
Sabedores de su superioridad numérica Roma contraataco
enviando a su infantería contra el centro de la formación cartaginesa mucho mas
débil. Pronto la infantería romana comenzó a imponerse a la de Aníbal, pero
esto formaba parte de plan, todo le estaba saliendo a la perfección a Cartago.
La infantería romana continuaba avanzando de forma firme, causando grandes
bajas en las filas cartaginesas hasta que finalmente el centro de estos se vio
superado y roto.
Al ver esto y creyéndose ya vencedores Roma envió
todas sus reservas para finiquitar la contienda, cuando todo el ejercito romano
estaba ya agrupado y la desbandada cartaginesa con una forma semicircular iba
rodeando al ejercito romano sin que este se diese cuenta, apareció por el
flanco un gran numero de reservas cartaginesas ocultas. Los romanos no pudieron
ver aproximarse a estas fuerzas ya que el polvo levantado por los ejércitos al
desplazarse unidos al viento en contra imposibilitaban la visión de estos. Las
tropas que escapaban se dieron la vuelta y comenzaron acosar a los romanos y a
luchar con mucha más decisión. La única vía de escape que tenían los romanos
era su retaguardia, y cuando estos comenzaron a retroceder, apareció la
caballería cartaginesa, que había acabado con toda la caballería, tanto romana
como aliada, envolviendo al ejército romano totalmente. A partir de ese momento
la batalla de Cannas se convertirá en una carnicería en la que morían unos 600
legionarios romanos por minuto. El temor se extendió por un ejército que no
podía ni si quiera levantar sus escudos o desenvainar sus espadas. Esta acción
acabaría con la casi totalidad del ejercito romano.
La estrategia había sido brillante. La batalla se
convirtió en un ejemplo para multitud de ejércitos de diferentes
épocas. Cannas fue la batalla acontecida en un día más sangrienta de la
historia.
La papisa Juana
Juana, nacida en el 822 era
hija de un monje y su padre formaba parte de los predicadores llegados del país
de los anglos para difundir el Evangelio entre los sajones. La pequeña Juana
creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición, y con el apoyo de
su madre y a escondidas de su padre, tuvo la oportunidad de poder estudiar, lo
cual estaba vedado a las mujeres de la época. Juana pudo aprender griego, lo
cual le permitia leer la Biblia, que por aquella época estaba traducida a muy
pocos idiomas.
Puesto que sólo la
carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en
la religión como copista bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus (Juan el
Inglés). Según Martín el Polaco, la suplantación de sexo se debió al deseo de la
muchacha de seguir a un amante estudiante.
En su nueva situación,
Juana pudo viajar con frecuencia de monasterio en monasterio y relacionarse con
grandes personajes de la época. En primer lugar, visitó Constantinopla, en
donde conoció a la anciana emperatriz Teodora. Pasó también por Atenas, para
obtener algunas precisiones sobre la medicina del rabino Isaac. De regreso en
Germania, se trasladó al Regnum Francorum (reino de los francos), la corte del
rey Carlos el Calvo.
Juana se trasladó a Roma
en 848, y allí obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando hábilmente su
identidad, fue bien recibida en los medios eclesiásticos, en particular en la
Curia. A causa de su reputación de erudita, fue presentada al papa León IV y
enseguida se convirtió en su secretaria para los asuntos internacionales. En
julio de 855, tras la muerte del papa, Juana se hizo elegir su sucesora con el
nombre de Benedicto III o Juan VIII. Dos años después, la papisa, que
disimulaba un embarazo fruto de su unión carnal con el embajador Lamberto de
Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión
y dio a luz en público. Según Jean de Mailly, Juana fue lapidada por el gentío
enfurecido. Según Martín el Polaco, murió a consecuencia del parto.
La suplantación de Juana
obligó a la Iglesia a proceder a una verificación ritual de la virilidad de los
papas electos. Un eclesiástico estaba encargado de examinar manualmente los
atributos sexuales del nuevo pontífice a través de una silla perforada. Acabada
la inspección, si todo era correcto, debía exclamar: «Duos habet et bene pendentes» (tiene dos y cuelgan bien). Además,
las procesiones, para alejar los recuerdos dolorosos, evitaron en lo sucesivo
pasar por la iglesia de San Clemente, lugar del parto, en el trayecto del
Vaticano a Letrán.
Utilizada por los
detractores, esas versiones se sostuvieron por muchos años hasta que en 1562 el
agustino Onofrio Panvinio redactó la primera refutación seria de aquella
leyenda, mientras que los protestantes luteranos se unieron a sus argumentos en
el siglo XVII.
La versión de Martín de
Opava es la siguiente:
Juan el Inglés nació en
Maguncia, fue papa durante dos años, siete meses y cuatro días y murió en Roma,
después de lo cual el papado estuvo vacante durante un mes. Se ha afirmado que
este Juan era una mujer, que en su juventud, disfrazada de hombre, fue
conducida por un amante a Atenas. Allí se hizo erudita en diversas ramas del
conocimiento, hasta que nadie pudo superarla, y después, en Roma, profundizó en
las siete artes liberales (trivium y quadrivium) y ejerció el magisterio con
gran prestigio. La alta opinión que tenían de ella los romanos hizo que la
eligieran papa. Ocupando este cargo, se quedó embarazada de su cómplice. A
causa de su desconocimiento del tiempo que faltaba para el parto, parió a su
hijo mientras participaba en una procesión desde la basílica de San Pedro a
Letrán, en una calleja estrecha entre el Coliseo y la iglesia de San Clemente.
Después de su muerte, se dijo que había sido enterrada en ese lugar. El Santo
Padre siempre evita esa calle, y se cree que ello es debido al aborrecimiento
que le causa este hecho. No está incluido este papa en la lista de los sagrados
pontífices, por su sexo femenino y por lo irreverente del asunto.
Martín de Opava, Chronicon Pontificum
et Imperatum.
• Jean de Mailly, por su parte, dice:
Se trata de cierto papa o
mejor dicho papisa que no figura en la lista de papas u obispos de Roma, porque
era una mujer que se disfrazó como un hombre y se convirtió, por su carácter y
sus talentos, en secretario de la curia, después en cardenal y finalmente en
papa. Un día, mientras montaba a caballo, dio a luz a un niño. Inmediatamente,
por la justicia de Roma, fue encadenada por el pie a la cola de un caballo,
arrastrada y lapidada por el pueblo durante media legua. En donde murió fue
enterrada, y en el lugar se escribió: Petre,
Pater Patrum, Papisse Prodito Partum (Pedro, padre de padres, propició el
parto de la papisa). También se estableció un ayuno de cuatro días llamado
«ayuno de la papisa».
Jean de Mailly, Chronica Universalis Mettensis.
Primera Tarea Virtual Ing de Telecomunicaciones - grupo sábados
Buenas noches, aquí les
publico su primera tarea virtual correspondiente al grupo que recibe clases los
días sábado. Esta debe ser respondida por los mismos grupos de exposiciones a
más tardar el día sábado 25 de julio antes de las 12 de la noche.
esta tarea fue cerrada el día 26 de julio de 2015 a las 18:48 Hrs
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miércoles, 8 de julio de 2015
Primera Tarea Virtual Ing Mecánica - gruou sábados
Buenas noches, aquí les publico su primera tarea virtual correspondiente al grupo que recibe clases los días sábado. Esta debe ser respondida por los mismos grupos de exposiciones a más tardar el día sábado 25 de julio antes de las 12 de la noche.
Esta tarea fue cerrada el 26jul15 a las 19:05 Hrs
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Primera Tarea Virtual Ing Mecanica-Grupo viernes
Buenas noches, aqui les publico su primera tarea virtual correspondiente al grupo que recibe clases los días viernes. Esta debe ser respondida por los mismos grupos de exposiciones a más tardar el día viernes 24 de julio antes de las 12 de la noche.
Esra Tarea fue cerrada el 26jul15 a las 19:06 Hrs
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viernes, 26 de junio de 2015
Generación Bachaco
El actual gobierno de Nicolás Maduro debe
sentirse muy orgulloso, en apenas dos años, su gobierno ha logrado crear una
nueva generación de venezolanos. No es la generación del “hombre nuevo”, con la
que soñaba Chávez. Tampoco es una generación socialista, mucho menos comunista,
como la que proponían los hermanos Castro. Se trata de algo verdaderamente
nunca antes visto en el mundo: la Generación Bachaco.
En tan sólo 24 meses de gestión, Maduro y sus
40 ladrones engendraron y dieron a luz a una nueva generación de venezolanos,
los cuales se dedican por completo, al muy rentable mundo del bachaqueo, el
cual consiste en hacer largas colas para comprar productos a precios regulados
y posteriormente venderlos a precios de dólar libre, con lo cual se obtienen
ganancias fabulosas, que podrían llegar hasta los 36 mil bolívares mensuales.
La Generación Bachaco es madrugadora: se
levanta a las 3 de la mañana todos los días. Es trabajadora: labora hasta 15
horas diarias, de cola en cola, de abasto en abasto, de farmacia en farmacia,
buscando productos a precios regulados que luego son vendidos a mayoristas del
bachaqueo a un precio cinco veces por encima de su valor. Los mayoristas luego
revenden esos mismos productos a bodegueros y buhoneros, quienes los venden a
desesperados consumidores finales, enemigos de las colas, a precios que a veces
superan en un 1000 por ciento el valor real.
La generación Atta laevigata, nombre científico del Bachaco, es una especie en
crecimiento en Venezuela. Las kilométricas colas para comprar comida ya forman
parte del paisaje. Ello ocurre, entre otras cosas porque aquí no hay empleo, y
las pocas vacantes que se consiguen, apenas pagan el salario mínimo, que como
se sabe es de apenas 7.421,66 bolívares (24,73 dólares) con lo cual no se puede
vivir. Como me dijo un señora de 60 años frente a un supermercado en Barcelona:
“el mejor trabajo que hay ahorita en este país, duélale a quien le duela, es
ser bachaquero”.
Hay que dar gracias a Dios por el hecho de que aquí en Venezuela, una cosa es ser hormiga y otra cosa es ser bachaco. En Colombia, hay zonas donde bachaco y hormiga son la misma vaina. Los neogranadinos le dicen al bachaco hormiga culona o mayera. En Centroamérica, tampoco le dicen bachaco, allá los llaman zompopo de mayo. Pero aquí en Venezuela, en la región de Guayana y en Amazonas, hay bachacos grandísimos, que se utilizan para hacer picante, a los que les dicen bachaco culón. De manera que si a ver manos, ser bachaco no suena tan mal ni se ve feo.
Hay que dar gracias a Dios por el hecho de que aquí en Venezuela, una cosa es ser hormiga y otra cosa es ser bachaco. En Colombia, hay zonas donde bachaco y hormiga son la misma vaina. Los neogranadinos le dicen al bachaco hormiga culona o mayera. En Centroamérica, tampoco le dicen bachaco, allá los llaman zompopo de mayo. Pero aquí en Venezuela, en la región de Guayana y en Amazonas, hay bachacos grandísimos, que se utilizan para hacer picante, a los que les dicen bachaco culón. De manera que si a ver manos, ser bachaco no suena tan mal ni se ve feo.
En la Venezuela anterior al régimen de Maduro,
tuvimos la Generación del 28, integrada por estudiantes universitarios que
protagonizaron un movimiento de carácter académico y estudiantil que derivó en
un enfrentamiento con el régimen de Juan Vicente Gómez.
Luego tuvimos la Generación del 58, integrada
por las juventudes políticas y universitarias que se enfrentaron a la Dictadura
de Marcos Pérez Jiménez, autora del Pacto de Unidad Estudiantil del 21 de
noviembre de 1958, donde escribieron textualmente: “…pondremos en acción todo el peso de nuestra voluntad joven, ajena por
naturaleza al sectarismo para que la división no anide en ningún campo de la
vida política venezolana.”
Más recientemente se recuerda a la llamada
Generación 2007, integrada por jóvenes universitarios, surgida a raíz del
cierre de Radio Caracas Televisión, la cual consiguió, entre otras cosas,
movilizar a la sociedad civil venezolana para propinar al gobierno de Hugo
Chávez su primera gran derrota electoral en el referendo consultivo que se celebró
en diciembre de ese mismo año.
En el orden mundial se habla mucho de la
“Generación Facebook” a la cual se le atribuye los levantamientos llevados a
cabo por jóvenes y adolescentes en Túnez, El Cairo, Madrid, Santiago de Chile,
Tel Aviv y Londres.
También se habla de la Generación Google para
hacer referencia a los jóvenes nacidos después 1993 en un mundo dominado por el
Internet. Y ya se habla muchísimo de la Generación Twitter, la Generación
Instagram y de cómo las redes sociales empiezan a dominar el planeta. Leí un
artículo donde se hablaba de la Generación Apple y es cuestión de horas para
que se empiece a hablar de la Generación S.
Maduro, como todo buen revolucionario, ha
creado su propia generación. La Generación Bachaco pica y se extiende en los 23
estados y en cada uno de los 335 municipios del país. La integran jóvenes,
adultos y hasta ancianos. Su origen se remonta al estado Zulia, donde los
colegas de la prensa los bautizaron como los “bachaqueros”. Ahora no hay un
solo rincón de Venezuela donde no se hable de los bachacos. Hay hasta un verbo
nuevo, que con toda seguridad, tendrá que ser aceptado por la Real Academia de la
Lengua: bachaquear, su conjugación: Yo bachaqueo, tú bachaqueas, él bachaquea,
nosotros bachaqueamos, vosotros bachaqueais y ellos bachaquean. En algunas
ciudades de Venezuela, la gente no dice que va a trabajar. La gente dice “voy a
bachaquear”.
Alí Primera, el cantor del pueblo, cuyas
canciones y letras han sido manoseadas y manipuladas hasta el cansancio por la
revolución (con el visto bueno de la ex esposa y de sus hijos) compuso una
canción llamada El bachaco Fundillúo cuyas letras se aplican para la actual
situación venezolana: “Las hormiguitas viven trabajando, pero el que está
gozando es el bachaco fundillúo”.
Según Alí Primera: “Las hormiguitas no reciben nada con respecto al hormiguero. Cada cinco años llevan su hojita para que la silla se ponga suavecita y se siente el bachaco fundillúo (…) Las hormiguitas se formaron en grupos para cambiar el sistema que reina en el hormiguero. Pero lo malo es que esos grupos nunca se ponen de acuerdo”.
Según Alí Primera: “Las hormiguitas no reciben nada con respecto al hormiguero. Cada cinco años llevan su hojita para que la silla se ponga suavecita y se siente el bachaco fundillúo (…) Las hormiguitas se formaron en grupos para cambiar el sistema que reina en el hormiguero. Pero lo malo es que esos grupos nunca se ponen de acuerdo”.
Moraleja: Si hormiguitas y bachacos se dan
cuenta que por el camino que van el hormiguero va a desaparecer, es probable
que un día de estos se pongan de acuerdo para acabar con el pésimo y terrible
gobierno del Bachaco Fundillúo.
viernes, 16 de enero de 2015
ISABEL LA CATÓLICA
Isabel I de Castilla (Madrigal de las Altas Torres, 22 de abril de
1451-Medina del Campo, 26 de noviembre de 1504) fue reina de Castilla desde 1474
hasta 1504, reina consorte de Sicilia desde 1469 y de Aragón desde 1479, por su
matrimonio con Fernando de Aragón. Es llamada «la Católica», título que les fue
otorgado a ella y a su marido por el papa Alejandro VI mediante la bula Si
convenit, el 19 de diciembre de 1496. Es por lo que se conoce a la pareja real
con el nombre de Reyes Católicos, título que usarían en adelante prácticamente
todos los reyes de España.
Se casó en 1469 con el príncipe Fernando de Aragón. Por el hecho de ser
primos segundos necesitaban una bula papal de dispensa que solo consiguieron de
Sixto IV a través de su enviado el cardenal Rodrigo Borgiaen 1472. Ella y su
esposo Fernando conquistaron el reino nazarí de Granada y participaron en una
red de alianzas matrimoniales que hicieron que su nieto, Carlos, heredase las
coronas de Castilla y de Aragón, otros territorios europeos y se convirtiese en
emperador del Sacro Imperio Romano.
Isabel y Fernando se hicieron con el trono tras una larga lucha, primero
contra el rey Enrique IV y de 1475 a 1479 en la Guerra de Sucesión Castellana
contra los partidarios de la otra pretendiente al trono, Juana. Isabel
reorganizó el sistema de gobierno y la administración, centralizando
competencias que antes ostentaban los nobles; reformó el sistema de seguridad
ciudadana y llevó a cabo una reforma económica para reducir la deuda que el reino
había heredado de su hermanastro, y predecesor en el trono, Enrique IV. Tras
ganar la guerra de Granada los Reyes Católicos expulsaron a los judíos de sus
reinos y, años más tarde, también a los musulmanes.
Isabel concedió apoyo a Cristóbal Colón en la búsqueda de las Indias
occidentales, lo que llevó al descubrimiento de América. Dicho acontecimiento
provocaría en el futuro la conquista de las tierras descubiertas y la creación
del Imperio español.
Isabel vivió 53 años, de los cuales gobernó 30 años como reina de
Castilla y 26 como reina consorte de Aragón al lado de Fernando II.
Primeros años
Isabel de Castilla, hija de Juan II de Castilla y de su segunda mujer,
Isabel de Portugal(1428-1496), nació en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) el
22 de abril, Jueves Santo, de 1451 en el palacio que hoy ocupa el Monasterio de
Nuestra Señora de Gracia. El lugar y la fecha de nacimiento han sido
históricamente discutidos, toda vez que cuando nace, nadie es consciente de la
importancia que esa niña iba a tener en el futuro. Madrigal era entonces una
pequeña villa de realengo donde circunstancialmente residía su madre, Isabel de
Aviz, y de ella recibe el nombre que entonces no era frecuente en España.
Dos años después, en Tordesillas, nació su hermano Alfonso. Con
anterioridad, fruto del matrimonio entre Juan II de Castilla y María de Aragón,
y por lo tanto hermano de Isabel por parte de padre, había nacido Enrique, que
accedería al trono en 1454 como Enrique IV.
A la muerte de su padre en 1454, Isabel fue enviada con su madre y su
hermano Alfonso a la villa de Arévalo, donde vería los ataques de locura de su
madre. Esta es una época de dificultades, incluso económicas. En esta época
Isabel se dedicó a leer libros religiosos. También trabó amistad con Beatriz de
Silva (1424-1491), a la que luego ayudaría en la fundación de la Orden de la
Inmaculada Concepción y a la que donó los palacios de Galiana en la ciudad de
Toledo. Otros personajes importantes en este momento y en general en su vida
fueron en el ámbito toledano Gutierre de Cárdenas, su esposa Teresa Enríquez y Gonzalo
Chacón.
En 1461, Isabel y su hermano Alfonso son trasladados a Segovia, lugar
donde se emplazaba la Corte, por estar cercano el nacimiento de la hija de los
reyes, doña Juana de Castilla. Pronto los enemigos del rey la apodaron Juana
"la Beltraneja", propagando el rumor de que el padre era Beltrán de
la Cueva.
Una parte de los nobles se enfrentó al rey Enrique, formó un bando
alrededor de su hermanastro Alfonso, de solo 12 años, y llegó a deponer a
Enrique en la «farsa de Ávila». Isabel permaneció al lado de Alfonso durante
este tiempo. Sin embargo, en 1468, Alfonso murió en Cardeñosa, quizás
envenenado.
A pesar de las presiones de los nobles, Isabel rechazó proclamarse reina
mientras Enrique IV estuviera vivo. Por el contrario, consiguió que su
hermanastro le otorgase el título de Princesa de Asturias, en una discutida
ceremonia que tuvo lugar en los Toros de Guisando, el 19 de septiembre de 1468,
conocida como la Concordia de Guisando. Isabel se constituyó así como heredera
a la corona, por delante de Juana, su sobrina y ahijada de bautismo, a quien
parte de la nobleza no consideraba legitimada para ocupar el trono por las
dudas que había sobre su paternidad. A partir de este momento, Isabel pasa a
residir en Ocaña, villa perteneciente a don Juan Pacheco, marqués de Villena.
El rey inicia contactos diplomáticos con otras casas reales para lograr un
acuerdo matrimonial que le reporte beneficios.
Acuerdos matrimoniales
Ya desde los tres años, Isabel había estado comprometida con Fernando,
hijo de Juan II de Aragón.
Sin embargo, Enrique IV rompió este acuerdo, seis años más tarde, para
comprometerla con Carlos, príncipe de Viana. El matrimonio no llegó a
consolidarse, por la férrea oposición de Juan II de Aragón. También fueron
infructuosos los intentos de Enrique IV por desposarla con el rey Alfonso V de
Portugal, primo en segundo grado de Isabel y casi 20 años mayor que ella. En
1464, logró reunirlos en el Monasterio de Guadalupe, pero ella le rechazó,
alegando la diferencia de edad entre ambos.
Más tarde, cuando contaba 16 años, Isabel fue comprometida con don Pedro
Girón, de 43 años, Maestre de Calatrava y hermano de don Juan Pacheco; pero
Girón murió por causas desconocidas mientras realizaba el trayecto para
encontrarse con su prometida.
El 18 de septiembre de 1468, Isabel fue proclamada Princesa de Asturias
por medio de la Concordia de los Toros de Guisando, revocando Enrique IV de
este modo el anterior nombramiento de su hija Juana. Tras la ceremonia, Isabel
pasó a vivir en Ocaña, en contacto estrecho con la Corte. Enrique IV convino de
nuevo el enlace entre Isabel y el rey Alfonso V de Portugal, ya que en el
Tratado de los Toros de Guisando se había acordado que el matrimonio de Isabel
debía celebrarse con la aprobación del monarca castellano. La propuesta
entrañaba también el proyecto de casar a su hija Juana con el príncipe heredero
Juan, hijo de Alfonso V de Portugal. De esta manera, Isabel sería trasladada al
reino vecino y, a la muerte de su esposo, los tronos de Portugal y de Castilla
pasarían a Juan II de Portugal y su esposa, Juana. Isabel se negó.
Tras esto, el rey trató de que se desposara con el duque de Guyena,
hermano de Luis XI de Francia; de nuevo Isabel se negó. El monarca francés
pidió entonces la mano de Juana para su hermano, el duque de Guyena; Luis XI
quería alejar al duque de su entorno por suponer una amenaza para él. Los
esponsales se realizaron en Medina del Campo (1470), pero el duque murió en
1472 de tuberculosis, antes de conocer a la novia.
Mientras tanto, Juan II de Aragón trató de negociar en secreto con
Isabel la boda con su hijo Fernando. Isabel y sus consejeros consideraron que
era el mejor candidato para esposo, pero había un impedimento legal, ya que
eran primos segundos (sus abuelos, Fernando de Antequera y Enrique III, eran
hermanos). Necesitaban, por tanto, una bula papal que les exonerara de la
consanguinidad. El Papa, sin embargo, no llegó a firmar este documento,
temeroso de las posibles consecuencias negativas que ese acto podría traerle al
atraerse la enemistad de los reinos de Castilla, Portugal y Francia, todos
ellos involucrados en negociaciones para desposar a la princesa Isabel con otro
pretendiente.
Personas del entorno de Isabel falsificaron una supuesta bula emitida en
junio de 1464 por el anterior Papa, Pío II, a favor de Fernando, en la que se
le permitía contraer matrimonio con cualquier princesa con la que le uniera un
lazo de consanguinidad de hasta tercer grado. Isabel aceptó y se firmaron las
capitulaciones matrimoniales de Cervera, el 5 de marzo de 1469. Para los
esponsales y ante el temor de que Enrique IV abortara sus planes, en mayo de
1469 y con la excusa de visitar la tumba de su hermano Alfonso, que reposaba en
Ávila, Isabel escapó de Ocaña, donde era custodiada estrechamente por don Juan
Pacheco. Por su parte, Fernando atravesó Castilla en secreto, disfrazado de
mozo de mula de unos comerciantes. Finalmente el 19 de octubre de 1469 contrajeron
matrimonio en el Palacio de los Vivero de Valladolid.
El matrimonio costó a Isabel el enfrentamiento con su hermanastro el
rey. En 1471 el papa Sixto IV envió al cardenal Rodrigo de Borja a España como
legado papal para arreglar diversos asuntos políticos en la península, entre
ellos este enlace. Con él trajo la Bula de Simancas, que dispensaba de
consanguinidad a los príncipes Isabel y Fernando. Borja negoció con ellos: les
daría la bula a cambio de que ellos le concedieran la ciudad de Gandía a su hijo
Pedro Luis. Isabel y Fernando cumplirían su parte del trato en 1485.
Reinado
Al morir Enrique IV, Isabel se proclamó Reina de Castilla el 13 de
diciembre de 1474 en Segovia, basando su legitimidad en el Tratado de los Toros
de Guisando. Estalló entonces la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479)
entre los partidarios de Isabel y los de su sobrina Juana. El Tratado de
Alcaçovas puso fin a la contienda, reconociendo a Isabel y Fernando como reyes
de Castilla a cambio de ciertas concesiones a Portugal. Tras la guerra Isabel
mandó construir el Monasterio de San Juan de los Reyes.
Instruyó a sus hijos en que tenían unas obligaciones por su rango de
hijos de reyes, y que debían sacrificarse mucho por ese motivo. Los llevó
consigo durante las campañas militares, pero también veló siempre por su
bienestar, como lo prueba su valor ante el motín que tuvo lugar en el alcázar
de Segovia en 1476. Allí tenían instalada los reyes la corte y allí vivía, en
el alcázar su primogénita Isabel bajo la protección y cuidado de su amiga
Beatriz de Bobadilla y de su esposo, el alcalde Andrés Cabrera. Éste era de
origen judío, lo que en aquella época era fuente de tensiones raciales, y se le
acusaba de querer aprovecharse de la confianza que los reyes le tenían, además
de acusarle de malversación de fondos y de tiranía. El tumulto se convirtió en
motín cuando unos provocadores, disfrazados de campesinos y con armas ocultas,
arengaron a la población para destituir al alcaide. Hacia el Alcázar se dirigió
una masa de gente furiosa, armada con herramientas de campesinos, palos y
piedras. La reina se encontraba con el cardenal Mendoza cuando se enteró de lo
ocurrido, pero ni uno ni otro tenían tropas suficientes para defender la plaza.
Temerosa del riesgo que podía correr su hija, la reina subió a su caballo y,
acompañada por tres guardias, cabalgó 60 kilómetros hasta Segovia. A la
entrada, el obispo intentó detenerla por el gran peligro que corría, pero
Isabel desoyó el consejo y avanzó hasta el Alcázar. Entró y dejó las puertas
abiertas para que entraran todos los amotinados para exponerle sus quejas. Tras
estudiar las quejas, mantiene en el puesto a Andrés Cabrera. El pueblo de
Segovia le guardó fidelidad a partir de ese momento.
Durante las campañas militares de Fernando, la reina estuvo siempre en
la retaguardia, acompañada de sus hijos y pendiente de proveer lo necesario. Su
ayuda fue decisiva para la victoria castellano-aragonesa en la Guerra de
Granada, como lo demuestran los hechos de la rendición de Baza (Granada).
Sucedió que la ciudad llevaba cercada bastante tiempo pero la población no
quería rendirse y los soldados cristianos comenzaban a desmoralizarse por el
largo asedio. El rey Fernando pide a su mujer que se presente en el campo de
batalla para levantar la moral de las tropas. Así lo hace Isabel, haciéndose
acompañar de varias damas y de su primogénita Isabel. El impacto de su
presencia fue inmediato, no sólo para las tropas cristianas, sino para la
población asediada que inició su rendición, pero no ante el rey guerrero, sino
ante la valerosa reina. Además, Isabel fue la precursora del Hospital de
campaña, al hacerse acompañar de personal médico y ayudantes para atender a los
heridos en el campo de batalla.
Creyó en los proyectos de Cristóbal Colón, a pesar de las muchas
críticas y reacciones políticas adversas de la Corte y los científicos. Es sin
embargo falsa la leyenda que dice que financió con sus joyas el viaje que
llevaría al descubrimiento de América. Durante el reinado común con Fernando se
produjeron hechos de gran trascendencia para el futuro del reino, como el
establecimiento de la Santa Inquisición (1480), la creación de la Santa
Hermandad, la incorporación del Reino nazarí de Granada, así como la
unificación religiosa de la Corona Hispánica, basada en la conversión obligada
de los judíos, so pena de muerte o expulsión (Edicto de Granada, 1492) y más
tarde de los musulmanes.
Tras el descubrimiento de América en 1492 comenzó el proceso de
evangelización de los indígenas nativos confiándole esta tarea a los monjes
paulinos húngaros que se marcharon a las nuevas tierras en los próximos viajes
de Colón. Los reyes se preocuparon por la conversión y el trato justo de los
amerindios. Limitaron la esclavización de los indígenas iniciada por Colón a
los casos previstos en las leyes castellanas de la época y prohibieron, con
poco éxito, el repartimiento de indios entre los españoles asentados en el
Caribe. Tras el fallecimiento el gobernador Ovando aprovechó el vacío de poder
para instaurar la institución de la encomienda en la isla Española. Isabel y
Fernando firmaron con Portugal el Tratado de Tordesillas (1494) que delimitó
sus esferas de influencia en el océano Atlántico. Por deseo de los comerciantes
urbanos creó la Santa Hermandad, cuerpo de policía para la represión del
bandidaje, creando unas condiciones mucho más seguras para el comercio y la
economía.
Para sus campañas militares contó con el servicio de Gonzalo Fernández
de Córdoba (El Gran Capitán), que intervino en la conquista de Granada (1492),
en las dos primeras Guerras de Italia y en la toma de Cefalonia (1500).
Dada la histórica implicación de la Corona de Aragón en Italia y por
otra serie de razones (sus virtudes cristianas, la conquista de Granada, la
expulsión de los judíos y la cruzada contra los musulmanes), Fernando e Isabel
recibieron el título de Reyes Católicos otorgado por el Papa Alejandro VI,
mediante la bula Si convenit, de 19 de diciembre de 1496. Dicho título fue
heredado por los descendientes en el trono (tanto austrias como borbones), poseyéndolo
actualmente el rey Felipe VI de España. El papa Alejandro VI le concedió la
distinción honorífica de Rosa de Oro de la Cristiandad en 1500.
Al final de sus días, las desgracias familiares se cebaron con ella. La
muerte de su único hijo varón y el aborto de la esposa de éste, la muerte de su
primogénita y de su nieto Miguel (que iba a unificar los Reinos de los Reyes
Católicos con el de Portugal), la presunta "locura" de su hija Juana
(que desafió abiertamente a su madre en Medina del Campo) y los desaires de
Felipe el Hermoso, y la incertidumbre de su hija Catalina tras la muerte de su
esposo inglés, la sumieron en una profunda depresión que hizo que vistiera de
luto íntegro.
Muerte
Estaba la corte en Medina del Campo (Valladolid), cuando se declaró la grave
enfermedad, una hidropesía, dijo como testigo Pedro Mártir. Consciente del
desenlace, mandó que las misas por su salud se tornaran por su alma, pidió la
extremaunción y el Santísimo Sacramento. Habiendo otorgado testamento a 12 de
octubre, falleció poco antes del mediodía del 26 de noviembre de 1504, en el
Palacio Real:
Mi cuerpo sea sepultado en el momasterio de S. Francisco que es en el
Alhambra de la ciudad de Granada (...) en una sepultura baja que no tenga bulto
alguno, salvo una losa baja en el suelo, llana, con sus letras en ella. Pero
quiero e mando, que si el Rei eligiere sepultura en otra cualquier iglesia o
monasterio de cualquier otra parte o lugar destos mis reinos, que mi cuerpo sea
allí trasladado e sepultado junto (...). Diego Clemencín, 1821.
Primeramente fue inhumada en el monasterio de San Francisco de la
Alhambra, el 18 de diciembre de 1504, en una sencilla sepultura, según su
deseo. Poco después, sus restos mortales, junto con los de su esposo Fernando
el Católico, fueron trasladados a la Capilla Real de Granada. Su hija Juana I y
el marido de ésta, Felipe el Hermoso, también reposan allí. Asimismo se enterró
en este lugar a su nieto Miguel de la Paz, hijo del rey Manuel I de Portugal y
la infanta Isabel de Aragón, quien falleció poco antes de cumplir los 2 años de
edad.
En el museo de la Capilla Real se encuentran la corona y el cetro de la
reina, quien además dotó a la Capilla de un importante grupo de cuadros (aún in
situ), de Botticelli, Dirk Bouts, Rogier van der Weyden y Hans Memling, entre
otros, y muchas de sus pertenencias personales.
Testamento y sucesión
En su testamento la reina estipuló que, si bien la heredera del trono
era su hija Juana, el rey Fernando administraría y gobernaría Castilla en su
nombre al menos hasta que el infante Carlos, primogénito de Juana, cumpliera
veinte años. Después de los hijos de Juana la línea sucesoria pasaría a María,
la hija menor de Isabel, y solo después a Catalina.
Sin embargo la nobleza castellana no apoyó a Fernando y este optó por
retirarse a Aragón. El gobierno de Castilla quedó entonces para el rey Felipe
I, esposo de Juana, pero a los pocos meses murió repentinamente y ello llevó a
que Fernando fuese nombrado de nuevo regente. Juana fue encerrada en
Tordesillas por su padre, que gobernó Castilla hasta su muerte en 1516. Le
sucedió Carlos, hijo de Juana y nieto de Isabel y Fernando.
Por otra parte en su testamento Isabel les pidió a sus sucesores que se
esforzasen en conquistar para el cristianismo el Norte de África continuando la
reconquista peninsular y que se convirtiese al cristianismo a los habitantes de
América ("las yslas y Tierra Firme del Mar Oçéano") y se les tratase
justamente.
El testamento original de la reina se conserva en el Real Monasterio de
Santa María de Guadalupe. Una copia se envió al monasterio de Santa Isabel de
la Alhambra de Granada. Y otra, a la catedral de Toledo, aunque desde 1575 pasó
al Archivo General de Simancas.
Posteridad
Durante los siglos XVI y XVII la figura de Isabel fue relativamente
eclipsada en la memoria histórica por la de su marido, el rey Fernando, al que
los cronistas de aquellos tiempos pintaban de magnánimo, afable, templado y
dispuesto a negociar, en contraste con el rigor e inflexibilidad que se
proyectaba en los retratos de Isabel. A principios del siglo XIX Diego
Clemencín escribió un Elogio de la Reina Católica que por primera vez se centró
en la figura de la reina, a la que colmó de virtudes, relegando a su marido a
un segundo plano. Esta obra influyó en todos los historiadores siguientes hasta
al menos mediados del siglo XX. En 1815 el rey Fernando VII, tras regresar a
España y restaurar el absolutismo, creó la orden de Isabel la Católica, alta
condecoración que sigue otorgando en la actualidad el gobierno español. Más
tarde, los liberales y románticos españoles del siglo XIX tendieron a tener una
imagen positiva de los Reyes Católicos, a los que consideraban los últimos
monarcas nacionales. A partir de 1938, la dictadura de Francisco Franco utilizó
profusamente en su propaganda la figura y los símbolos de Isabel "la
Católica".
En 1952 fue publicado por vez primera el texto de la bula Si convenit
que otorgaba a Isabel y Fernando el título de "católicos".
En 1958 José García y Goldaraz, arzobispo de Valladolid, inició el
proceso para la beatificación de Isabel. Creó un equipo de historiadores
españoles a los que encargó escribir sobre los puntos más conflictivos de la
biografía de la reina. Luis Suárez Fernández se encargó de la expulsión de los
judíos y como resultado de su trabajo publicó varios libros. Otros miembros del
equipo fueron Antonio Rumeu de Armas y Miguel Ángel Ladero Quesada. El
historiador István Szászdi ha denunciado que los partidarios de la
beatificación o algunos nacionalistas españoles han hecho desaparecer
documentos históricos de los archivos que podían comprometer la legitimidad de
Isabel como reina.
El proceso de beatificación sigue su curso en la actualidad, sostenido
por el apoyo económico de los herederos del empresario mexicano Pablo Díaz. Los
partidarios de Isabel achacan que el Vaticano no la haya beatificado a la oposición
de un "lobby judío".
Descendencia
•
Isabel (1 o 2 de octubre de 1470 – 1498), Princesa
de Asturias (1476–1480; 1498), contrajo matrimonio con el Infante Alfonso de
Portugal, pero a su muerte se casó en 1495 con el primo del fallecido, Manuel,
que fue rey de Portugal con el nombre de Manuel I, el Afortunado. Fue reina de
Portugal entre 1495 y 1498, muriendo en el parto de su primer hijo Miguel de
Paz.
•
Juan (30 de junio de 1478 – 1497), Príncipe de
Asturias (1480–1497). En 1497, contrajo matrimonio con Margarita de Austria
(hija del emperador germánico Maximiliano I de Habsburgo); murió de
tuberculosis poco después. Tuvo una hija póstuma que nació muerta. Margarita se
fue de España y se encargó por un tiempo de su sobrino Carlos, futuro emperador
Carlos V.
•
Juana I de Castilla (6 de noviembre de 1479 –
1555), Princesa de Asturias (1502–1504), Reina de Castilla(1504–1555) con el
nombre de Juana I. En 1496, contrajo matrimonio con Felipe el Hermoso de
Habsburgo (también hijo del emperador Maximiliano I). Con él entró una nueva
dinastía en España, la de los Habsburgo, que formaban la Casa de Austria. Su
primogénita fue Leonor de Austria (1498-1558). En 1500 Juana fue por segunda
vez madre, esta vez de su primer hijo varón, el futuro Carlos I, quien la
sucedería y sería también Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como
Carlos V. En 1503, dio a luz a Fernando, sucesor de Carlos en el Sacro Imperio
como Fernando I, y restauró la rama austríaca imperial de la Casa de los
Austrias. Mentalmente afectada por la muerte de su marido, fue recluida por su
padre Fernando en Tordesillas, donde murió.
•
María (29 de junio de 1482 – 1517), contrajo
matrimonio en 1500 con el viudo de su hermana Isabel, Manuel I de Portugal, el
Afortunado. Fue madre de diez hijos, entre ellos: Juan III, Enrique I de
Portugal y la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V.
•
Catalina (15 de diciembre de 1485 – 1536), contrajo
matrimonio con el príncipe Arturo de Gales en 1502, que murió pocos meses
después de la boda. En 1509 se desposó con el hermano de su difunto marido, que
sería Enrique VIII. Por lo tanto se convirtió en reina de Inglaterra; fue madre
de la reina María I de Inglaterra, María Tudor.
JUANA LA LOCA
Juana I de
Castilla, llamada «la Loca» (Toledo, 6 de noviembre de 1479-Tordesillas, 12 de
abril de 1555), fue reina de Castilla de 1504 a 1555, y de Aragón y Navarra,
desde 1516 hasta 1555, si bien desde 1506 no ejerció ningún poder efectivo y a
partir de 1509 vivió encerrada en Tordesillas, primero por orden de su padre
Fernando el Católico y después por orden de su hijo el Rey Carlos I. Por
nacimiento, fue infanta de Castilla y Aragón, desde joven mostró signos de
indiferencia religiosa que su madre trató de mantener en secreto. En 1496
contrajo matrimonio con Felipe el Hermoso, archiduque de Austria, duque de
Borgoña y Brabante y Conde de Flandes con quien tuvo seis hijos. Se convierte
en heredera de las Coronas de Castiila y Aragon a consecuencia de la muerte de
sus hermanos Juan e Isabel y de su sobrino Miguel de la Paz. A la muerte de su
madre, Isabel la Católica, en 1504 fue proclamada reina de Castilla junto a su
esposo; y cuando su padre, Fernando el Católico, fallece en 1516 pasó a ser
nominalmente reina de Navarra y soberana de la corona de Aragón. Por lo tanto,
el 25 de enero de 1516, se convirtió teóricamente en la primera reina de las
coronas que conformaron la actual España; sin embargo, desde 1506 su poder sólo
fue nominal, siendo su hijo Carlos el rey efectivo de Castilla y de Aragón. El levantamiento
comunero de 1520 la sacó de su cárcel y le pidió encabezar la revuelta, pero
ella se negó y cuando su hijo Carlos derrotó a los comuneros volvió a
encerrarla, pidiendo incluso que la torturasen. Fue apodada «la Loca» por una
supuesta enfermedad mental ocasionada por los celos hacia su marido y el dolor
que sintió tras su muerte, que fue el argumento utilizado por su padre y por su
hijo para mantenerla encerrada en Tordesillas de por vida.
Infancia y
juventud
La reina
Juana fue la tercera de los hijos de Fernando II de Aragón y de Isabel I de
Castilla. El 6 de noviembre de 1479 nació en Toledo y fue bautizada con el
nombre del santo patrón de su familia, al igual que su hermano mayor, Juan.
Desde
pequeña, recibió la educación propia de una infanta e improbable heredera al
trono, basada en la obediencia más que en el gobierno, a diferencia de la
exposición pública y las enseñanzas del gobierno requeridos en la instrucción
de un príncipe heredero. En el estricto e itinerante ambiente de la corte
castellano-aragonesa de su época, Juana estudió comportamiento religioso,
urbanidad, buenas maneras propias de la corte, sin desestimar artes como la
danza y la música, el entrenamiento como amazona y el conocimiento de lenguas
romances propias de la península Ibérica, además del francés y del latín. Entre
sus principales preceptores se encontraban el sacerdote dominico Andrés de
Miranda, Beatriz Galindo y su madre, la reina, que trató de moldearla a su hechura
devocional. El manejo de la casa de la infanta y, por ende, de su ambiente
inmediato estaba totalmente dominado por sus padres. La casa incluía personal
religioso, oficiales administrativos, personal encargado de la alimentación y
criadas y esclavas, Todos seleccionados por sus padres sin intervención de ella
misma. A diferencia de Juana, su hermano Juan, Príncipe de Asturias y de
Gerona, comenzó a hacerse cargo de su casa y de posesiones territoriales como
entrenamiento en el dominio de sus futuros reinos.
Ya en 1495
Juana daba muestras de escepticismo religioso y poca devoción por el culto y
los ritos cristianos. Este hecho alarmaba a su madre, que ordenó que se
mantuviese en secreto.
Matrimonio
y la Armada de Flandes
Como era
costumbre en la Europa de esos siglos, Isabel y Fernando negociaron los
matrimonios de todos sus hijos con el fin de asegurar objetivos diplomáticos y
estratégicos. A fin de reforzar los lazos con el Sacro Emperador Romano
Germánico, Maximiliano I de Habsburgo, contra los monarcas franceses de la dinastía
Valois, ofrecieron a Juana en matrimonio a su hijo, Felipe, archiduque de Austria.
A cambio de este enlace, los Reyes Católicos pedían la mano de la hija de
Maximiliano, Margarita de Austria, como esposa para el príncipe Juan. Con
anterioridad, Juana había sido considerada para el delfín Carlos, heredero del
trono francés, y en 1489 pedida en matrimonio por el rey Jacobo IV de Escocia,
de la dinastía Estuardo.
En agosto
de 1496, la futura archiduquesa partió de Laredo (actual Cantabria) en una de
las carracas genovesas al mando del capitán Juan Pérez. La flota también
incluía, para demostrar el esplendor de la corona castellano-aragonesa a las
tierras del norte y su poderío al hostil rey francés, otros 19 buques, desde
naos a carabelas, con una tripulación de 3.500 hombres, al mando del almirante Fadrique,
y pilotada por Sancho de Bazán. Se le unieron asimismo unos 60 navíos mercantes
que transportaban la lana exportada cada año desde Castilla. Era la mayor flota
en misión de paz montada hasta entonces en Castilla. Juana fue despedida por su
madre y hermanos, e inició su rumbo hacia Flandes, hogar de su futuro esposo.
La travesía tuvo algunos contratiempos que, en primer lugar, la obligaron a
tomar refugio en Portland, Inglaterra, el 31 de agosto. Cuando finalmente la flota
pudo acercarse a Middelburg, Zelanda, una carraca genovesa que transportaba a
700 hombres, las vestimentas de Juana y muchos de sus efectos personales,
encalló en un banco de piedras y arena y tuvo que ser abandonada. Juana, por
fin en las tierras del norte, no fue recibida por su prometido. Ello se debía a
la oposición de los consejeros francófilos de Felipe a las alianzas de
matrimonio pactadas por su padre el Emperador. Aún en 1496, los consejeros
albergaban la posibilidad de convencer a Maximiliano de la inconveniencia de
una alianza con los Reyes Católicos y las virtudes de una alianza con Francia.
La boda se celebró por fin el 20 de octubre de 1496. El ambiente de la corte
con el que se encontró Juana era radicalmente opuesto al que ella vivió en su
España natal. Por un lado, la sobria, religiosa y familiar corte de Fernando e
Isabel contrastaba con la desinhibida y muy individualista corte
borgoñona-flamenca, muy festiva y opulenta gracias al comercio de tejidos que
sus mercados dominaban desde hacía un siglo y medio. En efecto, a la muerte de
María de Borgoña, la casa de Felipe, de cuatro años, había sido rápidamente
dominada por los grandes nobles borgoñones, principalmente a través de
consejeros adeptos y fieles a sus intereses.
Aunque los
futuros esposos no se conocían, se enamoraron locamente al verse. No obstante,
Felipe pronto perdió el interés en la relación, lo cual hizo nacer en Juana
unos celos patológicos. Al poco tiempo llegaron los hijos, que agudizaron los
celos de Juana. El 24 de noviembre de 1498, en la ciudad de Lovaina (cerca de
Bruselas) nació su primogénita, Leonor, llamada así en honor de la abuela
paterna de Felipe, Leonor de Portugal. Juana vigilaba a su esposo todo el
tiempo y, pese al avanzado estado de gestación de su segundo embarazo, del que
nacería Carlos (llamado así en honor al abuelo materno de Felipe, Carlos el
Temerario), el 24 de febrero de 1500, asistió a una fiesta en el palacio de
Gante. Aquel mismo día tuvo a su hijo, según se dice, en los lavabos del
palacio. Al año siguiente, el 18 de julio de 1501, en Bruselas, nació la
tercera hija del matrimonio, llamada Isabel en honor de la madre de Juana.
Varios
sacerdotes enviados a Flandes por los Reyes Católicos informaron en este tiempo
de que Juana seguía resistiéndose a confesarse y a asistir a misa.
Reina de
Castilla
Muertos sus
hermanos Juan (1497) e Isabel (1498), así como el hijo de ésta, el infante
portugués Miguel (1500), Juana se convirtió en heredera de Castilla y Aragón.
En noviembre de 1501 Felipe y Juana emprendieron camino por tierra desde
Bruselas, tardando seis meses en llegar a Toledo. Prestaron juramento como
herederos ante las cortes castellanas en la catedral de Toledo el 22 de mayo de
1502. En 1503 su marido, Felipe, regresó a Flandes a resolver unos asuntos,
mientras que Juana quedó en España a petición de sus padres para que conociera
a sus futuros súbditos y porque estaba en plena gestación. Ello la sumió en una
gran tristeza. El 10 de marzo de 1503, en la ciudad de Alcalá de Henares, dio a
luz un hijo, al que se llamó Fernando en honor a su abuelo materno, Fernando el
Católico. En Bruselas estaban sus tres hijos mayores. Tras el parto Juana
volvió a pedir ir a Flandes pero su madre le dio largas y además la guerra con
Francia convertía el camino por tierra en inviable. Como Juana insistía su
madre ordenó al obispo Fonseca que la mantuviese recluida en el castillo de la
Mota. Madre e hija terminaron chocando y al final Isabel tuvo que resignarse y
darle permiso para que Juana regresase a Flandes, lo cual al final consiguió en
junio de 1504.
La reina
Isabel murió el 26 de noviembre de 1504, planteándose el problema de la
sucesión en Castilla. Según el historiador Gustav Bergenroth, su madre
desheredó a Juana en su testamento porque no iba a misa ni quería confesarse. Sin
embargo su padre Fernando la proclamó reina de Castilla y siguió él mismo
gobernando el reino.
Pero el
marido de Juana, el archiduque Felipe no estaba por la labor de renunciar al
poder y en la concordia de Salamanca (1505) se acordó el gobierno conjunto de
Felipe, Fernando el Católico y la propia Juana. Entre tanto Felipe y Juana
permanecieron en la corte de Bruselas, donde el 15 de septiembre de 1505 ella
dio a luz a su quinto hijo, una niña llamada María. Mientras tanto se preparó
una gran flota para transportar a la nueva familia real castellana a su reino.
A finales
de 1505 Felipe estaba impaciente por ir a Castilla y por ello ordenó que
zarpase la flota cuanto antes, a pesar del riesgo que suponía navegar en
invierno. Partieron el 10 de enero de 1506, con 40 barcos. En el canal de la
Mancha una fuerte tormenta hundió varios navíos y dispersó al resto. Se temió
por la vida de los reyes, que al final recalaron en Portland. La armada tuvo
que permanecer durante tres meses en Inglaterra. En Londres Juana pudo visitar
durante un día a su hermana Catalina, a la que no veía desde hacía 10 años. Zarparon
de nuevo en abril de 1506 y en vez de dirigirse a Laredo, donde se les
esperaba, pusieron rumbo a La Coruña, probablemente para ganar tiempo y poder
reunirse con nobles castellanos antes de presentarse ante Fernando. Felipe
consiguió el apoyo de la mayoría de la nobleza castellana, por lo que Fernando
tuvo que firmar la concordia de Villafáfila (27 de junio de 1506) y retirarse a
Aragón con una serie de compensaciones económicas. Felipe fue proclamado rey de
Castilla en las Cortes de Valladolid con el nombre de Felipe I.
El 25 de
septiembre de ese año muere Felipe I el Hermoso en el Palacio de los Condestables
de Castilla, según algunos envenenado, y entonces circulan rumores sobre una
supuesta locura de Juana. En ese momento Juana decide trasladar el cuerpo de su
esposo desde Burgos, donde había muerto y en el que ya había recibido
sepultura, hasta Granada, tal como él mismo había dispuesto viéndose morir
(excepto su corazón, que deseaba que se mandase a Bruselas, como así se hizo),
viajando siempre de noche. Pero su padre se mostró reacio a permitir que su
yerno estuviera enterrado en Granada antes que él mismo, y los desplazamientos
se limitaron en un espacio reducido en Castilla. La reina Juana no se separaría
ni un momento del féretro y este traslado se prolongará durante ocho fríos
meses por tierras castellanas. Acompañaron al féretro gran número de personas
entre las que se contaban religiosos, nobles, damas de compañía, soldados y
sirvientes diversos. Ello hizo que las murmuraciones sobre la locura de la
reina aumentasen cada día entre los habitantes de los pueblos que atravesaban.
Después de unos meses, los nobles «obligados» por su posición a seguir a la
reina se quejaron de estar perdiendo el tiempo en esa «locura» en lugar de
ocuparse como deberían de sus tierras. En la ciudad de Torquemada (Palencia),
el 14 de enero de 1507, Juana daba a luz a su sexto hijo y póstumo de su
marido, una niña bautizada con el nombre de Catalina.
En cuanto
al gobierno del reino, el 24 de septiembre, un día antes de la muerte de Felipe
I, los nobles acordaron formar un Consejo de Regencia interina para gobernar
provisionalmente el reino presidido por Cisneros y formado por el Almirante de
Castilla, el Condestable de Castilla, Pedro Manrique de Lara y Sandoval duque
de Nájera, Diego Hurtado de Mendoza y Luna, duque del Infantado, Andrés del
Burgo, embajador del Emperador, y Filiberto de Vere, mayordomo mayor del rey
Felipe. La nobleza y las ciudades contendieron acerca de quién debía desempeñar
la Regencia, pues por un lado estaban lo que querían al emperador Maximiliano
durante la minoría del príncipe Carlos, como los Manrique, Pacheco y Pimentel;
y por otro lado, los que querían la regencia Fernando el Católico tal y como
quedó establecida en el testamento de Isabel la Católica y las cortes de Toro
de 1505, como los Velasco, Enríquez, Mendoza y Álvare de Toledo. Sin embargo,
la reina Juana trató de gobernar por sí misma, revocó e invalidó las mercedes
otorgadas por su marido, para lo cual intentó restaurar el Consejo Real de la
época de su madre.
Sin
consultar a Juana, Cisneros acudió a Fernando el Católico para que regresara a
Castilla. Pero a pesar de los intentos de Cisneros, nobles y prelados, la reina
no reclamó a su padre para gobernar y de hecho llegó a prohibir la entrada del
arzobispo a palacio. Para dar legalidad al nombramiento de regente a Fernando
el Católico, el Consejo Real y Cisneros buscaron encauzar el vacío de poder con
la convocatoria de Cortes, pero la reina se negó a convocarlas, y los
procuradores abandonaron Burgos sin haberse constituido como tales.
Tras
regresar de tomar posesión del Reino de Nápoles, Fernando el Católico se
entrevistó con su hija el 28 de agosto de 1507, y volvió a asumir el gobierno
de Castilla. En febrero de 1509 Fernando ordenó encerrar a Juana en Tordesillas
para evitar que se formase un partido nobiliario en torno de su hija, encierro
que mantendría su hijo Carlos I más adelante. El encierro de Juana también
estuvo motivado para impedir las apetencias del rey de Inglaterra y el
emperador sobre el gobierno de Castilla. El rey Enrique VII de Inglaterra
manifestó su interés en casarse con Juana, y Fernando tuvo que salvar
diplomáticamente el asunto presentando a su nieto Carlos, príncipe de Asturias,
como su hijo y sucesor, y planteando el matrimonio del príncipe con María Tudor
hija del rey inglés; Enrique VII murió en 1509 y su sucesor Enrique VIII casó
con la hija de Fernando, Catalina de Aragón, zanjando la oposición inglesa a la
regencia de Fernando. Solo quedaba la oposición del emperador Maximiliano I,
que amenazó con traer a su nieto el príncipe de Asturias a Castilla y gobernar
en su nombre, al temer que el segundo matrimonio de Fernando podría engendrar
un hijo varón que podría poner en peligro la sucesión de su nieto el príncipe
Carlos. Fernando aprovechó la debilidad del emperador en Italia frente a
Venecia para asegurarse un acuerdo favorable en Blois en diciembre de 1509, que
respetaba la voluntad de Isabel la Católica a cambio de unas no excesivas
compensaciones económicas, por lo que el emperador renunciaba a sus
pretensiones de regencia en Castilla, y en las Cortes de 1510 ratificaron a
Fernando como regente.
En 1515
Fernando incorporó a la Corona de Castilla el Reino de Navarra, que había
conquistado tres años antes. En 1516 murió el rey y, por su testamento, Juana
se convirtió en reina nominal también de Aragón. Sin embargo, varias
instituciones de la Corona aragonesa no la reconocieron como tal en virtud de
la complejidad institucional de los fueros. Ejercieron la regencia de Aragón el
arzobispo de Zaragoza, Alonso de Aragón, hijo natural de Fernando el Católico,
y la de Castilla el Cardenal Cisneros hasta la llegada del príncipe Carlos
desde Flandes.
Carlos se
benefició de la coyuntura de la incapacidad de Juana para proclamarse rey, de
forma que se apropió de los títulos reales que le correspondían a su madre.
Así, oficialmente, ambos, Juana y Carlos, correinaron en Castilla y Aragón. De
hecho, Juana nunca fue declarada incapaz por las Cortes de Castilla ni se le
retiró el título de reina. Mientras vivió, en los documentos oficiales debía
figurar en primer lugar el nombre de la reina Juana. Pero en la práctica Juana
no tuvo ningún poder real porque Carlos mantuvo a su madre encerrada. De hecho
ordenó que la obligasen a escuchar misa y confesarse empleando tortura si fuere
necesario.
Encierro en
Tordesillas
Desde que
su padre la recluyera en 1509, la reina Juana permaneció en una
casona-palacio-cárcel de Tordesillas hasta que murió, el 12 de abril de 1555,
después de 46 años de reclusión forzosa y siempre vestida de negro, con la
única compañía de su última hija, Catalina, hasta que esta salió en 1525 para
casarse con Juan III de Portugal. Juana y su hija fueron ninguneadas y
maltratadas física y psicológicamente por sus carceleros. Especialmente duros
fueron los largos años de servicio de los marqueses de Denia, Bernardo de
Sandoval y Rojas y su esposa. El marqués cumplió su función con gran celo, como
parecía jactarse en una carta dirigida al emperador en la que aseguraba que,
aunque doña Juana se lamentaba constantemente diciendo que la tenía encerrada
«como presa» y que quería ver a los grandes, «porque se quiere quejar de cómo
la tienen», el rey debía estar tranquilo, porque él controlaba la situación y
sabía dar largas a esas peticiones. El confinamiento de doña Juana, por su
presunta incapacidad mental, era esencial para la legitimidad en el trono
castellano primero de su padre Fernando y después de su hijo Carlos I. Si se
empezaba a rumorear que la reina estaba cuerda, los adversarios del nuevo rey
podrían derrocarlo por usurpador. De ahí que la figura de doña Juana se
convirtiera en una pieza clave para legitimar el movimiento de las Comunidades.
Los reyes
Fernando y Carlos trataron de borrar cualquier vestigio documental del encierro
de la reina Juana. No hay rastro de la correspondencia intercambiada entre
Fernando y Luis Ferrer, y Carlos V parece haber tenido el mismo cuidado.
Incluso Felipe II ordenó quemar ciertos papeles relativos a su abuela.
Movimiento
comunero
El
levantamiento comunero (1520) la reconoció como soberana en su lucha contra
Carlos I. Después del incendio de Medina del Campo, el gobierno del cardenal
Adriano de Utrech se tambaleó. Muchas ciudades y villas se sumaron a la causa
comunera, y los vecinos de Tordesillas asaltaron el palacio de la reina
obligando al marqués de Denia a aceptar que una comisión de los asaltantes
hablara con doña Juana. Entonces se enteró la reina de la muerte de su padre y
de los acontecimientos que se habían producido en Castilla desde ese momento.
Días más tarde Juan de Padilla se entrevistó con ella, explicándole que la
Junta de Ávila se proponía acabar con los abusos cometidos por los flamencos y
proteger a la reina de Castilla, devolviéndole el poder que le había sido
arrebatado, si es que ella lo deseaba. A lo cual doña Juana respondió: «Sí, sí,
estad aquí a mi servicio y avisadme de todo y castigad a los malos». El
entusiasmo comunero, después de esas palabras, fue enorme. Su causa parecía
legitimada por el apoyo de la reina.
A partir de
ahí el objetivo de los comuneros sería, en primer lugar demostrar que doña
Juana no estaba loca y que todo había sido un complot, iniciado en 1506, para
apartarla del poder; y después, que la reina, además de con sus palabras, avalara
con su firma los acuerdos que se fueran tomando. Para ello, la Junta de Ávila
se trasladó a Tordesillas, que se convertiría por algún tiempo en centro de
actuación de los comuneros. Después de estos cambios, todos, incluso el
cardenal, afirmaban que doña Juana «parece otra» porque se interesaba por las
cosas, salía, conversaba, cuidaba de su personal y, por si fuera poco,
pronunciaba unas atinadas y elocuentes palabras ante los procuradores de la
Junta; palabras que recogieron notarios y se comenzaron a difundir. Pero la
Junta necesitaba algo más que palabras de la reina, necesitaba documentos,
necesitaba la firma real para validar sus actuaciones. Una firma que podía
suponer el final del reinado de Carlos, como recuerda a éste el cardenal
Adriano: «si firmase su alteza, que sin duda alguna todo el Reino se perderá».
Pero en esto los comuneros, como antes los partidarios del rey, tropezaron con
la férrea negativa de doña Juana, a la que ni ruegos ni amenazas hicieron
firmar papel alguno.
A finales
de 1520, el ejército imperial entró en Tordesillas, restableciendo en su cargo
al marqués de Denia. Juana volvió a ser una reina cautiva, como aseguraba su
hija Catalina, cuando comunicaba al emperador que a su madre no la dejaban
siquiera pasear por el corredor que daba al río: «y la encierran en su cámara
que no tiene luz ninguna».
Últimos
años
La vida de
doña Juana se deterioró progresivamente, como testimoniaron los pocos que
consiguieron visitarla. Sobre todo cuando su hija menor, que procuró protegerla
frente al despótico trato del marqués de Denia, tuvo que abandonarla para
contraer matrimonio con el rey de Portugal. Desde ese momento los episodios
depresivos se sucedieron cada vez con más intensidad.
En los
últimos años, a la presunta enfermedad mental se unía la física, completamente
cierta. Tenía grandes dificultades en las piernas, las cuales finalmente se le
paralizaron. Entonces volvió a ser objeto de discusión su indiferencia
religiosa, sugiriendo algunos religiosos que podía estar endemoniada. Por ello,
su nieto Felipe pidió a un jesuita, el futuro san Francisco de Borja, que la
visitara y averiguara qué había de cierto en todo ello. Después de hablar con
ella, el jesuita aseguró que las acusaciones carecían de fundamento y que, dado
su estado mental, quizá la reina no había sido tratada adecuadamente. Sin
embargo en su lecho de muerte se negó a confesarse al serle administrada la
extremaunción.
Controversia
sobre su salud mental
La versión
oficial en el siglo XVI fue que la reina Juana había sido retirada del trono
por su incapacidad debida a una enfermedad mental. Se ha escrito que pudo
padecer de melancolía, trastorno depresivo severo, psicosis, o esquizofrenia
heredada. Hay debate sobre el diagnóstico de su enfermedad mental, considerando
que sus síntomas se agravaron por un confinamiento forzoso y el sometimiento a
otras personas. También se ha especulado que pudo heredar alguna enfermedad
mental de la familia de su madre, ya que su abuela materna, Isabel de Portugal,
reina de Castilla, padeció por lo mismo durante su viudez después de que su
hijastro la exiliara al Castillo de Arévalo, en Ávila.
Gustav
Bergenroth fue el primero, en los años 1860, que halló documentos en Simancas y
en otros archivos que mostraban que la hasta entonces llamada Juana la Loca en
realidad había sido víctima de una confabulación tramada por su padre,
Fernando, y luego confirmada por su hijo Carlos.
Ascendencia
Descendencia
•
Leonor
(1498–1558), reina consorte de Portugal siendo la tercera esposa de Manuel I de
Portugal y a la muerte de este contrajo matrimonio con Francisco I de Francia;
•
Carlos
(1500–1558), rey de España (1516-1556), con el nombre de Carlos I, y Emperador
del Sacro Imperio (1519-1558) con el nombre de Carlos V;
•
Isabel
(1501–1526), reina consorte de Dinamarca y la Unión de Kalmar, esposa de
Cristián II.
•
Fernando
(1503–1564), Emperador del Sacro Imperio, con el nombre de Fernando I, al
suceder a su hermano Carlos. Así se crearon la línea austriaca y española de
los Habsburgo;
•
María
(1505–1558), reina consorte de Hungría y Bohemia, esposa de Luis II y a la
muerte de este fue Gobernadora de los Países Bajos;
•
Catalina
(1507–1578), fue reina consorte de Portugal, casada con Juan III, fue abuela
del rey Sebastián I de Portugal.
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