Fascismo
A manera de introducción
¿Qué es el Fascismo? En Venezuela están de
moda las palabras fascismo y fascista. En Venezuela están de moda las palabras
"fascismo" y "fascista", posiblemente son las más empleadas
en estos tiempos, con el agravante de que la mayoría de quienes las usan no
tienen idea de lo que significan, como lo prueba la contradicción de que los
chavistas llamen "fascistas", indiscriminadamente, a los de la
oposición, y estos empleen el mismo calificativo para aquellos. Con el agregado
de que la mayoría de las veces se les acusa de "fascistas" por actos
que, aun siendo negativos y execrables, no tienen nada de
"fascistas". (talcualdigital.com 26/04/2013)
El fascismo es una ideología y un movimiento
político que surgió en la Europa de entreguerras (1918-1939). El término
proviene del italiano fascio (‘haz,
fasces’), y éste a su vez del latín fasces
(plural de fascis).
El proyecto político del fascismo es instaurar
un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista, mientras su
base intelectual plantea la sumisión de la razón a la voluntad y la acción,
aplicando un nacionalismo fuertemente identificado o vinculado con componentes
victimistas o revanchistas que conducen a la violencia ya sea de las masas
adoctrinadas o de las corporaciones de seguridad del régimen contra aquellos que
el Estado define como enemigos por medio de un eficaz de propaganda, aunado a
un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el espectro
político, lo que no impide que habitualmente diferentes enfoques ideológicos
proporcionen diferentes visiones del fascismo. Los ejemplos más comunes, se dan
en la historiografía, la politología de orientación marxista, al ubicar al
fascismo en la extrema derecha, vinculándolo con la plutocracia, e
identificándolo algunas veces como una variante del capitalismo de Estado[1].
El fascismo se presenta como una opción de coexistencia[2]
que se opone radicalmente tanto a la democracia liberal en crisis como a las
ideologías del movimiento obrero tradicional en ascenso (anarquismo o marxismo,
este último dividido a su vez entre la socialdemocracia y el comunismo, que
desde 1917 tenía como referente al proyecto de Estado socialista que se estaba
desarrollando en la Unión Soviética); aunque el número de las ideologías contra
las que se afirma es más amplio; pero consigue a sus enemigos en tres
corrientes: el social-comunista, el demoliberal-masónico y el populismo
católico.
El concepto de régimen fascista puede
aplicarse a algunos regímenes políticos totalitarios o autoritarios[3]
de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se impusieron por
las potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la Segunda
Guerra Mundial. Podemos mencionar a manera de ejemplo los regímenes fascistas
impuestos en Europa que se convirtieron en iconos del modelo: en primer lugar a
la Italia fascista de Benito Mussolini (1922) que inaugura el modelo y acuña el
término; seguida por la Alemania del III Reich de Adolf Hitler (1933) que lo
lleva a sus últimas consecuencias; y, cerrando el ciclo, la España de Francisco
Franco que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde
1936 hasta 1975). Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias
históricas entre cada uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el
fascismo en la Alemania nazi o nacional-socialismo añade un importante
componente racista, que sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho
menor fundamento por el fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas.
Podemos considerar al fascismo italiano como
un modelo totalitarismo centrado en el Estado, es decir, el pueblo es el Estado
y el Estado es el pueblo, así lo señalo Mussolini: “El pueblo es el cuerpo del
Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo”, “Todo en el Estado, nada contra
el Estado, nada fuera del Estado”.[4];
mientras que el nazismo alemán está centrado en la raza identificada con el Völk (pueblo o masa) Völksgemeinschaft (comunidad del pueblo
o comunidad de raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido y al
Estado): Ein Völk, ein Reich, ein Führer!
(¡Un Pueblo, un Imperio, un Guía!).
También se pueden encontrar elementos del
fascismo fuera del período de entreguerras, tanto antes como después. Un claro
precedente del fascismo fue la organización Action
Française (Acción Francesa) en 1898, cuyo principal líder fue Charles
Maurras; contaba con un ala juvenil violenta llamada los Camelots du Roi y se sustentaba en una ideología ultranacionalista,
reaccionaria, fundamentalista católica y antisemita. Con posterioridad a la
Segunda Guerra Mundial reaparecieron movimientos políticos minoritarios, en la
mayor parte de los casos marginales (neofascistas o neonazis) que reproducen
idénticos o similares planteamientos, o que mimetizan su estética y su
retórica; a pesar de la intensa demonización a que se sometió a la ideología y
a los regímenes fascistas, considerados principales responsables de la guerra
que condujo a algunos de los mayores desastres humanos de la historia. En
muchos países hay legislaciones que prohíben o limitan su existencia, sus
actuaciones (especialmente el denominado delito
de odio), su propaganda (especialmente el negacionismo del Holocausto) o la
exhibición de sus símbolos.
Características y definición
El fascismo es una ideología política
fundamentada en un proyecto de unidad monolítica denominado corporativismo, por
ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la
discrepancia política en beneficio de un partido único y los focaliza hacia el
beneficio del centralismo; y propone como ideal la construcción de una utópica
sociedad perfecta, denominada cuerpo social, formado por cuerpos intermedios y
sus representantes unificados por el gobierno central, y que este designaba
para representar a la sociedad.
Para ello el fascismo inculca la obediencia de
las masas para formar una sola entidad u órgano socio-espiritual indivisible,
para lograr este fin utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y el
carisma de un líder dictatorial en el que se concentra todo el poder con el
propósito de conducir en unidad al denominado cuerpo social de la nación.
El fascismo se caracteriza por su método de
análisis o estrategia de difusión de juzgar sistemáticamente a la gente no por
su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo. Aprovecha
demagógicamente los sentimientos de miedo y frustración colectiva para
exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los
desplaza contra un enemigo común (real o imaginario, interior o exterior), que
actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de manera
irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la
población. La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran
número de mecanismos de encuadramiento social, vician y desvirtúan la voluntad
general hasta desarrollar materialmente una oclocracia que se constituye en una
fuente esencial del carisma de liderazgo y en consecuencia, en una fuente
principal de la legitimidad del caudillo. El fascismo es expansionista y
militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del irredentismo
territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por el
nacionalismo del siglo XIX. De hecho, el fascismo es ante todo un nacionalismo
exacerbado que identifica tierra, pueblo y Estado con el partido y su líder.
Las características definitorias del fascismo
pueden enumerarse, como hacen de manera muy completa Edward Malefakis[5]:
1.
Buscaron no solo tomar el poder
sino también crear una nueva clase de hombre (y añadiría yo, una nueva clase de
mujer) y de sociedad, a través de una ideología que glorificaba la jerarquía,
el nacionalismo y la guerra (y, añadiría yo, la fuerza física).
2.
Tal voluntad de cambio se centraba
en un solo líder con cualidades supuestamente sobrehumanas, al que no deberían
imponerse restricciones de ningún tipo.
3.
El líder nació de, y a su vez dio
a luz, a un poderoso partido político que le ayudó a conseguir sus objetivos: ...el
partido fue creado antes, y no después, de la toma del poder por el fascismo y
era un instrumento indispensable en esa lucha.
4.
Con objeto de glorificar a su
líder, a su partido y a sus objetivos, el fascismo puso un énfasis tan
extraordinario en la propaganda que tenía por misión (guerra psicológica) crear
un lazo místico con el dictador. Las nuevas tecnologías, especialmente la radio
pero también el cine y el periodismo gráfico, se utilizan en una medida sin
precedentes.
5.
Inherente al fascismo, e
incesantemente reiterado como un objetivo en su propaganda, es una manera
extrema de nacionalismo.
6.
Otro objetivo fundamental del
fascismo es la consecución como su objetivo político de una prosperidad
material sin precedentes. Tal proceso tiene un carácter místico. Quizá el mejor
ejemplo sea el sueño de Hitler de una red de autopistas entrecruzando el país
por la que todos los alemanes pudieran conducir su Volkswagen.
7.
Para asegurar el apoyo entusiasta
del pueblo en la lucha por estos y otros objetivos, habría que organizar la
sociedad más concienzudamente que nunca. De ahí la necesidad de crear nuevas
organizaciones. El intento era el de organizar toda la sociedad instalando una
visión nueva que rompió con el sistema anterior, exigiendo una subordinación de
todas las organizaciones sociales, económicas y políticas,
8.
Además de la Iglesia, había otros
grupos sociales subordinados al nuevo orden fascista, especialmente en
Alemania, donde el poder de Hitler era mayor. Y se formó una alianza fáustica
con grandes empresas que fue ventajosa para ambas partes, pero no había duda
alguna sobre quién estaba al mando en última instancia, sobre todo después de
que el fascismo se pusiera en pie de guerra. Las instituciones culturales
fueron fascistizadas, igual que los clubes deportivos. El grupo que estuvo más
cerca de retener su antigua autonomía fue el militar, dado que era esencial
para la consecución de los objetivos fascistas de política exterior. En Italia,
había un obstáculo adicional: la existencia de la monarquía, poseedora de una
vaga legitimidad residual que en 1943 propiciaría la caída de Mussolini.
9.
Racismo,
10.
Negación de lucha de clases,
11.
Culto de la tradición, de los
saberes arcaicos... Cultura sincrética, que debe tolerar todas las
contradicciones. La gnosis nazi se alimentaba de elementos tradicionalistas,
sincretistas, ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha
italiana, Julius Evola, mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de
Sion, la alquimia con el Sacro Imperio romano,
12.
Rechazo del modernismo,
13.
Culto de la acción por la acción,
14.
Rechazo del pensamiento crítico,
15.
Miedo a la diferencia,
16.
Llamamiento a las clases medias
frustradas,
17.
Nacionalismo y xenofobia. Obsesión
por el complot,
18.
Envidia y miedo al enemigo,
19.
Principio de guerra permanente,
antipacifismo,
20.
Elitismo (desprecio por los
débiles),
21.
Heroísmo (culto a la muerte, a la
épica),
22.
Transferencia de la voluntad de
poder a cuestiones sexuales. Machismo, odio al sexo no conformista.
Transferencia del sexo al juego de las armas, donde las armas representan la
virilidad.
23.
Populismo cualitativo (oposición a
los podridos gobiernos parlamentarios),
24.
Neolengua (Todos los textos
escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis
elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento
complejo y crítico).
En definitiva, fascismo es un sistema político
que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de una sociedad en crisis
dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la movilización de masas
por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con las
reivindicaciones nacionales.
Razón, voluntad y acción
Las
conexiones del fascismo con movimientos intelectuales supusieron en realidad,
más que su influencia, su utilización y manipulación, que fue atractiva para
muchas personalidades destacadas, entre ellos. Italianos, alemanes, franceses,
españoles, noruegos y estadounidenses. En concreto en el caso de Alemania,
ocurrió con tópicos culturales como el del Übermensch
de Nietzsche, o incluso con las desviaciones pseudocientíficas
justificadoras del racismo, como la eugenesia y el darwinismo social. La ciencia
misma fue un principal objeto de consideración, encuadrada y subordinada de
manera totalitaria al Estado y al Partido.
Como dice Isaiah Berlin, la Rebelión Romántica ha ido socavando los pilares de la tradición
occidental ofreciendo como alternativa la autoafirmación romántica, el
nacionalismo, el culto a los héroes y los líderes, y al final fascismo e
irracionalismo brutal y la opresión de las minorías. En ausencia de reglas
objetivas las nuevas reglas las hacen los propios rebeldes: Los fines no son valores objetivos... Los
fines no son descubiertos en absoluto, sino construidos, no se encuentran sino
que se crean... llega a inspirar la política del Estado, por ejemplo: la
ciencia aria consistía en un constructo social de modo que la herencia racial del
observador afectaba directamente la perspectiva de su trabajo, razón por la
cual los científicos de razas indeseables no resultarán admisibles y solo se
podría escuchar a aquéllos que estuvieran en sintonía con las masas (völk). De manera más específica, en
la alemanía nazi la física fue reinterpretada para relacionarla no con la
materia sino con el espíritu, descartándose así la objetividad y la
internacionalidad de la ciencia.
En el fascismo la incoherencia de los
postulados no representan inconveniente alguno, pues, antiintelectualismo y el
predominio de la acción sobre el pensamiento son los medios más preciados para
el logro de sus objetivos; incluso la modernidad estética inicial se llegó a
despreciar. Para Stanley Paine[6],
lo que caracterizaba el ideario falangista (el movimiento equivalente al
fascismo en España, fundado en los años treinta por José Antonio Primo de
Rivera y que se transformó en un más complejo movimiento nacional con la guerra
civil y el franquismo) eran justamente sus ideas vagas y confusas.
El fascismo rechaza la tradición racionalista
y adopta posturas de desconfianza en la razón y exaltación de los elementos
irracionales de la conducta, los sentimientos intensos y el fanatismo. Se busca
con todo cinismo la simplificación del mensaje, con absoluto desprecio por sus
destinatarios, así lo indicaba Joseph Goebbels[7]
en sus famosos 11 principios de la propaganda
La propaganda debe limitarse a un número
pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez
desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo
concepto. Sin fisuras ni dudas... Si una mentira se repite suficientemente,
acaba por convertirse en verdad.
Cualquier idea emanada del jefe es un dogma
indiscutible, y una directriz a seguir ciegamente, sin discusión ni poder ser
sometida a análisis. Se exaltan los valores de la virilidad, la camaradería y
el compañerismo de los hermanos de armas, todo ello en sintonía con algunas
tradiciones militaristas existentes en todos los ejércitos, pero que fueron
exacerbados para su utilización por Estados cuya conexión con el fascismo es
más o menos estrecha. Serían los casos del ejército alemán, el japonés y los
llamados militares africanistas españoles.
Nacionalismo de vencidos
Se suele indicar que una característica de los
países donde triunfaron los movimientos fascistas fue la reacción de
humillación nacional por la derrota en la Primera Guerra Mundial, que impulsaba
a buscar chivos expiatorios a quienes culpar (caso de Alemania), o la
frustración de las expectativas no cumplidas (caso de Italia). En ambos casos,
el resentimiento se manifestaba, en el plano internacional, en contra de los
más claros vencedores; mientras que en el plano interno se volcaba contra el
movimiento obrero o el peligro real o imaginado de una revolución comunista o
incluso una Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional, o cualquier
otra fantasmagórica sinarquía oculta en cuya composición incluyera a cualquier
organización que los fascistas juzgasen transnacional y opuesta a los intereses
del Estado, como el capitalismo, la banca, la bolsa, la Sociedad de Naciones,
el movimiento pacifista o la prensa. Sobre todo en el caso alemán, se insistía
en la convicción de pertenecer a un pueblo o raza superior cuya postración
actual se debe a una traición que le ha humillado y sometido a una condición
injusta; y que tiene derecho a la expansión en su propio espacio vital a costa
de los inferiores.
Componente social
La
componente social del fascismo pretende ser interclasista y antiindividualista,
es decir, niega la existencia de los intereses de clase e intenta suprimir la
lucha de clases con una política paternalista, de sindicato vertical y único en
que tanto trabajadores como empresarios obedezcan las directrices superiores
del gobierno, como en un ejército, tal como se evidenció claramente en el
corporativismo italiano o el nacionalsindicalismo español. Refiriéndonos al
ámbito económico, este también se ejerce bajo la tilde nacionalista y se ejerce
con autarquía y dirección centralizada se adaptan al mejor estilo de una
economía de guerra, con un importante nivel de proteccionismo. No obstante, en
antaño, no hubo en ningún sistema fascista que cuestionará la propiedad privada
siempre que cumpliera lo que el Estado dictaminara como función social, ni
alteraciones radicales del sistema capitalista convencional más allá de una
fuerte intervención del mercado favoreciendo determinadas áreas de las grandes
empresas industriales. Estas características sirven como base a una crítica (de
orientación tanto liberal como materialista) que resalta la conveniencia del
fascismo para un sector importante de la burguesía[8].
Desde ese punto de vista, se suele mantener
que los movimientos fascistas de entreguerras fueron alimentados por las clases
económicamente poderosas, para oponerse a los movimientos obreros y a la
democracia liberal. Esa tesis fue defendida en 1936 por el historiador Daniel
Guérin (Fascismo y grandes negocios), en la que lo asocia a un complejo industrial-militar,
expresión que sería posteriormente reutilizada para definir otros contextos,
como el de la carrera de armamentos entre la Unión Soviética y los Estados
Unidos. Noam Chomsky describe el fascismo como el sistema donde el Estado
integra la mano de obra y el capital bajo el control de una estructura
corporativa[9]. Aunque
la tesis que identifica al fascismo con un capitalismo de Estado corporativo
(una economía altamente intervencionista que protege y financia a grandes
empresas privadas) no siempre es sostenida ampliamente, hay muchos elementos
que permiten la identificación de intereses entre fascismo y una cartelización
del entrono económico-político.
Relación con el capitalismo y el socialismo
Según la doctrina tercerposicionista, el
fascismo no es de izquierda ni de derecha, ni capitalista ni comunista, ya que
el fascismo sería una idea totalmente original; sin embargo en la práctica más
que una idea original sería una fusión sincrética de varias ideas políticas
aglutinadas siempre bajo el nacionalismo unitario y el autoritarismo
centralista.
Una de las razones que motivan a considerar al
fascismo como un movimiento de derecha política suele ser la alianza
estratégica del fascismo con los intereses de las clases económicas más
poderosas, junto a su defensa de valores tradicionales como el patriotismo o la
religiosidad, para preservar el statu quo.
Lo que no tiene por qué estar en contradicción con su poco respeto por la
libertad económica y la autonomía del libre mercado ni por ciertas características
similares al socialismo estatalista o a la doctrina social de la Iglesia; esto
se sustenta en los reiterados señalamientos con parentescos a nivel de política
económica, entre el dirigismo económico del fascismo y la Sozialpolitik de Otto
von Bismarck y el New Deal de Franklin Roosevelt, aunque esta colaboración no existía
en un principio, una vez alcanzado el poder, la plutocracia cooperó
decididamente con el fascismo en sus diversas versiones.
Por otra parte las razones para considerar que
el fascismo tiene conexiones con la izquierda política y es una variante
chovinista del socialismo de Estado, son su programa económico colectivista
(proteccionismo, nacionalización, etc.) y discurso político. El fascismo y sus
variantes apelaban al sentimiento popular y las masas como las protagonistas
del régimen, especialmente por la virilidad exaltada en el trabajo manual y
obrero (obrerismo). A pesar de ello no reconoce la libertad de asociación por
motivos de clase (libertad sindical) sino la identificación de los trabajadores
como súbditos del Estado, pueblo y
patria, por ello su símil con el populismo.
El programa económico del fascismo toma
importantes criterios de la Nueva Política Económica, que Lenin aplicó luego
del fracaso en la implantación del comunismo en Rusia, que consistía en
recurrir al capitalismo para fortalecer la economía nacional. La idea, en el
caso de Mussolini, era usar a los capitalistas industriales para implantar en
conjunto con el gobierno el corporativismo nacionalista y totalitario. Esta
paradoja es explicable ya que el corporativismo, el proyecto político del
fascismo, haría que todos los sectores de la sociedad deban obligatoriamente
integrarse y trabajar unificadamente al mando del gobierno, por lo que esta
corporación incluiría aspectos considerados normalmente capitalistas y
socialistas.
Según el economista austriaco Ludwig von Mises
la raíz del fascismo, en sus diferentes vertientes, se encuentra en las
ideas colectivistas del socialismo y más propiamente como una escisión
patriótica del marxismo, que comparte las tesis del rechazo al libre mercado,
la sociedad burguesa, el gobierno limitado y la propiedad privada y en la
exaltación de un sector de la sociedad como el elegido por la historia para
dirigir las vidas del resto de la sociedad que por razones históricas está
permitido de vulnerar el principio de igualdad ante la ley al reclamar derechos
especiales sobre los demás (ej. clasismo, racismo, sexismo, etc.). El
fascismo apenas variaría, en la práctica, sobre qué grupo y cómo se debería
administrar la propiedad expoliada a los individuos.
Por otra parte, las ventajas que los nuevos
regímenes le proporcionan a la plutocracia son evidentes: elimina la
posibilidad de revolución social obrera, suprime los sindicatos reivindicativos
y mantiene otras restricciones en las relaciones capital-trabajo, legitimando
el principio de liderazgo en la empresa; al suprimir la libre competencia
permite crear cárteles oligopólicos de empresas favorecidas con millonarios
contratos estatales o subsidiadas por el gobierno como incentivos a la
producción nacional. La sensación de estabilidad es muy marcada, como ejemplo
podemos mencionar la Italia fascista de Mussolini, en la cual los trenes
funcionaran con puntualidad (tras el famoso incidente de uno de sus primeros
viajes en el que supuestamente mandó fusilar a un maquinista); esta sensación
de estabilidad corresponda o no con una real eficacia es secundario.
Origen de sus líderes
El origen social de los líderes fascistas en
distintas partes de Europa fue muy diferente: a veces aristocrático
(Starhemberg, Mosley, Ciano), a veces proletario (Jacques Doriot y el PPF
francés); muchas veces militares (Franco, Pétain, Vidkun Quisling, Szálasi,
Metaxas), o juristas (José Antonio Primo de Rivera, Ante Pavelić, Oliveira
Salazar). Los casos más destacados, Hitler y Mussolini, eran fuertes
personalidades de oscuro origen, desclasados e inadaptados, pero de
irresistible ascensión. Sus militantes salían de entre los estudiantes (muy
abundantes en la Guardia de Hierro rumana o el rexismo belga), de los pequeños
propietarios campesinos, de los desempleados urbanos y, sobre todo, de la
temerosa pequeña burguesía empobrecida o amenazada por la crisis y atemorizada
por el avance del comunismo y el desorden público. Las capas medias y medias
bajas fueron la espina dorsal del fascismo.
Agrarismo, natalismo y virilidad
Es propio de los movimientos fascistas, tanto
en la retórica como en ciertos programas económicos y sociales, la
identificación con la tierra y los valores campesinos frente a la decadencia y
corrupción que se denuncian en las masas urbanas desarraigadas, lo que a veces
se veía como una tensión entre modernidad y tradición. Una constante es la
colonización planificada de zonas improductivas, en la industrializada
Alemania, Hitler planteó la expansión del espacio vital (Lebensraum) hacia el
este como un proyecto esencialmente de colonización agraria que lograría la
germanización de extensos territorios en la Europa oriental poblada por la raza
inferior.
Los valores familiares tradicionales eran
fomentados, insistiendo en la necesidad de mantener altas tasas de natalidad y
fecundidad. Las familias numerosas eran premiadas, siguiendo una política
natalista, retóricamente conectada con la virilidad agresiva del expansionismo
militar. El papel laboral de la mujer, que había sido imprescindible en la
Primera Guerra Mundial, había fomentado un precoz feminismo que estaba
consiguiendo en muchos países la principal reivindicación “el sufragio femenino”.
El encuadramiento social impulsado por los regímenes fascistas ponía a cada
sexo en lo que se entendía que era su sitio: la mujer dedicada al hogar y a la
crianza de la mayor cantidad posible de hijos, y el hombre al trabajo y a la
guerra, y no consentía lo que se definía como desviación homosexual (alguna
duda en ese sentido, como las presuntas orgías internas de las SA, fueron una
de las excusas utilizadas en su descabezamiento —Noche de los cuchillos
largos—)[10]. El
lenguaje simbólico fascista es sexualmente explícito: se le ha definido como un
anti-eros que combate contra el propio cuerpo y contra todo lo que represente
disfrute y placer, en una compulsión física que asocia masculinidad con dureza,
destrucción y auto-negación.
La mejora de la raza no sólo implicaba la
pureza racial evitando el mestizaje, sino que también debía ser interna a ésta,
incluyendo la eugenesia[11]
(en el caso de Alemania también la eutanasia) aplicada a los subnormales y
otros discapacitados, en un movimiento que no era originario de los países con
régimen nazi o fascista, sino del ámbito cultural anglosajón, y que se
popularizó en muchos otros (Suecia, Australia o los Estados Unidos).
Raza, etnia e identidad
El fascismo tuvo una base racial en Alemania,
aunque no en Italia (al menos inicialmente, hasta 1938); los nazis construyeron
una amalgama ideológica de gran eficacia movilizadora a partir de fuentes
mitológicas y literarias y supersticiones de carácter romántico, así como de
los textos clásicos dedicados a consagrar la desigualdad de las razas y de
publicaciones y panfletos de carácter ocultista; destacando dos elementos: 1) el
mito de la raza aria superior de origen nórdico (que mezcla la hipótesis
filológica de la existencia de un pueblo indoeuropeo original con la
pseudocientífica teoría nórdica, sustentada por algunos autores como Houston
Stewart Chamberlain) y; 2) el antisemitismo (que se había reavivado desde la
divulgación de los Protocolos de los Sabios de Sion, falsificados para la
justificación de los pogromos de la Rusia zarista). El antisemitismo estaba
presente en muchos países de Europa central y oriental desde la Edad Media, y
fue uno de los elementos que se utilizaron en los mismos para el surgimiento
endógeno de movimientos fascistas, a ello se sumó la ocupación nazi y los
gobiernos colaboracionistas impuestos, que explotaron a conciencia ese
sentimiento para su propia conveniencia. El resultado fue que en muchas
ocasiones los verdugos de las SS eran superados en crueldad por soldados de
países aliados, a los que tenían que contener (por ejemplo en Rumanía), o se
producían matanzas espontáneas de judíos a cargo de la población local, como la
llamada matanza de Jedwabne en
Polonia[12].
El racismo entendido en su expresión puramente
biológica, es decir, la intelectualización de la supremacía racial, no está
presente en todos los movimientos fascistas, además de estar presente en otros
contextos cuya relación con el fascismo es más controvertida, como el
supremacismo blanco en Estados Unidos o el apartheid
en Sudáfrica. Lo que sí aparece como una constante del fascismo es la
concepción de la etnicidad como elemento identitario, esa identidad étnica
puede expresarse de otras formas, como las que atienden al origen geográfico
(caso de la xenofobia de los movimientos neofascistas o neonazis que se oponen
a la inmigración en muchos países europeos desde finales del siglo XX), la
religión (fundamental para el fascismo francés, belga, croata o español, y más
adelante en el conflicto de Irlanda del Norte o los casos de limpieza étnica
que se han dado en las Guerras yugoslavas) o el idioma.
El primer llamamiento de un movimiento
fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Fascismo es,
pues, racista por definición, tiene miedo a la diferencia; a partir de 1924 se
dio en Italia un fuerte proceso que se denominó “Italianización fascista” que
pretendía homogeneizar toda diferencia idiomática y cultural, acabando con
cualquier minoría por asimilación o absorción (en vez de por exterminio como
ocurrió en el Holocausto nazi).
En el caso español existió una expresión
ideológica hispanista, que en algunas ocasiones se ha definido como panhispanismo
y que no puede definirse como un racismo sensu
stricto, aunque sí una hipervaloración de las características étnicas,
religiosas, culturales e idiomáticas identificadas con lo español, sobre todo
en relación con su expansión por América. Fue mantenida particularmente por las
élites sociales de varios países hispanoamericanos, destacadamente en
Argentina, y se expresó en el concepto de Hispanidad (vocablo en desuso a
principios del siglo XX pero recuperado por el sacerdote vasco emigrado a
Argentina Zacarías de Vizcarra en 1926), bajo esta óptica se instituyó el 12 de
octubre como fiesta del Día de la Hispanidad puesto que desde 1915 venía
celebrándose con el inequívoco nombre de Día de la Raza. Las ideas o más bien
tópicos de Raza, Hispanidad e Imperio eran indistinguibles en la retórica de la
Falange Española que heredó el Franquismo, y el propio Franco escribió el guion
de la película Raza (1941), cuyos elementos ideológicos más incómodos (por su
evidente identificación con los fascismos derrotados en 1945) se autocensuraron
en posteriores montajes; otro elemento fue aún más étnicamente excluyente: el
de antiespaña, que definía como antiespañol a todos los elementos que se
consideraban nocivos y que degeneraban la raza (rojos, masones y separatistas).
Totalitarismo, estatización y liderazgo
El
fascismo es un movimiento totalitario en la medida en que aspira a intervenir
en la totalidad de los aspectos de la vida del individuo. Hannah Arendt[13]
entendía que la masificación de la sociedad contemporánea llevaba al individuo
a la soledad, el terreno propio del terror, la esencia del gobierno
totalitario. Erich Fromm[14]
Señala: “El fascismo se legitima
afirmando la dependencia del individuo respecto al Estado, liberándole de esa
manera de su miedo a la libertad”. Para el fascismo la individualidad no
tiene sentido, porque la realización de una persona sólo se entiende dentro de
los vínculos sociales de los que el Estado es la culminación. Cualquier forma
de acción individual o colectiva ajena a los fines del Estado es rechazada. No
existen derechos individuales ni colectivos[15].
Retomando lo expresado por Mussolini “Todo en el Estado, nada contra el Estado,
nada fuera del Estado”, dentro de la ideologóa fascista se lleva a cabo una
estatización de todos los ámbitos de la vida: económica, social, política,
cultural e ideológica y este encuadramiento social se efectúa con todos los
medios de la propaganda, con adopción de uniformes y lenguaje militar y uso
masivo de los símbolos y lemas patrióticos y adoctrinantes, y las grandes
concentraciones y movilizaciones colectivas de todo tipo buscan formar la
conciencia unitaria, llegando a extremos curiosos.
El fascismo desdeña las instituciones del
Estado republicano y sustituye el voto como expresión de la voluntad popular
por las expresiones masivas de apoyo al líder. La identificación de pueblo y Estado
se hace en un todo orgánico, el de un organismo cuasi-biológico y autónomo
cuyos miembros han de responder a las órdenes de la mente directora; esta
identificación también está presente en la ideología del Integralismo (iniciada
en Portugal y desarrollada en Brasil). Hitler utilizaba el plebiscito como arma
en las relaciones internacionales, sus grandes decisiones eran por plebiscitos
de apoyo masivo y utilizados como amenaza, mientras que él como líder fascista
se presentaba como portavoz de la nación unificada que habla con una sola voz.
Esto refuerza otro de los elementos principales del fascismo el liderazgo carismático, este tipo de líder
es casi divino y su liderazgo no es racional, a manera ilustrativa recordemos
que Mussolini opuso a los principios de la Revolución francesa de “libertad,
igualdad y fraternidad”, su consigna fue “creer, obedecer y combatir”.
Imperialismo, militarismo y violencia
Otro de los rasgos clásicos del fascismo es el
imperialismo, entendido como una política exterior expansiva y agresiva, que
proporciona una útil identificación de intereses en el interior, volcando las
energías hacia un enemigo común evitando la expresión de los conflictos
internos. Estos rasgos generalmente se apoyan en reivindicaciones
irredentistas, concretas o genéricas, próximas en el tiempo o lejanas, tomadas
de mitos del pasado, lo que refuerza su carácter romántico, más de religión que
de ideología. Su relación con la realidad histórica es contradictoria,
buscándose la intemporalidad. En el integralismo y el falangismo se sublima el
futuro utópico, a crear por el Estado nuevo donde el hombre nuevo, portador de
valores eternos, tendrá su expresión en la unidad de destino en lo universal[16].
En el nazismo y el fascismo italiano se insiste en recuperar el esplendor de un
pasado mítico, y también las denominaciones de sus regímenes aluden a eso (el
III Reich, la Terza Roma, la Tercera Civilización Helénica). El expansionismo
hacia el exterior es considerado como una necesidad vital, casi orgánica.
Las relaciones internacionales, basadas en la
renuncia a la guerra, que se querían construir desde la Sociedad de Naciones,
eran despreciadas; al igual que el pacifismo, considerado débil y decadente. El
fascismo sólo concibe un estado de naturaleza hobbesiano con la imposición y
expansión del más fuerte.
La vinculación de las dictaduras y los
regímenes militares con el fascismo es un asunto controvertido, pues todo
régimen impuesto por la fuerza suele ser acusado de fascismo, fundamentalmente
a efectos polémicos, igual que se les califica de tiranías y aunque no todo
gobierno militar es fascista, ni los fascismos alcanzaron siempre el poder de
manera violenta, sí que se caracterizaron por sus actividades violentas antes y
después de su toma del poder, y por su desprecio explícito por la legalidad
institucional. La violencia tiene un valor positivo para el movimiento
fascista: es una fuerza de cambio, al igual que la juventud, que también es
exaltada. Se utilizaban todo tipo actividades intimidatorias: destrozos de
mobiliario o tiendas, palizas; asesinato de los adversarios políticos o de los
objetivos considerados enemigos sociales y sus agentes ejecutores podían ser
los aparatos del Estado, pero más frecuentemente fueron grupos juveniles
organizados paramilitarmente.
Una vez generalizada, y demostrada la
impunidad de quienes la ejercen, la represión política opera como un mecanismo
por el cual no solamente el que la recibe directamente pierde la libertad: sino
que la sociedad entera —al reprimirse cada uno de sus miembros a sí mismo,
temeroso de sufrir el mismo castigo— pierde la libertad para todos.
El fascismo italiano
A
finales del siglo XIX existían en Italia algunas organizaciones denominadas fascio (traducible por haz, significando
la fuerza de la unión), de la que la más importante era el Fasci Siciliani (fascio siciliano, 1895-1896). No eran muestra de
una ideología uniforme, aunque predominaban los componentes nacionalistas y
revolucionarios que surgieron de un dividido movimiento obrero al comienzo de
la Primera Guerra Mundial.
En 1919, terminada la guerra, las expectativas
territoriales quedaron frustradas por el Tratado de Saint-Germain-en-Laye (equivalente para Austria del Tratado de
Versalles). El poeta Gabrielle D'Annunzio llevó a cabo una aventura militar que
acabó en la creación del Estado libre y la redacción de una constitución que
puede entenderse como precedente inmediato del fascismo. Entre tanto, con
un país empobrecido y un gobierno débil, Mussolini refundaba la organización de
Milán con el nombre de Fascios italianos de combate, que empezaron a destacar
por su lucha callejera contra huelguistas, izquierdistas y otros enemigos
políticos y sociales. El temor ante una revolución similar a la rusa de las
clases medias y la alta burguesía italiana vio en los fascistas de Mussolini la
mejor arma para desarticular los movimientos obreros organizados. Sus
partidarios se fueron encuadrando de manera paramilitar como Camisas Negras, entre
sus dirigentes fundadores había intelectuales nacionalistas, ex-oficiales del
ejército y jóvenes terratenientes que se oponían a los sindicatos de obreros y
campesinos del entorno rural. El 7 de abril de 1921 se convertirían en partido
político con el nombre de Partido Nacional Fascista caracterizado por su
oposición a liberalismo y comunismo, en 1922, en la Marcha sobre Roma,
Mussolini obligó al rey de Italia, Víctor Manuel III, a entregarle el poder,
que detentó con el título de caudillo.
El asesinato el 11 de junio de 1924 de Giacomo
Matteotti, diputado socialista y principal voz crítica en el Parlamento tras
las elecciones del 6 de abril (ganadas con pocos escrúpulos por los fascistas,
tras una previa alteración de la ley electoral), Mussolini inauguró un periodo
de gobierno totalmente ajeno a las instituciones parlamentarias, que no
obstante continuaron funcionando formalmente, así como la figura del rey (que
según sus propias palabras, quedó conforme con permanecer sordo y ciego). La
responsabilidad fue cínicamente asumida por el propio Mussolini con una figura
retórica que fue muy imitada posteriormente: “Se il fascismo è stato un'associazione a delinquere, io sono il capo di
questa associazione a delinquere! (Si el fascismo ha sido una asociación para
delinquir, yo soy el jefe de esa asociación para delinquir)”[17].
En 1928 se prohibieron todos los partidos,
excepto el Partido Nacional Fascista; en 1927 se promulgó la Carta del Lavoro
(adaptada en España como Fuero del Trabajo); en 1932 se publicó en la
Enciclopedia Italiana el artículo “Fascismo”, como la doctrina del fascismo,
finalmente, en abril de 1940 (ya durante la Segunda Guerra Mundial) se
pretendió destruir todos los ejemplares, como consecuencia del cambio de
postura del caudillo sobre algunos puntos del texto.
La política económica tampoco tuvo una
orientación clara, entre un inicial respeto por el libre mercado y un claro
dirigismo posterior. La política monetaria a veces sólo obedecía al prestigio de
mantener una moneda fuerte. No obstante, siempre gozó del apoyo de la poderosa
patronal Confindustria, con cuyo acuerdo, sobre todo a partir del Pacto Vidoni
(2 de octubre de 1925), se establecieron los elementos principales del régimen
corporativo, muy restrictivo para las actividades sindicales (ilegalización de
los sindicatos libres, del derecho de huelga, encuadramiento obligatorio de los
trabajadores en el movimiento fascista -1926-). La misma Confindustria llegó a
estar dirigida por el destacado fascista Giuseppe Volpi[18]
en los últimos años del régimen (de 1934 a 1943).
Las dificultades económicas debidas a la Gran
Depresión empujaron al régimen de Mussolini a la expansión exterior, con la
invasión de Etiopía (1935) y la intervención en la Guerra Civil Española, con
ambiciones de resucitar un imperio Mediterráneo que tendría su continuación en
la invasión de Albania (1939), ya en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. El
seguidismo frente a la Alemania nazi no podía ocultarse, e incluso se
mimetizaron rasgos como el racismo (Manifiesto de la raza en julio de 1938). La
invasión de Sicilia y el sur de Italia por los aliados provocaron la
destitución del caudillo por el Gran Consejo Fascista, aunque la intervención
alemana lo rescató.
A manera de conclusión
Es un movimiento político y social que nació al
finalizar la primera Guerra Mundial en Italia siendo impulsado por Benito Mussolini;
es un movimiento totalitario y nacionalista basado en el Estado todopoderoso
que encarna en el espíritu del pueblo, en consecuencia la población no puede
buscar nada fuera del Estado; este movimiento está conducido por un partido
único. El Estado fascista ejerce su autoridad a través de la violencia,
represión, manipulación de las masas y la propaganda (incluyendo la manipulación
del sistema educativo). El líder fascista es un caudillo que aparece por encima
de los hombres comunes, considerándose superior a ellos.
No toda dictadura puede calificarse de
fascismo, ni todo comportamiento personal, individual o colectivo, puede
signarse de fascista, como irresponsablemente suele hacerse entre nosotros, es
necesaria una doctrina, una ideología, y no solo una manera de actuar los
gobernantes o los individuos, por más despóticas que estas sean. Entonces, a la
luz de estas consideraciones, ¿quiénes son hoy los fascistas en Venezuela?
Glosario de términos
Capitalismo: Es un sistema económico surgido en Europa durante
el siglo XVI. Se denomina capitalista a la forma común que tendrían los
intereses individuales de los propietarios de capital en tanto accionistas y
patrones de empresas; en las democracias
liberales se entiende muchas veces el capitalismo como un modelo económico en
el cual la distribución, la producción y los precios de los bienes y servicios
son determinados en la mayoría de las veces por alguna forma de libre mercado.
Cártel: Este término se identifica a una gran organización ilícita o a un conjunto
de organizaciones criminales que establecen acuerdos de autoprotección,
colaboración y reparto de territorios para llevar a cabo sus actividades
criminales, sin embargo en economía se refiere a un acuerdo formal entre
empresas del mismo sector, cuyo fin es reducir o eliminar la competencia en un
determinado mercado. Los cárteles suelen estar encaminados a desarrollar un
control sobre la producción y la distribución de tal manera que mediante la
colusión de las empresas que lo forman, estas forman una estructura de mercado
monopolística, obteniendo un poder sobre el mercado en el cual obtienen los
mayores beneficios posibles en perjuicio de los consumidores.
Comunismo: Es una ideología que pretende establecer una forma de sociedad sin
clases, sin Estado u organización social basada en la propiedad común de los
medios de producción. En realidad el comunismo es arma política utilizada en
contra de los políticos que representan a los establecimientos culturales
populares y las tradiciones sociales. El padre fundador del comunismo fue,
junto con Friedrich Engels, el judío Karl Marx, que desarrolló la teoría
política en su obra El Capital y El Manifiesto Comunista.
Eugenesia: La eugenesia es una filosofía social que defiende la mejora de los
rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada
y métodos selectivos de humanos.
Eutanasia: La eutanasia es la acción o inacción hecha para evitar sufrimientos a
personas próximas a su muerte, acelerándola ya sea a sabiendas de la persona o
sin su aprobación. Se puede considerar también como el hecho de morir sin
experimentar dolor.
III Reich: La Alemania nazi o
nacionalsocialista fue el periodo de la historia de Alemania comprendido entre
1933, año de la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán
de Adolf Hitler, y 1945, año de la derrota del país en la Segunda Guerra
Mundial, que tuvo como consecuencia el final del régimen. Reich significa imperio.
Mimetismo: Es una habilidad que ciertos seres vivos poseen para asemejarse a
otros organismos (con los que no guarda relación) y a su propio entorno para
obtener alguna ventaja funcional. El objeto del mimetismo es engañar a los
sentidos de los otros animales que conviven en el mismo hábitat, induciendo en
ellos una determinada conducta. Los casos más conocidos afectan a la percepción
visual, pero también hay ejemplos de mimetismo auditivo, olfativo o táctil.
Oligarquía: En ciencia política, es una forma de gobierno en que el poder supremo
está en manos de unas pocas personas. Los escritores políticos de la antigua
Grecia emplearon el término para designar la forma degenerada y negativa de
aristocracia. Estrictamente, la oligarquía surgirá cuando la sucesión de un
sistema aristocrático se perpetúe por transferencia sanguínea o mítica, sin que
las cualidades éticas y de dirección de los mejores surjan como mérito
reconocido por la comunidad, siendo esta definición muy cercana a la de
monarquía y más todavía a la de nobleza.
Oligopólicos: En microeconomía, un oligopolio (del griego oligo=pocos,
polio=vendedor) es un mercado dominado por un pequeño número de vendedores o
prestadores de servicio. Debido a que hay pocos participantes en este tipo de
mercado, cada oligopólico está al tanto de las acciones de los otros. Las
decisiones de una empresa afectan o causan influencias en las decisiones de las
otras. Por medio de su posición ejercen un poder de mercado provocando que los
precios sean más altos y la producción sea inferior.
Panhispanismo: Es el movimiento ideológico que defiende la integración y la
cooperación igualitaria de los pueblos, países y comunidades de habla o cultura
hispana, especialmente hispanoamericanos, no sólo en el ámbito cultural, sino
social, económico e incluso político.
Plutocracia: Es un sistema de gobierno en el que el poder lo detentan quienes
poseen las fuentes de riqueza. Su origen etimologico es del del griego ploutos
= riqueza y kratos = gobierno. Muchos autores lo consideran como una síntesis
critica que se hace a la democracia, al sufragio universal y al parlamentarismo.
República: su etimología es del latín RES PVBLICA = la cosa pública, lo público; en
sentido amplio, es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la
ley (constitución) y la igualdad ante la ley como la forma de frenar los posibles
abusos de las personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las mayorías,
con el objeto de proteger los derechos fundamentales y las libertades civiles
de los ciudadanos, de los que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo. A
su vez la república escoge a quienes han de gobernar mediante la representación
de toda su estructura mediante el derecho a voto. El electorado constituye la
raíz última de su legitimidad y soberanía. No debe confundirse república con
democracia, pues aluden a principios distintos, la república es el gobierno de
la ley mientras que democracia significa el gobierno del pueblo, del griego Demos
= Pueblo y Kratos = gobierno.
Rexismo: Fue un movimiento político fascista que se desarrolló durante la
primera mitad del Siglo XX en Bélgica. Es el homólogo belga del Fascismo en
Italia, del Falangismo en España, de la Guardia de Hierro en Rumania y del
nacionalsocialismo alemán. El nombre proviene del eslogan latino Christus Rex, "Cristo es el
rey", que también era el nombre de una editorial católica y conservadora.
SA:
Las SturmAbteilung
que se puede traducir como sección
de asalto funcionaron como una organización tipo milicia del partido
nacionalsocialista alemán. A los miembros de las SA se les conocía como camisas pardas, por el color de su
camisa y uniforme, para distinguirlos de las SS, que llevaban uniformes negros
y camisa blanca. Las SA fueron el primer grupo militarizado nazi que creó
títulos y rangos jerárquicos propios para sus miembros; posteriormente, los
rangos de las SA fueron adoptados también por otros grupos del partido
nacionalista alemán. Las SA jugaron un importante papel en el ascenso al poder
de Adolf Hitler en los primeros años de la década de 1930, hasta que fueron
desarticuladas en 1934 e integradas en las SS en cierto modo, aunque las SA
siguieron existiendo luego de la Noche de los cuchillos largos, pero con una
importancia mucho menor que la que tuvieron en principio. En el momento de su
desarticulación contaban con aproximadamente 4 millones y medio de hombres en
sus filas.
Sinarquía: proviene del griego syn = con y
arkheía = gobierno, es el sistema político en el que el poder es
ejercido por una agrupación o corporación. La sinarquía tiene otra definición
más histórica y con sustento filosófico. El arché significa el «orden del
Cosmos», la armonía, el Justo Medio. Los filósofos presocráticos veían la
armonía en el universo como un ideal a recuperar después de la destrucción
cíclica del Cosmos. O las injusticias provocadas por los extremos. Sin embargo,
no sería hasta su aparición en la obra del ocultista francés Alexandre
Saint-Yves que el término cobra popularidad, en esta obra el autor utilizó la
noción de sinarquía para describir el gobierno por parte de los miembros de una
sociedad secreta.
Sincrética: Es un intento de conciliar doctrinas distintas. Comúnmente se
entiende que estas uniones no guardan una coherencia sustancial. También se
utiliza en alusión a la cultura o la religión para resaltar su carácter de
fusión y asimilación de elementos diferentes.
SS: SchutzStaffel
("Escuadrones de Protección" en alemán) fue una fuerza militar,
política, policial, penitenciaria y de seguridad de la Alemania nazi, fue un
grupo de protección para los mítines del partido, así como para la guardia
personal (aunque no la única) de Adolf Hitler.
Statu quo: Es una locución latina, que se traduce como estado del momento actual, que hace
referencia al estado global de un asunto en un momento dado. Normalmente se
trata de asuntos con dos partes interesadas más o menos contrapuestas, en los
que un conjunto de factores dan lugar a un cierto equilibrio (statu quo) más o
menos duradero en el tiempo.
Supremacismo: Es la creencia, teoría o doctrina que afirma que un grupo determinado
es superior a otro. Existen diversas clases de supremacismo en cuanto a su
naturaleza, entre los que destacan los raciales, los religiosos y los de género
como el machismo y el feminismo.
Xenofobia: Proviene etimológicamente del griego xeno = extranjero y fobia = temor.
Es el miedo, hostilidad, rechazo u odio al extranjero, con manifestaciones que
van desde el rechazo más o menos manifiesto, el desprecio y las amenazas, hasta
las agresiones y asesinatos. Una de las formas más comunes de xenofobia es la
que se ejerce en función de la raza, esto es el racismo.
[2] Según Ignacio Ramonet, ya en los años treinta se hablaba del
surgimiento de una «tercera vía», el fascismo, alternativa a los dos mundos
nuevos que surgieron tras la Primera Guerra Mundial
[3] El término autoritarismo,
que implica la concentración del poder sin aceptación de oposición, pero la
admisión de un cierto pluralismo en sus apoyos y la carencia de una intención o
capacidad de homogeneización total de la sociedad, surgió como opuesto a totalitarismo
[4] Son dos frases de distintos discursos. La primera de 1934: «Se va
hacia nuevas formas de civilización, tanto en política como en economía. El
Estado vuelve por sus derechos y su prestigio como intérprete único y supremo
de las necesidades nacionales. El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado
es el espíritu el pueblo (18 de marzo de 1934). La segunda, del llamado
Discurso de la Ascensión, 26 de mayo de 1927: «Nosotros confirmamos
solemnemente nuestra doctrina respecto al Estado; confirmo no menos
enérgicamente mi fórmula del discurso en la Scala de Milán: Todo en el Estado,
nada contra el Estado, nada fuera del Estado».
[5] Malefakis, Edward. (2000). La dictadura de Franco en una
perspectiva comparada. Ediciones Temas de Hoy, pág. 28,
[6] Payne, Stanley (1985), Sobre Falange Española, Ruedo Ibérico,
París.
[7] Ministro de propaganda de Hitler.
[8] Annunziata Rossi. En Génesis e interpretaciones del fascismo (La
Jornada Semanal, domingo 22 de enero de 2006, núm. 568).
[9] Chomsky, Noam (1987) On Power and Ideology. The Managua Lectures
(Paperback) 08096082903, Cambridge: South End Press; citado por Antonio
Guillermo García Danglades Neofascismo
[10] Durham, Martin. (1998). Women and Fascism, Routledge
[11] El término eugenesia es utilizado por primera vez por Francis
Galton (1883) en su obra: Investigaciones sobre las facultades humanas y su
desarrollo.
[12] Jan Gross Los vecinos, citado en webislam Obra sobre matanza de judíos
divide a Polonia en dos.
[13] Arendt, Hannah. (1998). Los orígenes del totalitarismo. Taurus
Ediciones, Grupo Santillana.
[14] Fromm, Erich. (2007). El miedo a la libertad. Paidos. Edición original
en 1941
[15] Miguel Artola y Manuel Pérez Ledesma. El fascismo, en El mundo de
entreguerras. Historia del mundo contemporáneo. Madrid, Anaya. pág. 317.
[16] El concepto de hombre nuevo es paralelo en su formulación al del
hombre nuevo socialista, que según el marxismo-leninismo carecería de intereses
individuales, una vez construido el comunismo perfecto.
[17] Benito Mussolini, discurso ante la Cámara de 3 de enero de 1925.
[18] Volpi, un oscuro aventurero que hizo fortuna como importador de tabaco
de Montenegro y se instaló como industrial en la naciente industria de
generación eléctrica. Se adhirió pronto al fascismo (1922) y fue gobernador de
Tripolitania.